El Proyecto Sprint fue noticia en los últimos meses por dos motivos: por la gravedad de los resultados que arrojó y por su silenciamiento por parte del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Se trata de un trabajo internacional que relevó presencia de plaguicidas en ambiente, animales y personas y reflejó que en las muestras de Argentina hay menos variedad pero más concentración de agrotóxicos que en Europa. Quienes pusieron el cuerpo para esos análisis a nivel local reclaman que el organismo no abandone la investigación. Hasta ahora, no tuvieron respuesta.
El 27 de septiembre, en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA78), se presentaron a través de una conferencia virtual desde Nueva York parte de los resultados de la investigación, que continúa. Entre esos datos estaban los de Argentina, que en junio habían sido silenciados cuando el INTA canceló el evento en el que la investigadora que encabezó la investigación en el país, Virginia Aparicio, iba a darlos a conocer formalmente.
Cuatro días antes de la cumbre, el 23 de septiembre, una carta había llegado a los miembros del Consejo Directivo del INTA, así como a los presidentes de los consejos regionales y a todos los consejeros de la Regional Buenos Aires Sur, sede de ejecución del Proyecto Sprint. El mensaje también ingresó por mesa de entradas, con el número 1226055. La carta lleva la firma de 44 de los 73 voluntarios y voluntarias que pusieron el cuerpo para las muestras y confirmaron que hay agrotóxicos en sus organismos, pidiendo que se avance con la investigación y que el INTA no se baje del proyecto. Tres semanas después, siguen esperando una contestación.
Argentina, al podio
En la conferencia desde Nueva York se reflejó algo que las y los voluntarios que habían participado de Sprint en Argentina ya sabían: que en el cien por ciento de los casos se había probado la presencia de agrotóxicos en sus organismos.
La coordinadora de la investigación, Violette Geissen, dijo desde Holanda a la agencia estatal Télam que “las muestras de Argentina presentaron menos variedad de agrotóxicos que las de Europa, pero las concentraciones en el polvo de casas de campesinos y en materia fecal fueron más elevadas”.
“Lo que observamos es que en Argentina aparecen menos variedad de plaguicidas que en Europa, aunque hay que tener en cuenta que en este país se relevó sólo una zona con pocos tipos de cultivo; mientras que en Europa se contemplaron 10 cultivos (vino, olivas, trigo, etc.)”, agregó Geissen, profesora de la Universidad de Wageningen e integrante del Grupo de Física del Suelo y Gestión de la Tierra de esta casa de estudios.
Diez países europeos participan de Sprint: Holanda, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Francia, Portugal, España, Italia, Suiza y República Checa y Argentina. Por fuera del Viejo Continente, solo Argentina. “Nos interesó este país por fuera de Europa porque es uno de los exportadores importantes de soja y otros cultivos de los que se alimentan animales aquí”, dijo Geissen.
En la conferencia de UNGA78 se reflejó que el 100% de las muestras de materia fecal de Argentina tenían glifosato, mientras en Europa el porcentaje era del 70,5%. Además se detectó mucho fipronil sulfone (en el 97,1% de las muestras, contra 23,8% de las de Europa) y lambda-Cyhalothrin (en el 87% contra 15,9% de las muestras europeas).
“El principal problema es que tanto en Europa como en Argentina se encontraron varios químicos a la vez, y no hay todavía estudios que muestren qué pasa con esas mixturas”, advirtió la especialista. Ese aspecto es uno de los que continúa en marcha en el marco de Sprint: ver qué pasa con las mixturas de agroquímicos en lombrices.
El silenciamiento
Los resultados que arrojó hasta ahora Sprint son alarmantes. Pero la investigación continúa a nivel global. En Argentina, sin embargo, tras cancelar la presentación por parte de Aparicio el Consejo Directivo de INTA suspendió el 5 de julio todas las actividades del proyecto en Argentina.
El 4 de septiembre tuvo lugar en INTA Balcarce una reunión donde Aparicio -autorizada por el director nacional de la entidad, Ariel Pereda-, presentó algunos resultados del proyecto ante los participantes voluntarios. Según refirieron éstos, “Pereda manifestó su apoyo a la continuidad del proyecto SPRINT y a la Dra. Aparicio como investigadora responsable en Argentina, referenciando que el INTA es una institución que impulsa desde hace muchos años proyectos relacionados con una producción agropecuaria sostenible, como lo es este proyecto Sprint. También explicó que no es competencia del director reanudar la participación argentina en el proyecto, sino del Consejo Directivo como máxima autoridad de INTA, que es quien dictó la suspensión a través del voto unánime de sus integrantes”. La nota de suspensión de la difusión de resultados había sido firmada por el antecesor de Pereda, Carlos Parera.
El Consejo Directivo representa el máximo nivel de decisión del INTA, con cinco representantes del sector público y cinco del privado. Además del presidente, Mariano Garmendia, y la vice, Nacira Muñoz, los vocales son Joaquín Manuel Serrano por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca; Liliana Monterroso por las Facultades de Agronomía, Guillermo Bernardes por las Facultades de Ciencias Veterinarias, Alejandro Conci por la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), Mario Nicolás Carlino por la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Cooperativa Limitada (CONINAGRO), Sergio Melgarejo por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Pablo Paillole por la Federación Agraria Argentina (FAA) y Juan Manuel Bautista por la Sociedad Rural Argentina (SRA).
A principios de este mes, en el marco del Congreso de Alimentos de la Agricultura Familiar y Economía Social realizado en Paraná, Entre Ríos, la nutricionista Glenda Mangia le preguntó al presidente del INTA los motivos para la suspensión de la participación argentina en Sprint.
“¿Cuál es la justificación por la cual se prohibieron los resultados del Sprint?”, indagó Mangia a Mariano Garmendia. La respuesta: “Había un error inicial del INTA de cómo se abordó el proyecto pero que estamos tratando de subsanar, nosotros tenemos que involucrar sí o sí a los Ministerios de Salud de la Nación, de la Provincia de Buenos aires, tenemos que corregir y trabajarlo, en eso estamos en este momento”.
La resolución que con la aprobación del acuerdo de subvención para participar de Sprint (RESOL-2020-477-APN-CD#INTA) estaba firmada desde mayo de 2020. El paso al costado se dio tras la difusión de los resultados.
La carta
“Queremos expresar nuestra solicitud ferviente para que el INTA continúe su participación en este proyecto de investigación de vital importancia. Solicitamos a ustedes que autoricen la continuidad del proyecto SPRINT en Argentina, bajo la responsabilidad de la Dra. Aparicio, con sede en la EEA INTA Balcarce”, pidieron en su carta 44 de las 73 personas que voluntariamente participaron de Sprint.
El grupo no se conocía antes del silenciamiento de los resultados del proyecto. Tras lo que denunciaron como un hecho de censura, se fueron contactando y armaron un grupo de Whastapp donde decidieron organizarse y hacer un pedido colectivo por carta.
“Somos 44 participantes que no pertenecemos a ninguna organización, muy diversos en cuanto a nuestras actividades y profesiones, y a los lugares a los que pertenecemos. Y logramos reunirnos para esta carta, coincidiendo en un objetivo común: que el Consejo Directivo de INTA anule la suspensión y continúe con las investigaciones de SPRINT en Argentina, conducido por la Dra. Aparicio a quien reconocemos como la investigadora clave del mismo, y a la que respaldamos en esta grave situación, que pone en juego la credibilidad de INTA frente a la sociedad”, expresaron a Tiempo.
Mientras esperan respuesta, en el grupo hay quienes se ocupan de difundir los resultados a pequeña escala. Lo hicieron días atrás en Laguna Brava, y lo harán el sábado 21 en Sierra de los Padres.
“Pensamos continuar solicitando con firmeza la continuidad del proyecto Sprint, como lo hicimos hasta ahora, a pesar de que el Consejo Directivo se perpetúe en este silencio. Abandonar el camino que los participantes trazamos juntos, es abandonar el derecho a la salud ambiental y a la salud de nosotros, nuestras familias y la de toda la sociedad”, concluyeron.