Un paseo en canoa bajo las estrellas. Una caminata por ese paisaje lunar nacido de la actividad volcánica de otro tiempo. Una cabalgata entre montañas, quebradas y yungas hasta que caballo y jinete sean un solo cuerpo. Aquella premonición de que después del Covid 19 los viajes se volverán más sostenibles y con mayor contacto con la naturaleza parece haberse adelantado. El ecoturismo y el turismo de aventura son, en el contexto de la pandemia, las alternativas más efectivas para reactivar el movimiento turístico. En paralelo, los destinos con “alta calidad ambiental” se han vuelto atractivos hasta para aquellos viajeros tradicionales que solían vacacionar en la playa. “El coronavirus le dio un nuevo significado al turismo y lo que venga va a tener más que ver con disfrutar de la naturaleza”, coinciden tanto los operadores privados como los funcionarios del sector.
“El turismo de naturaleza sufrió, en el buen sentido, la consecuencia del encierro prolongado. Hay una búsqueda de lugares abiertos, de estar al aire libre. Si para alguien que vive en Capital, que estuvo encerrado todo este tiempo en un departamento, ir a una plaza ya es la gloria, imaginate estar en un lugar con contacto diario con la naturaleza. Hubo un reposicionamiento en la mente del viajero: hoy quiere ir al campo, a la montaña, al mar, salir del ambiente urbano. A eso hay que sumarle la reticencia al turismo tradicional que implica cuarenta personas adentro del micro para ir a una excursión con gente que no conocés o directamente quedarte en una playa abarrotada”, explica Carlos Pelli, presidente de la Asociación Argentina de Ecoturismo y Turismo Aventura (AAETAV).
Para el referente del sector, “el modelo de turismo hasta enero de 2020 no existe más”. Señala que en la Argentina “tenés mil destinos que pueden explotarse”. Sin embargo, aclara que, como en todo boom, hay demasiados arribistas.
“La palabra ‘sustentable’ nos queda grande a muchos porque no alcanza solo con poner un frasco de alcohol y tener buena ventilación. Lo sustentable tiene que ver con el tipo de combustible que usás, con tener al chofer en blanco, tener los seguros al día, comprar los insumos en la comunidad y no en otro lado. Es mucho más amplio que clavar un cartel con el pasto cortado alrededor”.
La Organización Mundial de Turismo define al turismo sostenible como aquel que “sigue los principios de sostenibilidad, minimizando el impacto sobre el medio ambiente y la cultura local, al tiempo que contribuye a generar ingresos y empleo para la población local”.
El organismo destaca que «cada vez más destinos tratan de posicionarse en este segmento porque reconocen su valor ecológico, cultural y económico» y detalla que «el 70% del costo de un viaje de turismo aventura queda en el destino que se visita, mientras que ese porcentaje es del 20% en el Caribe u otros centros vacacionales».
Pelli insiste en que el turismo sustentable es una “construcción constante en un país como la Argentina, donde tenés muchas motivaciones para ir por fuera del sistema”.
“Se requiere conducta y disciplina –continúa– para tener un ciclo de impacto real. No podés mostrarte plantando un árbol cuando estas negreando a tu personal. Si tenés una ciudad que se jacta de tener alta calidad ambiental, pero el municipio no manda nunca los inspectores a la calle a sacar a la gente que trabaja de forma ilegal, la sustentabilidad se transforma en una linda pintura y nada más”.
Más conciencia“Queremos que los viajeros entiendan dónde estuvieron, que conozcan el valor del bosque de palmeras, que es una especie única y emblemática de la región. Con un fogón, una caminata, un proceso de reciclado tratamos de darles un mensaje, especialmente a los que vienen de las grandes ciudades y están muy lejos de la naturaleza y llegan con miedos y reticencias. A esos, como digo en broma, tratamos de evangelizarlos. Parto de la idea de que no se cuida lo que no se valora”, dice Eugenia Peragallo, responsable del desarrollo turístico y educativo de La Aurora del Palmar, un refugio natural de 1500 hectáreas en Colón, Entre Ríos, que fue declarado Reserva Provincial y área protegida a través de un convenio con la Fundación Vida Silvestre de Argentina.
Para Eugenia, nieta orgullosa de la Aurora que dio nombre al lugar, la sustentabilidad no es solo ambiental, sino también económica y social. “Antes de la pandemia llegamos a tener 20 personas asociadas al trabajo de turismo. Además, generamos toda una fuente de ingresos en la población local y desarrollamos actividades involucrando a la comunidad. Por ejemplo, trajimos de Brasil a una persona que enseña a hacer cestería con la hoja de la palmera para que después se puedan generar productos y venderlos”.
Además de iniciativas privadas como la de la familia Peragallo, se necesitan políticas públicas para desarrollar el potencial del turismo ambientalmente responsable en el país. En ese sentido, el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación creó el programa “La Ruta Nacional”, que promueve circuitos asociados a la naturaleza más allá de los hitos mundialmente conocidos como las Cataratas del Iguazú, el Glaciar Perito Moreno o el avistaje de ballenas en la Península Valdés.
“El programa surge con la idea de darle una estructura específica al turismo responsable y un marco de política pública a una tendencia de búsqueda de la naturaleza que con el coronavirus se hizo más fuerte, porque se la percibe como más segura. Al mismo tiempo quisimos democratizar algunas cuestiones vinculadas a la aventura que se creían propias de un determinado grupo. Hoy, cualquier persona puede encarar un sendero de baja dificultad, aun cuando no esté entrenada. A esa búsqueda de un área abierta y natural, se le suma que la gente es cada vez más activa en su tiempo de ocio”, reflexiona Claudina González, directora de Desarrollo de Turismo de Naturaleza.
La Ruta Natural propone descubrir la Argentina a partir de 17 grandes rutas territoriales y siete circuitos temáticos que abarcan desde la selva misionera a los valles y quebradas del norte, pasando por la Puna y también la Costa Atlántica. “Queremos generar en el público una cultura de turismo de naturaleza más allá de las atracciones conocidas, encontrar destinos emergentes, descubrir el lado B. Ir instalando esa idea provoca que los turistas no se concentren como siempre en los puntos más vendidos de los catálogos de las agencias, así evitamos la aglomeración y el uso intensivo, haciendo un turismo más sustentable”, define González, y agrega: “Debemos acompañar ese compromiso y esa conciencia creciente de los viajeros con el ambiente para ayudar a que lo sostenible sea en serio”. «
Qué actividades y dónde En la Argentina existen unos 2600 prestadores de ecoturismo y turismo de aventura. El trekking y el senderismo, con 1144 prestadores (27%); las cabalgatas, que tienen 452 prestadores (9%); y el montañismo, con 264 (7%), son las actividades del sector más requeridas, seguidas por parapente, cicloturismo, rafting, kayak, observación de aves y fauna, canotaje, excursiones lacustres, canopy y tirolesa.
La Patagonia concentra al 47% de los prestadores y es la región donde más desarrollo tienen el senderismo, cabalgatas, montañismo, pesca, avistamiento de aves y de fauna, rafting y kayakismo, entre otras actividades. Las provincias de Río Negro, con 415 prestadores, y Chubut, con 215 empresas dedicadas a este segmento, son las que más desarrollo tienen en lo que hace al turismo al aire libre y en contacto con la naturaleza.
Buenos Aires, con 350 prestadores (14%), se ubica después en la lista, seguida por las regiones de Cuyo con 320 prestadores (13%), el Litoral, con 309 (12%); Córdoba, 246 (10%), y las provincias del Norte, que tienen 218 (9%).
Recomendaciones para un buen ecoturismoEl turismo es una actividad que causa impactos directos en todos los sectores de la economía, provocando alteraciones tanto en las costumbres de los pobladores como en el ambiente. Para que esas consecuencias sean positivas, el viajero debe tener una concientización, preparación y disciplina que le permitan una relación amigable con el entorno. Entre los requisitos o consejos para ser un buen “ecoturista” se destacan:
–Elegir empresas certificadas, es decir, que cumplan con sistemas de gestión ambiental, tanto para el alojamiento como para el resto de los servicios que se van a utilizar.
–Desplazarse de manera sostenible, eligiendo el transporte público, la bicicleta o simplemente a pie. Si se usan vehículos, intentar disminuir las emisiones.
–Comprar y consumir productos locales (comida, artesanías, etc.) y contratar servicios (taxis, guías) también gestionados por firmas locales.
–Ser respetuosos al momento de disfrutar de la naturaleza: en silencio, sin molestar o tocar los animales, plantas y flores. También se puede ayudar a la conservación de las especies autóctonas informándose de las iniciativas no lucrativas que ayudan proteger el espacio natural.
–Y ahorrar energía. Generalmente, durante la estadía en un hospedaje no se presta atención al gasto de agua o electricidad. Apagar las luces y cerrar las canillas cuando no se necesitan son, apenas, un par de ejemplos de cómo con algunas prácticas se ayuda a cuidar el ambiente.