Pain in the ass es una expresión muy usada entre los estadounidenses. Literalmente significa dolor en el trasero, pero es utilizada para describir algo o alguien que causa incomodidad o frustración. A dos meses de la convención del partido Demócrata que elegirá al candidato que competira en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre, Bernie Sanders se convirtió en el pain in the ass de Hillary Clinton.
La incomodidad que produce el precandidato progresista sobre la ex primera dama no está dada tanto en la posibilidad de arrebatarle una candidatura que está prácticamente asegurada, sino en que su supuesto aliado termine demostrando que el discurso de campaña y la plataforma demócrata están plagados de posturas conservadoras que poco los diferencian del partido Republicano y de su postulante Donald Trump.
Como es comprensible, dado que sigue en campaña, Sanders no se entrega. «¿Qué pasa si logro una gran victoria en California? Le gente se preguntará, ‘¿estamos tan entusiasmados con Hillary Clinton a pesar de que Bernie Sanders ha ganado los estados que sean, unos 25, la mitad de los estados?'», dijo en una reciente entrevista en referencia a las primarias del enorme estado de la Costa Oeste que se desarrollarán el próximo 7 de junio. Y remató: Si eso sucede, los superdelegados podrían reconsiderar las cosas. Es por ello que debemos llevar este proceso hasta sus últimas consecuencias».
Para ganar la nominación presidencial demócrata, un candidato necesita obtener la mayoría de delegados de la convención. La mayor parte de ellos -4.046 que se comprometen a votar por un candidato- son seleccionados a través de primarias y asambleas. Pero también existen 719 superdelegados que son funcionarios electos, ex funcionarios electos y otras personalidades destacadas del partido que pueden apoyar a quienes ellos quieran. Clinton parece encaminada a ganar la mayoría de los delegados, pero como los superdelegados alcanzan un 15% del total de los delegados, ni Clinton ni Sanders pueden obtener los 2.382 delegados necesarios para lograr la nominación sin el apoyo de una buena cantidad de estos superdelegados.
Sin embargo, tras una dura derrota en 4 de 5 estados en las primarias del 26 de abril, el senador por Vermont emitió un comunicado que para los analistas tenía sabor a derrota, y anunciaba estar listo para emprender campañas centradas en asuntos concretos en las próximos 14 citas que quedaban. «Las personas de cada estado del país deben tener el derecho a determinar a quién quieren como presidente y cuál debe ser la agenda del Partido Demócrata. Es por eso que estaremos en esta carrera hasta que se deposite el último voto. Es por eso que esta campaña irá a la Convención Nacional con la mayor cantidad posible de delegados para luchar por una plataforma progresista», declaró en aquel momento. En 2008, Hillary Clinton también continuó en campaña incluso después de que Barack Obama ganara los delegados suficientes.
Por eso, Sanders enumeró algunos de los asuntos centrales que debe defender esa plataforma: un salario mínimo de US$15 la hora, el final de «nuestras desastrosas políticas comerciales», un seguro de salud para todos, la ruptura con Wall Street, el final del fracking, facultades y universidades públicas gratuitas, y la aplicación de un impuesto a la emisión de carbono para que «se pueda abordar de forma efectiva la crisis planetaria del cambio climático».
Días atrás, Sanders afirmó que sus partidarios esperan que el partido adopte en la convención una plataforma que refleje las necesidades de las familias trabajadoras, los pobres y los jóvenes, no las de Wall Street y las corporaciones. Y fue más allá: en un anuncio para la primaria de Puerto Rico del próximo domingo, Sanders declaró que le hará frente a los fondos buitres (que sobrevuelan el territorio boricua), dijo que los portorriqueños deben tener el poder para determinar su propio destino y se convirtió en el primer candidato presidencial en describir la relación entre el gobierno federal y Puerto Rico como una relación colonial .
Y para desgracia de Clinton, ya comienzan a aparecer encuestas en las que pierde frente a Trump pero, curiosamente, Sanders le ganaría al magnate.«