Los candidatos se lanzaron duras acusaciones y ratificaron las profundas diferencias que los separan de cara a la segunda vuelta del domingo.
«Hay que ir al terreno de batalla aunque uno se ensucie un poco», declaró este jueves el candidato liberal en una entrevista a la emisora France Inter en la que aceptó que cuando se reciben insultos toda la noche, uno no sale engrandecido».
Macron insistió en que no fue él el que lanzó las «hostilidades» y que «era importante la deconstrucción» de la oferta política de Le Pen, como también explicar «la coherencia y los límites» de la suya propia.
Por su parte, la ultraderechista Le Pen señaló que el evento se desarrolló «fuera de los códigos» y en un ambiente severo, porque por primera vez el debate entre los dos candidatos finalistas al Elíseo se hizo entre dos personas «en desacuerdo sobre todo».
«Eso es lo que ha movido los códigos», añadió en una entrevista a los canales de televisión RMC y BFMTV, antes de explicar que su actitud de ataque constante tenía un objetivo claro: «Levantar el velo sobre quién es Macron, de dónde viene, cuáles son los intereses que defiende».
«No quiero que el pueblo francés se duerma, quiero despertarlo», afirmó la líder de la ultraderecha, quien se esforzó en recordar que su rival había formado parte del Gobierno del actual presidente socialista, Francois Hollande.
El debate televisivo del miércoles por la noche entre Macron y Le Pen duró más de dos horas y media y se desarrolló en un clima inusualmente beligerante en el que se lanzaron munición pesada, se interrumpieron una infinidad de veces e, incluso, se intercambiaron fuertes acusaciones.
Francia nunca había sido testigo de un debate tan áspero entre dos candidatos al Elíseo como el que mantuvieron Le Pen y Macron, neófitos ambos en la materia y que chocaron no sólo en sus políticas, sino también en su dialéctica.
Además, fue la primera vez que una candidata de extrema derecha participó en un cara a cara televisivo antes de un balotaje presidencial, ya que en 2002, cuando su padre Jean-Marie Le Pen superó la primera vuelta, su rival, el conservador Jacques Chirac, se negó a debatir con él.
Este jueves, Macron se mostró conforme con su participación en el debate y aseguró que con su estrategia demostró que su proyecto en el terreno económico o de la seguridad «es mucho más poderoso porque puede transformar las cosas y ser más eficaz en términos de reformas», además de ser «un proyecto de movilidad social».
Y a las insinuaciones de la candidata ultraderechista de que tiene una cuenta en las Bahamas, enfatizó: «Nunca he tenido cuentas en ningún paraíso fiscal».
Es lo típico» de Le Pen, lanzar ese tipo de fake news (noticias falsas) que tienen su origen en una estructura «organizada» que la ha propagado en Internet desde Rusia.
«Lamento que el debate fuera a esos bajos fondos», señaló Macron, quien al mismo tiempo insistió en que hacer frente a esa actitud «es un desafío para todas las democracias abiertas que tienen debilidades frente a los extremismos» que utilizan «la mentira» en el debate público.
Por su parte y al ser consultada por esas insinuaciones lanzadas anoche, Le Pen reconoció que no tiene pruebas pero indicó que el candidato liberal había ganado tres millones de euros mientras trabajó en el sector privado como banquero de negocios, y ahora declaró un patrimonio muy reducido si se compara con esa cifra.
Por eso estimó que «las respuestas que aportó (Macron) no son satisfactorias».
Macron consideró finalmente que anoche una vez más «Marine Le Pen demostró que no le gusta la libertad», y precisó que si él llega al Elíseo «se protegerá el marco democrático».
Según la empresa de medición de audiencias Médiamétrie, las cadenas TF1 -privada- y France 2 -pública- congregaron a 15,1 millones de espectadores ante las pantallas, mientras que el resto siguió el debate por canales de información continua.
La audiencia del ríspido debate quedó por debajo del duelo entre Hollande y el conservador Nicolas Sarkozy hace cinco años, seguido por 17,8 millones de espectadores, y aún más de la registrada por el propio Sarkozy y la socialista Ségolene Royal en 2007 (20 millones).
Sin embargo, la cifra se aproximó a la registrada en 1995 entre el socialista Lionel Jospin y el conservador Jacques Chirac, que alcanzó los 16,8 millones.
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