El flamante gobierno confirmó un acercamiento explícito a Estado Unido. Los mercados esperan los anuncios del ministro de Economía, Paulo Guedes.
El nuevo canciller, Ernesto Araújo, explicó tras reunirse con el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, que las dos mayores economías del hemisferio trabajan «por un orden internacional diferente». Y explicó que Brasil «se está realineando consigo mismo, con sus propios ideales», rompiendo con décadas de búsqueda de equidistancia de las grandes potencias y de refuerzo de las relaciones Sur-Sur.
En el plano interno, en su primera medida como presidente, Bolsonaro decretó el martes subir el salario mínimo a 998 reales (262 dólares), por debajo de los 1.006 reales proyectados por el gobierno del presidente saliente Michel Temer.
Además, el nuevo gobierno decidió entregar la demarcación de las tierras indígenas al Ministerio de Agricultura, representante de los intereses del sector del agronegocio, uno de los principales aliados del presidente de ultraderecha.
El cambio, que deja sin la atribución a la FUNAI (Fundación Nacional del Indio), desató las críticas de los opositores del exmilitar -conocido por sus enfrentamientos con el sector ambientalista o de trabajadores sin tierra- y era uno de los asuntos más comentados en el Twitter brasileño.
«Teníamos en nuestro plan de gobierno colocar dentro de la cartera de Agricultura todo lo que, de una u otra manera, gira en torno al agronegocio, que es el gran punto de sustento de la economía brasileña», afirmó el ministro jefe de la Casa Civil (jefe de Gobierno), Onyx Lorenzoni.
Bolsonaro despejó cualquier posible duda sobre su voluntad de cumplir con sus promesas de campaña, recordando en Twitter el rumbo que pretende dar a un mandato que debe extenderse hasta el 31 de diciembre de 2022.
«Nuestro discurso de asunción, que es nuestro eje de gobierno», escribió en la mañana del miércoles, junto a un video de su intervención la víspera frente al Palacio de Planalto, donde dijo que el 1 de enero de 2019 sería recordado como «el día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto».
Volvió a publicar además un comentario en el que se dice determinado a extirpar «la basura marxista» del sistema educativo.
Onyx Lorenzoni ve en la llegada al poder de Bolsonaro, cuyo segundo nombre es Messias, un designio divino. «Muchos son llamados, son elegidos. Y Jair Messias Bolsonaro fue llamado por Dios y elegido por el pueblo brasileño», afirmó al asumir formalmente su cargo.
Los mercados, que apoyaron a Bolsonaro durante la campaña, reaccionaron con prudencia a los primeros discursos, esperando definiciones sobre los compromisos del ministro de Economía, Paulo Guedes, de proceder a ajustes y privatizaciones para sanear las cuentas públicas.
La principal expectativa remite a la reforma del régimen de jubilaciones, sobre la cual nadie ha dicho por el momento una palabra.
La Bolsa de Sao Paulo operó durante la mañana en leve baja, pero después del mediodía invirtió la tendencia y ganaba 0,63%. El real se reforzó frente al dólar, que se cotizaba a 3,853 reales, frente a 3,877 al cierre del viernes.
Una agenda de acción divulgada la semana pasada por Lorenzoni fija cuatro etapas a 10, 30, 60 y 90 días para la identificación y el encaminamiento de propuestas prioritarias, así como para la eventual revocación de decretos y leyes existentes.
La agenda establece además reglas de conducta y prohíbe contratar familiares cercanos, para evitar que las sospechas de corruptelas y nepotismo que arruinaron la imagen de muchos políticos se propaguen.
La lucha contra la corrupción y contra la criminalidad estarán en el centro de las preocupaciones del gobierno, afirmó el nuevo ministro de Justicia, el juez Sergio Moro, un emblema de la Operación Lava Jato, que llevó a la cárcel a decenas de políticos, incluyendo al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
Numerosos analistas destacaron el miércoles el tenor electoral de los primeros discursos.
Para el columnista Igor Glelow, de Folha de S.Paulo, «los discursos de Bolsonaro son una colección de tuits sazonados con mesianismo».
Cristian Klein, de Valor, resaltó que palabras como «desigualdad», «hambre» o «desarrollo» desaparecieron de los discursos de investidura, en tanto que abundaron las menciones a Dios y las denuncias a la «ideologización» de la vida social.
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