Nació en un kibutz de padres argentinos que regresaron con la democracia. Acá, este filósofo y cineasta explica la diferencia entre judaísmo y sionismo, una distinción que le acarrea feroces rechazos pero no pocas adhesiones.
“Israel es negacionista -dice de entrada, y explica- hablamos de negacionismo cuando alguien niega el Holocausto, los 30 mil desaparecidos. Israel niega algo que hasta los historiadores israelíes vienen comprobando desde los ‘80 y es que se formó con una política consciente llevada adelante por las fuerzas que terminan conformando el ejercito israelí, las fuerzas sionistas, de limpieza étnica del territorio para tener una mayoría étnica judía en un territorio donde no la había”.
–No eran mucho más del 10%.
-Después crece un poco al 30%, pero nunca llegan a ser mayoría en el territorio. Y no poseían legalmente ni el 6% de las tierras. En 1948 hay un proceso muy similar al que estamos viendo, por eso es llamativo que (Benjamin) Natanyahu lo llame una segunda independencia. A confesión de parte…
-Los palestinos la llaman la Nakba II.
-Es una metodología muy parecida, hubo masacres de pueblos palestinos, la más conocida es la de Deir Yassin. Tenían como objetivo aterrorizar, para que los palestinos salieran rajando. Hubo un desplazamiento de unas 750 mil personas y después no se les permitió volver. Los gazatíes tienen esa memoria muy reciente: hay dos generaciones en el medio y algunos todavía están vivos. Resisten el desplazamiento con razón, porque saben que el objetivo declarado es la limpieza del territorio. La semana pasada WikiLeaks liberó un documento del ejército israelí donde confirman que el objetivo es generar una especie de Gaza Bis en el desierto del Sinaí, del otro lado de la frontera con Egipto, y dejar libre a Gaza.
–¿Cuál sería la diferencia entre sionismo y judaísmo?
-Hay muchas discusiones sobre qué es judaísmo, si es una religión, una cultura, una comunidad, si son tradiciones. Hay un conjunto de personas que nos identificamos en el judaísmo. El judaísmo es deudor de su religión pero la mayoría creo que somos ateos.
-Como Dios manda…
-Como Dios manda, y nos seguimos pensando judíos a pesar de eso, porque compartimos una historia, una tradición y valores que vienen de la religión, como la idea de Tikún-Olam, un aspecto central en la religión judaica que significa “reparación del mundo” y sería en una traducción del hebreo, “justicia social”. Creo que la tradición judaica, atea, rebelde, revolucionaria, está asociada a aprendizajes como la responsabilidad de mejorar el mundo y con una tradición de persecución que implica que los judíos estuvimos durante dos mil años en las minorías oprimidas y el cuerpo de la resistencia constituye la identidad. El sionismo es un movimiento político que nace a fines del siglo XIX en un contexto muy particular. Los judíos eran masacrados en pogroms, una problemática que tuvo como respuesta una corriente nacionalista que fue minoritaria hasta el Holocausto, cuando se volvió una necesidad imperiosa y tuvo el aval de fuerzas occidentales. Como todo movimiento político, hay tendencias internas, por eso hago una distinción entre sionismo e israelísmo: hay un sionismo verdaderamente existente que triunfa políticamente y realiza el estado de Israel. Pero hubo un sionismo que quería hacer un estado plurinacional o binacional en Palestina. Que no creía que debía haber una mayoría étnica sino que teníamos que estar en un lugar donde no nos masacraran. Cosa que no pasaba en los países árabes. No había antisemitismo antes de la creación del estado de Israel. Los sefaradíes vivieron en territorio marroquí o sirio sin ningún problema cientos de años.
-También convivieron en España otros cientos de años.
-Aquellos que critican el sionismo no están equivocados. Porque el sionismo verdaderamente existente es el exclusivista que se impuso en Israel. Hay muchos judíos que se sienten tocados porque hay mucha gente que viajó, que quiso hacer la nación bajo ideas humanistas, y muchos retornaron, como es el caso de mis padres, que vieron que eso no era así, y otros que fueron entrando en la sociedad israelí y fueron cambiando sus concepciones humanistas y políticas.
-¿Qué significaría hacer la nación judía?
-Los judíos sionistas se resisten a hablar de colonialismo para denominar la creación del estado de Israel. El colonialismo sionista es muy particular porque no tiene una metrópolis. Es más parecido a la conquista del oeste norteamericano. Hay intereses geopolíticos, lo que sin duda sucedió es que para Occidente tras el nazismo había cierta compasión y los judíos eran europeos. La idea de una nación europea en esa parte del mundo no les disgustaba. Eso llevó a la declaración Balfour, en la que el gobierno británico les promete la creación de un estado a los sionistas. No fue un colonialismo clásico porque los sionistas también se enfrentaron a la colonia británica y en ese contexto recibían armas de Checoslovaquia y no de los países anglosajones, como después. Es una historia compleja, lo que no es complejo es que en Palestina había un pueblo, que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando en Europa, y que fue desplazado de su territorio y ahí se generó un estado.
-¿Hay una etnia judía? ¿Son lo mismo sefaradíes, askenazim y mizrajis?
-El concepto de etnia es complicado, es una unidad cultural. Yo te digo como lo describen bajo esta idea. Tener un abuelo o abuela judía te otorga el derecho al retorno del estado de Israel, la tipificación es sanguínea.
-Sucede que uno ve en las redes represiones a judíos de la Torah por su apoyo a los palestinos y rechazan el estado judío.
-Estas hablando de una tradición jasídica muy pequeña que existe en Nueva York, en Jerusalén, que se llama la Neturei Karta, que plantean algo muy simpático: que según las sagradas escrituras el reino de Israel iba a volver a levantarse cuando viniera el Mesías. Como no reconocen a Jesús como Mesías ni a Milei (risas) es una abominación que exista el estado de Israel y entienden que Israel cometió una herejía frente a Dios. Pero los religiosos israelíes son de extrema derecha, colonialistas. El rabinato no tiene posiciones humanistas. El sionismo es un movimiento originalmente laico. Su fundador, Theodor Hertzl, por ejemplo, era un judío que ni siquiera había circuncidado a sus hijos. Jerusalén se transforma en un tema bastante entrada la creación del estado de Israel. La utilización del capital religioso se fue ahondando con la derechización de la sociedad Israel. No había apelaciones bíblicas significativas en los primeros años. Tenia que ver más el sionismo como un movimiento de liberación nacional, por eso muchos judíos de izquierda mamaron un relato falaz de la guerra de la independencia como de un David contra un Goliat, que serían los países árabes. Bueno, no fue así. Como dijo hace unos días el jefe de la Mossad, la existencia de Israel no está en peligro.
-¿Quiénes creen que está en peligro?
-A los judíos que están alrededor del mundo los han convencido de que bajo el lema de Hamas nuestra existencia esta en peligro. A mi me escriben “cuando te vayan a buscar vas a pedir ayuda al estado de Israel”.
-Es difícil pararse en tu posición en Argentina como en Israel.
-Acabo de leer una noticia que una universitaria israelí la despidieron por escribir en WhatsApp lo que estaba pasando en Gaza. La situación es de un nivel de censura y persecución muy fuerte. No lo sufro yo nada más, sino todos los que hablan en contra de las políticas del estado de Israel contra Palestina.
-¿Como se manifestaron esas críticas? Decías que hubo mensajes violentos.
-Mensajes violentos, ciberacoso. En los muros, insultos; en privado peor: “morite hijo de puta”; “si haces esto te vamos a ir a buscar”.
-¿Eso no te genera contradicciones?
-Es la contradicción que tienen muchos judíos, porque también recibí muchos mensajes de judíos diciendo “mil gracias porque la estaba pasando como el orto. Ahora siento que puedo ser judío y criticar al estado de Israel”. La confusión entre judaísmo y sionismo es una política comunicacional del estado de Israel desde su constitución. En los foros internacionales, se utiliza la historia de la persecución de los judíos y el Holocausto para victimizarlo, cuando está ejerciendo el papel de victimario. Hay un concepto en las entidades judías que se llama Hasbará, que es como instruir, educar, una formación a jóvenes de la comunidad en la diáspora para contrarrestar los discursos críticos del estado de Israel. Una política sistemática organizativa con viajes, adoctrinamiento, no son invitaciones a pensar, son respuestas automáticas que no se discuten, falaces, sin investigación sobre el conflicto. Hay muchos judíos y judías que se ven sensibilizados frente a lo que esta pasando y sin embargo sienten una traición si llegan a cuestionarlo. Yo lloro a los muertos del 7 de octubre, tengo familiares amigos muy queridos en Israel que la están pasando muy mal y hay que condenarlo, no hay ninguna defensa sobre eso. Pero eso no hubiera sucedido si Israel no estuviera ocupando los territorios. Por horrible que sea, la violencia del atentado de Hamas es sintoma de una violencia originaria. No se dimensiona lo que es la vida cotidiana de los palestinos bajo la ocupación.
-Está oculta en los medios.
-Si te presentas como descendiente de víctimas del Holocausto que está siendo víctima de los nazis palestinos que nos quieren borrar de la tierra, todo vale. “Tu vida no vale nada porque sos nazi y merecés morir”, o “son animales humanos” y nosotros “víctimas en peligro de extinción”. El tráfico de la identidad judía y la identidad israelí habilita escenarios muy problemáticos: el principal es la nazificación de los palestinos. El segundo es la cancelación y la censura de todas las posiciones críticas del estado de Israel, el tercero es que esta confusión intencionada que anima Israel entre judaísmo y sionismo genera un antisemitismo confuso, un sentimiento de rechazo contra el judaísmo, que nada tiene que ver con esto, por lo que hace Israel.
-Netanyahu ganó las últimas elecciones. ¿Tiene que ver con el crecimiento de las ultraderechas, o es algo estrictamente de Israel?.
-Un aspecto que es estrictamente de Israel es la colonización. Ser una fuerza colonial te exige creerte superior a aquel que colonizas. “Ellos no se pueden gobernar y organizarse”. O podés usar sus recursos. Son los españoles diciendo que los indios no tenían alma; los ingleses esclavizando a los negros. Esa operación es la que viene haciendo Israel desde 1967 de forma evidente, aunque ya estaba contenida en el exclusivismo y limpieza etnica consiguiente desde antes de su fundación. Desde el 67, las alturas del Golán, Gaza y, Cisjordania están bajo dominio militar israelí pero hay una abrumadora mayoría de población palestina. Y eso sólo pudre el alma del colonizador, como advertía el filósofo Yeshayahu Leibowitz.
-Es que hay una tradición humanista judía que es deslumbrante.
-Es enorme y tiene que ver con tener que pensar afuera del tupper. La judía es una nación que se mantuvo aglutinada alrededor de un libro de filosofía, de teología, de reflexiones: ejerció una identidad cultural, tanto en la resistencia como el amor por la reflexión que generó la cultura que amamos. La que dio el psicoanálisis, Marx, Trotski, Rosa Luxemburgo, Woody Allen, esa cosa más del tipo neurótico pensando lo mal que está el mundo… El israelí es un tipo pragmático, afirmativo, que reniega de la neurosis, son conductistas, son una expresión de la cultura occidental, instrumental y cristiana, no judía. Esa transformación tiene que ver que si bien el estado de Israel utiliza el acervo del Holocausto para escudo de protector frente a las criticas de los foros internacionales, reniega del pasado diaspórico, porque es el pasado en que éramos esclavos.
-¿El israelí ve al idish como vergonzoso?
-Nadie habla idish, lamentablemente. No hubo intención de recuperarlo, todo lo contrario. Es dejar atrás el periodo en que éramos débiles y permitimos que nos masacraran y ahora hay una cultura afirmativa, en la cual somos fuertes y nos podemos defender. Cuando yo apelaba al humanismo de mi abuelo, muy humanista, él me decía: sí, entiendo, pero permanecimos 2000 años con la cabeza gacha, ahora que tenemos las armas no las vamos a bajar.
-Hay quienes ven al el evangelismo de Trump, de Bolsonaro, incluso de Milei, como un sionismo cristiano.
-Tiene que ver con las tradiciones evangelistas: la creación del Estado de Israel anticipa la llegada del Mesías. Es la comunión del racismo. Los partidos de extrema derecha europeos y sudamericanos apoyan a Israel. Son antisemitas pero apoyan al estado de Israel. Hay antisemitismo, sí, pero lo que impera es hoy es la islamofobia. Lo que hace el Estado de Israel es confundir sionismo y judaísmo y decir que la masacre que se está llevando adelante en Gaza, un genocidio, es en nombre del judaísmo y eso va a generar antisemitismo. Hay que explicar por qué se produce, si no, es darle aspirinetas al antisemitismo. Por eso Hamas dice “vamos a erradicar a todos los judíos”. Para ellos judíos e israelíes es lo mismo. Sería mucho más progresivo que dijera: “Tenemos que luchar contra los israelíes y no contra los judíos”. Yo no les reclamo a ellos. Le reclamo a quien puedo reclamar.
-Vos naciste en el kibutz Nir David.
-Sí, es hermoso. Pase mi infancia. Cuando volvió la democracia y mis padres consiguieron trabajos volvimos. Estuvieron 10 años. Fueron exiliados. Mi mamá es médica y militaba en la JP. Ellos habían tenido militancia sionista en la adolescencia. Creían que el pueblo judío podía contribuir a una revolución mundial, haciendo primero una nacional. Los kibutzim tenían una práctica muy socialista. No quita que muchos fueron construidos sobre territorio donde había aldeas palestinas.
– ¿Se vuelven por la democracia argentina o porque empezaban a sentir que no estaban en el paraíso?
-Tenían esperanzas de que hubiera una paz entre israelíes y palestinos. Y nos fuimos porque no querían que participáramos en el ejército. Mi papá evitó participar hasta a guerra del 82, que no pudo hacerlo. Hoy agradecen estar acá. Yo me tuve que adaptar acá. Hablaba hebreo, no sabía español, tenía 7, mis hermanos 10 y 3. Fue duro. Era un campesino: pasé del campo a Corrientes y Junín. Durante muchos años quise volver. Y, en la adolescencia, cuando ya era políticamente activo acá, humanista, le cuento al hijo de unos amigos de mis padres que había terminado el ejercito que quería ir pero no hacer el ejercito y me dice que si no hacía el ejercito nunca iba a formar parte del estado de Israel. No es la colimba. Es integrarte a la sociedad, los valores, la estructura, es el pasaje: hasta los 18 vivís con tus padres, hacés el ejército tres años y luego no volvés… El rito de adultez, la mayoría conocen a sus parejas, a sus amigos, luego vuelven como reservistas. El ejército es una de las grandes empresas, no solo de armamentos: construyen rutas y puentes. Es una sociedad imbricada, una sociedad en armas, con una educación hacia la violencia que tiene de enemigo a los palestinos. Es muy complejo ser parte de la sociedad israelí si no sos parte del Estado. Fui varias veces y lo que ves es un proceso creciente de racismo. No es ahora que han nombrado a los palestinos como animales humanos. Los escucho hace 20 años.
-Pintás un panorama en el cual es imposible la reconciliación y la creación del estado palestino.
-Creo en los procesos humanos. Así como se generan odios podés generar otra cosa. Con muchas razones para odiar, ya habiendo sido la Nakba, con casi 20 años de ocupación, en 1993, los palestinos reconocen al estado de Israel y están dispuestos a tener una paz. El Estado de Israel ha demostrado no tener ninguna intención en ningún momento, ni siquiera entonces, de hacer una paz justa con los palestinos. Después preguntan por qué surge una agrupación como Hamas: porque a la Autoridad Nacional Palestina, que hizo todo lo posible por llegar a una paz política y negociada, la hiciste quedar como pelotuda, sistemáticamente. Construiste colonias y colonias.
-¿Tiene fuerza el pensamiento de izquierda en la sociedad israelí?
-Hay que hacer algunas distinciones y hablar de las fuerzas realmente resistentes a la ocupación en Israel. Los refuseniks, jóvenes que se niegan a ser parte del ejército de ocupación, van en cana, no pueden acceder a trabajos en el Estado, pasan a ser ciudadanos de segunda. Hay organizaciones de DD HH, como B’tselem, Breaking the Silence (Shovrim Shtika), soldados que estuvieron asignados en los territorios ocupados que cuentan las atrocidades que hace el ejército. Después hay un sector de izquierda israelí, crítico de las políticas más sanguinarias, pero que en este momento, con una posición mayoritaria de ir “a por todo” con respecto a Hamas y los gazatíes. Hoy día, Israel está cometiendo una masacre pero la población israelí se siente en guerra. Es un momento donde la derechización y el racismo en la sociedad israelí se extrema. Por eso es doblemente loable que muchos de los familiares de los secuestrados hayan salido a llamar al cese al fuego. Hay un núcleo humanista muy valorable pero minoritario, que la pasa mal. Yo digo: “soy judío, soy israelí” para evitar la falacia ad hominen de que digan “nazi, antisemita” y que por lo tanto cancelen las reflexiones que traigo. Igual “soy peor que los nazi, porque soy un judío nazi…”
-¿Te da miedo esa reacción?
-Me da pena. Por escribir un texto casi analítico, reflexivo, respetuoso, lo que recibo es agotador. Que te escriban cientos… Pero bueno, la identidad judía está secuestrada por el estado de Israel. Es esencial para revertirlo que las comunidades judías en la diáspora y los pacifistas en Israel digan: “Esto no es judaísmo, lo que está haciendo el estado de Israel no tiene nada que ver con judaísmo. Es un Estado colonial teniendo políticas coloniales”.
-¿Qué podría haber hecho Israel?
-Con esta idiosincrasia no podría haber hecho otra cosa. La pregunta es qué pudo haber hecho antes.
-Pero va en aumento este tipo de críticas al estado de Israel en todo el mundo.
-En el momento de Plomo Fundido (2008) éramos pocos. Ahora creció. Cada vez es más difícil defender esa situación. El ataque de Hamas obviamente creó una sensibilidad que generó un primer apoyo a Israel. Pero dentro de la tragedia hay una luz de esperanza en que se está haciendo visible e incareteable la tragedia que viven los palestinos bajo ocupación israelí.
-Hay quienes sospechan de la facilidad con que entraron el 7 de octubre, como que se trató de una operación israelí.
-Las teorías conspirativas no sirven para pensar este conflicto ni otros. A la larga ese ataque no es beneficioso para Israel y al partido gobernante no le conviene: Netanyahu es un cadáver político, termina la guerra y se tiene que ir. Hasta los votantes del Likud lo dicen. Hay que hacer un análisis estructural de lo que pasó y pensar que las colonias nunca dejaron de crecer, y lo hicieron exponencialmente durante los gobiernos de derecha, a la vez que los colonos se volvieron mucho más agresivos y provocadores con la población palestina. Cuando se construye una colonia, a pesar de que están armados muchos de ellos, va el ejército a “cuidarlos”, pone checkpoints, construye rutas. Lo que sí pasó ese día es que el ejército, ocupado en el régimen de apartheid que hay en Cisjordania, confiado en la tecnología de defensa, dejó una frontera desguarnecida. Israel en los últimos 20 años, desde que construye el muro y desarrolla el domo de hierro, vive en un tupper de seguridad. Fuera de él, los palestinos no tienen un futuro ni individual ni colectivo, pasan hambre, sufren la violencia de la ocupación, encarcelamientos, muerte, demolición de casas. Y los israelíes, en los últimos años, no vivieron un estado de guerra. La guerra era allá. Cuando me preguntaban decía: caminar en Tel Aviv es más seguro que hacerlo en Almagro. Lo peligroso en la región es ser palestino. Es descorazonador ¿qué hace que un pueblo que fue ultimado en los hornos crematorios y fue víctima de un genocidio, a menos de 100 años esté generando un genocidio sobre otro pueblo? La curva del personaje, para los que hacemos cine o nos interesa la literatura, es impresionante. Pasamos de los judíos liberados de los campos de concentración en menos de 100 años a que los descendientes cometan estas atrocidades. La cuestión es política pero también filosófica. Qué esperanza podemos tener como humanos “si esto es un hombre”.
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