En un mundo donde apenas el 62% de la población completó su esquema inicial de vacunación contra el COVID-19, y las nuevas variantes son una amenaza permanente, la prestigiosa revista internacional Cell Reports Medicine publicó un estudio de especialistas del CONICET y del Ministerio de Salud de la Nación que respaldó la decisión de las autoridades locales de combinar distintas vacunas cuando las dosis para hacer frente al SARS-CoV-2 llegaban a cuentagotas. El trabajo será tapa de la versión impresa de la revista científica el próximo 16 de agosto.
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, señaló que “la pandemia exigió el acceso inmediato a las vacunas, todos los recursos posibles para poder enfrentarlo y resultados que hoy son tapa y están disponibles para continuar de manera óptima la vacunación que se planteó desde nuestro sistema de salud en un primer momento, y brindar información precisa a aquellos países que aún están iniciando los esquemas. Estamos del lado de la vida y esto lo demuestra. Un orgullo y felicitaciones a nuestros científicos que aportan conocimiento y compromiso”.
La presidenta del CONICET, Ana Franchi, destacó que “este estudio es muy importante porque permite tener un insumo de información clave para diseñar y llevar adelante estrategias de vacunación, y optimizar las actuales. Recordemos que aún hay muchos países del mundo con niveles de vacunación muy bajos”. La especialista subrayó la participación de “científicos y científicas del CONICET de distintos institutos y Universidades, en combinación con especialistas de ministerios de Salud -de Nación y distintas provincias-, como así también con personal de hospitales públicos”.
“Es una clara muestra de la importancia de trabajar en ciencia de manera colaborativa, de ponderar la cooperación científica para llevar adelante proyectos con impacto en mejorar la calidad de vida de la gente” continuó la investigadora, y concluyó: “En la pandemia se demostró más que nunca el fuerte compromiso de nuestra comunidad científica y que la ciencia y tecnología es soberanía. Es fundamental para construir un país más justo, inclusivo y soberano”.
Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación y también autora del nuevo estudio, resaltó: “Es importante detenernos y mirar para atrás y poner en valor el trabajo realizado entre los distintos sectores como los equipos de salud de todo el país y los investigadores en tiempos difíciles para poder dar respuesta a la pandemia de COVID-19”.
La ministra añadió que “en momentos de incertidumbre a nivel global, porque se trataba de un virus desconocido, y de escasez de insumos fundamentales como las vacunas, la información científica que se iba generando a través de estos estudios de investigación permitió tomar decisiones basadas en la evidencia local para poder proteger a través de la vacunación al mayor número de personas posible. Así se tomó la decisión de combinar vacunas de distintas plataformas, lo cual demostró excelentes resultados que permitieron mejorar la protección contra el virus y reducir las hospitalizaciones y muertes, además de compartir la experiencia con otros países”.
Trabajo en equipo
En julio de 2021 el Plan Nacional de Vacunación argentino enfrentó el problema de la escasez global de vacunas contra el COVID-19, y como se comenzaban a vencer los plazos para completar los esquemas ya iniciados –hasta ese momento sólo se usaban las mismas dosis (vacunación homóloga)– se pensó en la posibilidad de hacer combinaciones con las que estaban disponibles en el país. Así, tomando de referencia estrategias utilizadas en otros lugares del mundo, como el Reino Unido, donde la aparición de algunos efectos adversos de la vacuna de AstraZeneca llevó a las autoridades a estudiar qué pasaba si se aplicaba como segunda dosis una basada en ARN, equipos de investigación locales se propusieron analizar la seguridad e inmunogenicidad (capacidad para generar una respuesta inmune) propia al empleo de vacunas de diferentes plataformas.
Coordinados por el Ministerio de Salud de la Nación, un equipo interdisciplinario que incluyó a investigadores e investigadoras del CONICET y referentes de los ministerios Salud de diversas provincias (Buenos Aires, La Rioja, Córdoba y San Luis) evaluó en 1314 voluntarios la seguridad de 15 combinaciones diferentes y estudió la cantidad y funcionalidad de los anticuerpos generados. Y concluyó que “la vacunación heteróloga contra el COVID-19 es una estrategia válida y segura para aumentar rápidamente la cobertura en muchas regiones del planeta”.
“Podemos preguntarnos de qué sirve saber esto ahora en la Argentina, donde ya tenemos al 83% de la población con el esquema primario completo”, planteó Andrea Gamarnik, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET-Fundación Instituto Leloir) y una de las autoras principales del trabajo. “La respuesta se obtiene con sólo mirar al mundo y ver la profunda inequidad en el acceso a las vacunas de los países más pobres: varias zonas de África, Asia e incluso de América latina no llegan al 25% de la población inmunizada. Publicar este estudio, que fue revisado por científicos destacados de otros países, respalda la decisión que se tomó acá, pero sobre todo aporta información útil para definir estrategias de combinación de vacunas en países que aún están iniciando esquemas”, agregó Gamarnik, quien lideró el trabajo junto a Jorge Geffner, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS, CONICET-UBA), y Juan Manuel Castelli, del Ministerio de Salud de la Nación.
Principales resultados
Los 1314 voluntarios y voluntarias se dividieron en tres grupos y cada uno recibió como primeras dosis una vacuna basada en adenovirus (Sputnik V y AstraZeneca) o de virus inactivado (Sinopharm). Luego se formaron diferentes subgrupos, a los que se les aplicaron segundas dosis basadas en una plataforma diferente. Por ejemplo, esquemas Sputnik V-Moderna (ARN); AstraZeneca-Moderna; Sinopharm-Sputnik V. En total, se estudiaron 15 combinaciones diferentes.
A cada participante se le tomaron muestras de sangre en distintos momentos después de la vacunación y se evaluó tanto la presencia de síntomas adversos como el nivel de anticuerpos y la capacidad que tenían de neutralizar la infección por el virus original de Wuhan. Para eso se empleó el COVIDAR IgG, el primer test serológico argentino para medir anticuerpos contra el nuevo coronavirus, desarrollado por Gamarnik y su equipo del Instituto Leloir en asociación con el laboratorio Lemos.
“Los niveles de anticuerpos más elevados de todas las combinaciones se observaron entre quienes se habían vacunado con Sputnik V, AstraZeneca o Sinopharm en primera instancia y recibieron la vacuna de Moderna como segunda dosis. Estos niveles de anticuerpos fueron comparables a los observados tras la aplicación de dos dosis de Moderna”, aseguró Gamarnik. Además, se constató que aquellas personas que iniciaron su esquema con Sinopharm desarrollaron más anticuerpos tras la aplicación de Sputnik V, AstraZeneca o Moderna respecto de quienes recibieron una segunda dosis de la misma marca.
En cuanto a la seguridad, la combinación de vacunas diferentes no causó efectos adversos graves, hospitalizaciones ni muertes. “En el estudio se prestó especial atención, no solo a la respuesta de anticuerpos, sino también a la posible manifestación de efectos adversos, a fin de determinar si los mismos (fiebre, dolor de cabeza, malestar general y otros), se presentaban con mayor frecuencia frente a la aplicación de sistemas heterólogos en comparación con los homólogos. Las observaciones realizadas mostraron que la aplicación de esquemas heterólogos no se asoció a mayor frecuencia o intensidad de efectos adversos respecto de la aplicación de esquemas homólogos. En ningún caso observamos efectos adversos severos”, explicó Geffner.
Cuando los investigadores y las investigadoras locales enviaron el trabajo a Cell Reports Medicine todavía no circulaba la variante ómicron, que hizo su irrupción poco tiempo después. Así, uno de los revisores de la revista sugirió tímidamente la importancia de sumar evidencia sobre la eficacia de la combinación de vacunas también contra ella. Y enseguida se aceptó el reto. “Tomamos un subgrupo reducido de voluntarios e hicimos el estudio para ómicron, porque entendimos que era lo que se necesitaba en ese momento”, reconoció Gamarnik. “La conclusión fue –continuó– que es muy importante dar los dos refuerzos, porque si bien las segundas dosis heterólogas, sobre todo si son con una vacuna de ARN, aumentan la cantidad de anticuerpos capaces de neutralizar ómicron, éstos son bajos en comparación al virus original. Los refuerzos son clave para estar protegidos contra la variante más preponderante en la actualidad”.
Gamarnik resaltó que “este trabajo requirió una interacción estrecha y sostenida en el tiempo entre especialistas del CONICET, autoridades de salud y profesionales de más de una docena de hospitales, lo que demuestra la importancia del trabajo colaborativo”. Y sentenció: “La tapa de la revista también lleva un mensaje sobre la fortaleza de combinar vacunas generadas en distintos lugares del mundo y pone a la salud pública por encima de la política y de los intereses económicos que hay detrás de cada vacuna producida”.
Del estudio también participaron el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, y un equipo de investigadores e investigadoras del CONICET en el IIBBA, en el INBIRS, de la Universidad Nacional de Misiones; del Instituto de Virología “Dr. J. M. Vanella” (In.Vi.V.-Universidad Nacional de Córdoba); de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET- Universidad Nacional de Misiones); del Centro de Investigación en Medicina Traslacional (CIMT) del Ministerio de Salud de la Provincia de La Rioja; y profesionales de las carteras sanitarias de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis; y personal médico de seis hospitales públicos bonaerenses.