Las calles de Caracas transmiten la llegada inminente de las navidades, luces multicolores anuncian la presencia de las fiestas, que acá en Venezuela se festejan desde el 1 de diciembre. Los días templados se conjugan con las dificultades económicas causadas por un brutal bloqueo económico -impuesto desde hace años- en el marco de una guerra multiforme para acabar con la experiencia chavista.
Los daños causados al país han sido graves: el impedimento para exportar petróleo y para importar insumos básicos como alimentos y medicinas provocó un importante deterioro en la calidad de vida del pueblo pero no logró su objetivo principal que fue y sigue siendo propiciar un cambio de régimen.
Venezuela, a pesar de esas dificultades, está atravesando la pandemia con una administración seria y profesional, que hasta ahora permite exhibir unas de las tasas más bajas de mortalidad en el continente.
En este contexto se producen las elecciones que renovarán la Asamblea Legislativa. La cantidad de miembros del Parlamento pasará de los 167 actuales a 277, el 48% se hará de manera uninominal y el 52% restante en forma plurinominal (lista sábana). Este aumento en la cantidad de escaños a elegir surge de un acuerdo entre el gobierno y la oposición posibilitando un mejor acceso de las minorías al recinto legislativo. Se han registrado 14 mil candidatos y parti-cipan cerca de 90 partidos opositores, entre ellos los tradicionales Acción Democrática y el social cristiano COPEI.
Es cierto que hay un sector golpista encabezado por el diputado Juan Guaidó que apuesta al boicot electoral, ya que su menguada fuerza electoral no tie-ne capacidad de imponerse en las urnas. Este sector -impotente electoralmente- sigue apostando a la intervención militar extranjera. Días atrás, Leopoldo Lopez prófugo en España, declaró que la intervención seguía siendo una opción, en el marco de la doctrina de la Responsabilidad de Proteger.
Aquí en Venezuela nadie duda de la victoria del chavismo en las elecciones, ni siquiera las distintas oposiciones. El PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) sigue siendo la fuerza política más compacta, mejor organizada y con mayor homogeneidad del país. El gran desafío que tiene el chavismo es lograr que la participación electoral ronde el 40% del padrón electoral. Este número mágico sería un logro importante en un contexto pandémico, de difi-cultades del transporte (el bloqueo afecta la provisión de combustible), con el sector golpista llamando a no votar y una porción de la base electoral que sabiéndose ganadora tal vez elija no moverse de su casa. La cita democrática de este domingo será la número 25 en 21 años de chavismo: la Revolución Bolivariana hizo de las elecciones un culto y un ejercicio permanente de democracia participativa.
Estos días se conocieron declaraciones de Elliot Abrams -asesor de Trump para derrocar a Maduro- donde le avisa a la oposición venezolana que el dine-ro adeudado se le enviará durante diciembre. Una constatación grotesca de lo que se sabía: la oposición destituyente en Venezuela está financiada por agencias estadounidenses y además son los últimos orejones del tarro para cobrar. Si la estrategia de Washington fracasa otra vez hoy, van a apelar al des-conocimiento del proceso electoral. El gobierno argentino debería ser de los primeros en salir a contrarrestar esta ofensiva y reconocer -cómo asumió el presidente Albero Fernandez públicamente- el proceso electoral venezolano.
Suena la diana matinal aquí en Caracas marcando el comienzo de la jornada electoral.