Los planes del país de cara a la cumbre COP28 están condicionados por la sequía, el endeudamiento y la producción de hidrocarburos. Un desafío para la próxima gestión.
A pesar del contexto de crisis argentino, es importante tratar de salir del cortoplacismo para entender la importancia que conlleva la COP28, ya que en ella se conlcuirá el primer balance mundial o ‘stocktake’ (GST), el cual definirá si los países se comprometen (o no) a mejorar sus planes nacionales de acción climática (NDC) para reducir las emisiones al 43% para 2030. En su necesidad por obtener más divisas, Argentina apunta a triplicar sus exportaciones de hidrocarburos en los próximos años, poniendo en riesgo los compromisos de nuestra actual y futura NDC.
Desde Unión por la Patria se viene atribuyendo la reciente sequía al cambio climático, causando pérdidas por USD 19.000 millones en 2023, equivalentes a 3 puntos del PBI, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Los científicos y expertos que conforman la plataforma World Weather Attribution (WWA), no lograron atribuir las bajas precipitaciones al cambio climático, pero arrojaron una serie de sugerencias que podrían ser útiles para que el próximo gobierno pueda mejorar la resiliencia a este tipo de eventos: buscando eficiencia en la gestión del agua, la anticipación de la sequía utilizando pronósticos estacionales e instrumentos de seguros para ayudar a los agricultores a sobrellevar los años secos.
“El ganador de las próximas elecciones en Argentina este año va a tener que lidiar con las consecuencias del cambio climático: El Niño posiblemente traiga inundaciones y más olas de calor. Si el mundo efectivamente migra hacia una reducción de emisiones e inversión en otro tipo de fuentes de energía, Argentina se está condenando”, sostiene Enrique Martua Konstantinidis, consultor senior de política climática.
A poco más de una semana de las PASO, el Ministro de Economía y precandidato a Presidente Sergio Massa se vio obligado a pagarle al FMI con un swap de yuanes, fondos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) – bajo un depósito puente transitorio, a la espera de que el FMI repague – y derechos especiales de giro de Qatar.
Con base en el Artículo 2.1.C del Acuerdo de París, las negociaciones de cambio climático buscarán que todos los flujos financieros a nivel mundial sean bajos en emisiones y resiliente al clima. Ante este escenario, la economista Directora General del Grupo de Financiamiento Climático de América Latina y el Caribe (GCLAF),Sandra Guzmán explica que según el Índice de Finanzas Sostenibles (2022), Argentina se encuentra en el tercer lugar de los países más emisores de la región- detrás de México y Brasil, y 23° a nivel global.
A la vez, Argentina es el sexto país de la región que más destina presupuesto para la producción de hidrocarburos, con un 1% del presupuesto nacional (el doble de lo asignado para el cambio climático). Bolivia lo hace con un 19% y México con 15%.
“El país es un caso interesante, dado que tiene un limitado espacio fiscal por los altos niveles de deuda que tiene, por lo que es importante que en las discusiones con el FMI sobre la renegociación de su deuda externa también vayan de la mano de cómo va a poder usar estos recursos que podrían no estar pagando en deuda para transitar hacia una transición energética y no seguir en esta dinámica extractivista”, comenta Guzmán.
El denominado ‘canje de deuda externa por acción climática’ pone en vinculación la necesidad de reducir emisiones y deuda al mismo tiempo que se invierte en mejorar a las economías endeudadas del Sur Global.
Para Pablo Nemiña, investigador del CONICET (UNSAM-FLACSO), el principal desafío de esta propuesta se encuentra en su implementación: “la iniciativa de Barbados a través de la Agenda de Bridgetown descansa en gran medida en el sistema financiero tradicional como medio para lograr sus fines. Esto puede causar sesgos para que los proyectos propuestos sean financiables”, sostiene el académico.
“Esta dinámica se desarma con lógicas de desarrollo en instituciones públicas globales como el Fondo Verde del Clima de la ONU para que maticen la especulación financiera: algo tan delicado como la crisis climática no puede ser delegado en Wall Street”, concluye Nemiña.
Argentina cuenta con un enorme potencial de energía solar y eólica para dar el salto a una matriz renovable. ¿Podrá el gobierno entrante abandonar gradual – pero rápidamente – los combustibles fósiles que causan la crisis climática para así apostar a ser una sociedad más resiliente?
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