Especialistas y la directora de Epidemiología de Nación opinan acerca de la situación actual de la pandemia. Algunos ya hablan de "endemia" y otros prevén una caída de los contagios a mitad de enero. Se duplicó la cantidad de UTI en una semana. El gobierno prepara una fuerte campaña de vacunación pediátrica.
La primera certeza: el tsunami de infectados lleva la marca Ómicron. Ya estaba presente en más de la mitad de los casos antes de Navidad. “Veníamos de todas las medidas implementadas como frontera, que sirvieron muchísimo porque se logró retrasar el ingreso de Delta hasta tener a la población vacunada, hubo un aumento de casos paulatino, moderado y sin impacto en casos graves y fallecidos. Con el advenimiento de la variante Ómicron, la ecuación cambia completamente”, explica a este diario la directora nacional de Epidemiología e Información Estratégica del Ministerio de Salud, Analía Rearte.
¿Están preocupados? “La palabra no es ‘preocupados’, sino ‘ocupados’. El aumento de casos terminó siendo extremadamente exponencial, como pasó en todas las partes del mundo, pero con una población muy bien vacunada, con lo cual hoy el foco no va a ser tanto las camas de terapia y fallecidos, sino la internación moderada y principalmente el primer nivel de atención, que no es menor. La cantidad de casos hace que mucha población se tenga que aislar y eso impacta en un montón de cosas. Por eso cambiamos las definiciones de casos, adecuando las políticas de testeos, promoviendo y cambiando las recomendaciones de vacunación. No es que no pasa nada, estamos en una pandemia con muchísima cantidad de casos”, afirma.
El 94% de los mayores de 18 años se colocó una dosis, y el 84% las dos. “Argentina está muy bien vacunada. En un momento había disminuido la percepción del riesgo, y hoy están aumentando muchísimo las consultas por vacunación”. Rearte remarca que la situación actual es “totalmente distinta” a las olas anteriores: “El año pasado, con 40 mil casos estábamos con las empresas de oxígeno viendo cómo hacer porque no nos iba alcanzar para dar atención en terapia. La vacunación cambió por completo la ecuación. Claramente, el virus va a seguir quedando y tenemos que ir planteando las estrategias y políticas sanitarias que nos permitan mantener nuestro mayor nivel de vida independientemente de lo que pase con el virus”.
Estabilidad
Jorge Aliaga, físico del Conicet y exdecano de Exactas de la UBA, sigue diariamente los números de la pandemia. Comenta que “desde octubre veníamos con un crecimiento exponencial, pero se notaba poco porque la tasa de duplicación de Delta era de 20 días. Hasta que el 15 de diciembre aparece Ómicron y la tasa fue de dos a tres días”. Ese ritmo no se puede mantener por mucho tiempo. Con menos gente para contagiarse y los cuidados que genera el temor, los casos decrecerán. Aliaga aporta otro factor: “La suba estuvo muy asociada a encuentros sociales de fin de año. Ahora la gente sale de vacaciones, suele estar más al aire libre. Es muy probable que a mitad de mes los casos empiecen a aflojar”.
El virólogo molecular y exrector de la Universidad de Quilmes, Mario Lozano, coincide: “Este aumento de casos necesariamente va a generar una saturación porque al virus le va a costar encontrar cada vez más personas susceptibles de ser infectadas. Como sucedió en Sudáfrica (y está sucediendo en Reino Unido), se va a alcanzar un pico de casos y después van a comenzar disminuir, quizá en un par de semanas. En el contexto de la gran campaña de vacunación, que ahora gracias al pase sanitario ha tomado nuevo impulso, Argentina es uno de los países del mundo en mejores condiciones para hacerle frente a la ola de Ómicron”.
CABA (con 2009 casos cada 100 mil habitantes en los últimos siete días) y Córdoba (1880) son las jurisdicciones con mayor tasa de contagios, aunque el tiempo de duplicación ya dejó de ser cada dos o tres días, y Córdoba capital vive un momento de “estabilidad aún con leve crecimiento”, como lo definió el senador provincial por Corrientes, Martín Barrionuevo, que realiza seguimientos diarios de la pandemia. Pero los especialistas remarcan que si se informan 110 mil casos diarios con una positividad del 59%, es similar a cazar animales en un zoo. Solo se están encontrando a los que tienen síntomas, que suele ser un 20% del total. “Hay muchísimos más casos que cien mil por día. Y ahora habrá muchos más sin testearse que son los contactos estrechos. Hasta que no baje la positividad a un valor manejable, no veremos la realidad de cuántos se están contagiando –subraya Aliaga–. En octubre era del 3% en CABA, ahí quien se sentía mal no tenía Covid, ahora alguien con síntomas seguro tiene Ómicron”.
La nueva cepa se distingue por afectar más las vías superiores que los pulmones. Gran parte de su sintomatología está más asociada a la gripe o el resfrío. Eso también dificulta los testeos. “Con Ómicron hay un factor en contra. Produce una enfermedad leve, y en muchos casos asintomática. Mucha gente se está internando no por Covid, y cuando los testean sale Covid. Al no aislarse siguen contagiando a terceros”, plantea Guillermo Docena, especialista en inmunología del Conicet, director del equipo que desarrolla la vacuna de la Universidad Nacional de La Plata y asesor del gobierno bonaerense. Y destaca el rol de las vacunas: “Ya con Delta habían demostrado que funcionan, no hizo acá la ola que hizo en países del norte, donde ya van por la quinta ola. El problema con Ómicron es que tiene un poder de contagio mucho más alto. Hay que estar alertas porque al haber tantos infectados el número de hospitalizaciones va a aumentar con el tiempo, sobre todo en no vacunados. Pero la diferencia con la ola anterior es abismal. El que no quiere entender que las vacunas funcionan es porque no quiere, no porque falte evidencia”.
En CABA, el 66% de los internados por Covid no está inmunizado, y otro 10% solo tiene una dosis. En Provincia de Buenos Aires llega al 82%. Hoy también transcurre una nueva ola de vacunados: hubo 2.208.000 dosis aplicadas en la primera semana de enero (con Año Nuevo en el medio): 1,4 millones de terceras dosis, 425 mil segundas dosis, y 331 mil primeras. Pero aún quedan 5.400.000 personas con el esquema incompleto, y otro tanto sin recibir ninguna.
Relajamiento
Comparado con olas anteriores, los fallecidos en esta etapa son proporcionalmente muchos menos, gracias a la vacunación. Aunque se duplicaron en los últimos 15 días, aun en un piso bajo de 41 fallecidos diarios. Esta semana también se duplicó la ocupación de camas UTI, de 942 el 1 de enero a 1852. Aliaga aclara que tampoco es estrictamente comparable la cantidad de muertos de hoy con meses anteriores. En octubre, por ejemplo, el 30% de los decesos reportados correspondían al pico de junio y julio, cuyos reportes estaban atrasados. “En cambio ahora prácticamente todo lo que se carga es de los últimos 20 días. A fines de enero veremos la consecuencia de esta suba, porque los internados suelen ser a 15 días de contagiarse, estamos lejísimos de los 650 muertos por día de la segunda ola pero tampoco es ‘contagiémonos que no pasa nada’”.
El tipo de internados también cambia con la nueva cepa. Barrionuevo publicó un análisis sobre la necesidad de asistencia respiratoria de los nuevos pacientes: “El 15 de diciembre el 35% de los internados tenía asistencia, ahora sólo el 8%”.
A Martín Hojman, de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), le preocupa “una sensación de que esto está terminando, la conducta de la gente de mucho relajamiento respecto a medidas preventivas que debemos tomar y que no se están tomando”, y agrega: “La pandemia no terminó. A pesar de que la internación y casos graves son menores, no son cero ni mucho menos. Hay que reforzar el mensaje de los cuidados y de la importancia, la seguridad y la eficacia de la vacunación”.
Para Hojman, muchos jóvenes no se dieron la segunda dosis “por relajación y por cierto run run de los efectos secundarios, es muy importante informar la diferencia entre tener solo una o el esquema completo”.
“Las vacunas son cada vez menos eficientes para evitar que nos contagiemos del virus, pero siguen siendo muy útiles para evitar que quienes estamos vacunados suframos una enfermedad grave –advierte Lozano–. De cualquier manera, ante la inequitativa distribución en el mundo, siempre estaremos con el riesgo potencial del surgimiento de otra variante más peligrosa que Ómicron en alguno de los países que se están dejando desatendidos. Por eso es muy importante que las vacunas comiencen a adaptarse para frenar a las variantes que circulan. Varias compañías lo están haciendo y las cuatro vacunas que se están desarrollando en Argentina tienen esa perspectiva”.
De pandemia a endemia
¿Qué hay después de Ómicron? Aliaga remarca que “no se sabe cuánta inmunidad te genera frente a otras cepas, puede pasar que se vaya y siga por debajo Delta. Es difícil extrapolar con Europa porque allá están en invierno, tienen más población mayor y diferentes estrategias de vacunación, recién ahora avanzan con menores. Acá todo lo relacionado al plan de vacunación –arrancar temprano con chicos, combinar dosis– funcionó muy bien. De hecho Israel vacunó solo con Pfizer y no tuvo un rendimiento mejor que Argentina, todo lo contrario. Lo que falta es un mensaje oficial que llame a mantener los cuidados. Después de las elecciones no quieren saber nada con restricciones. Pero no hay garantías de que con todo este contagio masivo haya efecto rebaño, para nada. La única garantía es que con más contagios vas a tener más muertos, menos que antes, pero vas a tener”.
En Estados Unidos y Europa ya se habla de un paso de pandemia a endemia. Para Docena, no hay que mirar demasiado adelante: “Esta es la endemia. Convivir con el virus. Al que está vacunado no le va a pasar nada. Eso ya significa un contexto endémico: no tener enfermedad grave. Lo mismo pasa con otros microorganismos patógenos a los que seguimos expuestos, pero no nos enfermamos por estar vacunados. La endemia nos va a pasar antes que a Europa, donde tienen a un 30% sin vacunar. La vacuna transformó la neumonía en una gripe”.
Lozano añade que es normal que un virus nuevo termine bajando su intensidad y su virulencia: “Pero este proceso no es corto, demora muchos años, y además no es lineal. A veces veremos aparecer variantes más atenuadas y otras veces más letales. La mejor estrategia es vacunar a todo el mundo. Todo el mundo, en forma literal”. «
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