El sorpresivo giro que tuvo el caso ocurrió este jueves, en medio de la última audiencia del juicio que se le sigue a 14 agentes porteños.
“Es mi deber decir qué vi ese 17 de noviembre, si no lo hice antes es porque tengo pánico, tengo miedo, de qué les puede llegar a pasar a mi familia, a mis hijos, después de que declare. No sé trató de un solo loquito disparando, hay un trasfondo acá”, comenzó su testimonio el inspector de la Policía de la Ciudad, Héctor Cuevas, de 50 años, quien llegó al juicio imputado por encubrimiento.
Según reconstruyó Infobae, en una nota publicada por Fernando Soriano, cuando Cuevas llegó a la escena del crimen tras la solicitud de apoyo por parte de la Brigada de la Comuna 4, se acercó al Volkswagen Suran donde iban los jóvenes. “Vi a Lucas muy malherido, mucha sangre. Vi unas mochilas, me asomo a la parte de atrás y no había armas, ningún tipo de armas, ni de fuego ni de juguete, no la vi”, describió.
Después, el inspector de la Policía de la Ciudad, aseguró que cerca de las 10.30 de aquella mañana, observó que apareció en escena una moto que actuaría bajo la órbita de la Comuna 4 que era conducida por otro policía, acompañado de un civil. “Se baja esa persona de civil, tenía una gorrita blanca y va y habla unos segundos con el subcomisario Inca, que estaba cerquita mío. Y escucho cuando le dice: ‘Andá a poner eso’”, rememoró.
Desde una posición estratégica, a unos cinco metros, Cuevas vio cómo el hombre se acerca al auto y “en la parte trasera de la puerta trasera, que estaba abierta, tira el arma” que habían oportunamente traído en un cofre de la comisaría Comuna 4. “Yo entré en pánico, pensé en mi familia, en mis hijos”, expresó.
En ese punto, Cuevas identificó a su colega Gabriel Alejandro Issasi (41), como quien plantó el arma en el vehículo. Vale decir que junto a Fabián Andrés López (48) y Juan José Nieva (37), Issasi integraba la División Brigadas y Sumarios de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad y llegaron al juicio imputados por “homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía, por placer, por odio racial, por el concurso premeditado de dos o más personas y por cometerse abusando de su función o cargo por un miembro de una fuerza policial”.
“Lo que hicieron es una locura. No puedo decir quién ordenó que vayan a buscar esa arma, pero sí les puedo decir después que pude reconocer a Issasi, que vino en la moto de la Comuna traído por Torres -otro policía-, habló con Inca y que Inca le dijo: ‘Poné eso en el auto’”, concluyó.
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