El lobby antiaislamiento de un sector económico, político y mediático llegó al sumun esta semana con una convocatoria para marchar a Plaza de Mayo «contra la cuarentena». El peligro no es sólo ideológico (aunque si alguno de ellos contrae el virus probablemente reclame la asistencia del Estado contra el que despotrican), sino peor: puede hallarse entre esas personas un «supercontagiador» que abra una nueva cadena de infección con rapidez inusitada. De acuerdo a una investigación de la Universidad de Santiago de Compostela, en España, los supercontagiadores son responsables de hasta el 50% de las infecciones de Covid-19.
Tras analizar 5000 genomas del virus, el genetista Antonio Salas, autor del estudio, concluyó la existencia de sujetos más proclives a transmitirlo, lo que explicaría su poder de dispersión, muy superior a otros coronavirus. Un hallazgo que podría prevenir futuros brotes. «Detectamos un comportamiento extraño de los datos y curvas con crecimientos y depresiones que no parecen previsibles. Cuando nos pusimos a ver qué estaba pasando acabamos llegando a la conclusión de que ese comportamiento solo se puede explicar mediante la figura del ‘supercontagiador’. Hay motivos biológicos y otras razones. Se trata de sujetos con tiempos de incubación del virus más prolongados que el resto, lo que les convierte en candidatos a propagar la enfermedad con mayor eficiencia», declaró a la prensa española.
«Es posible que existan ciertas características en esas personas para facilitar el contagio: más secreciones respiratorias, que su sudor tenga más carga viral o incluso la forma de hablar», acotó Salas, cuyo estudio reveló también que España fue infectada con una cepa del virus diferente al resto de Europa.
Velorios
En La Rioja, España, aún recuerdan el funeral, a fines de febrero, al que asistió buena parte de la comunidad gitana de Haro. Uno de los presentes fue “el Camarón”, un vecino de 52 años que acababa de regresar de Italia, sin síntomas. Fue el origen de uno de los principales focos de infección en el país, con 300 casos en 15 días. El 85% de ellos tuvieron que ver con el suceso de Haro. Más allá de los componentes biológicos, la clave es el comportamiento social. Paradigmático en la Argentina fue el velorio clandestino que ocurrió esta semana en el partido bonaerense de Lobos, al que asistió una mujer que dio positivo de coronavirus y por el que quedaron al menos 50 personas aisladas. Para el director del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, Antonio Montero, los supercontagiadores «existen y son los que obligan a mantener la cuarentena». Los describe como aquellas personas cuya cantidad de partículas virales «es muchísimas veces superior a la del resto de los infectados. Cuando hablan, tosen o cantan, pueden eliminar cien veces más cantidad de virus a través de gotitas, como un aerosol».
«Puede ocurrir por dos motivos –explica el investigador–. Debido al huésped, o sea a la persona, que por algún motivo su sistema inmune no lidia con el virus y por eso tiene gran cantidad de él dando vueltas. Y el otro factor es debido al virus, que por pequeña mutación (el covid–19 muta poquito, no como el HIV) el infectado esté con una cepa que se replica mucho dentro suyo, y entonces larga el virus por todos lados. En Rosario tuvimos el caso de una persona que llegó de Buenos Aires y contagió a 15. Pero en una epidemia hay que apuntar a la sociedad, no al individuo, es la sociedad la que se enferma, especialmente los ancianos, los que tienen factores de riesgo, y los pobres, por sus condiciones de hacinamiento, malnutrición e inmunodeprimidos. Lo que hay que hacer es muy simple: distanciamiento social, lavado de manos, y barbijos. Hacer reuniones masivas en estos momentos es una locura».
Superdiseminación
En Uruguay, el virus lo introdujo desde Europa una diseñadora que infectó a 44 personas, entre ellas su empleada doméstica. De acuerdo a un relevamiento de investigadores canadienses, existieron al menos 87 eventos de superdiseminación de Covid-19 en 28 países y a bordo de seis cruceros. No hubo reportes de teatros o cines, donde la gente permanece callada y se tapa al toser.
En Loncopué, centro de la provincia de Neuquén, el motivo fue algo autóctono: dos carneadas y un asado de cumpleaños. En otros casos se abrieron causas judiciales, como el del joven de Moreno que fue infectado a una fiesta de 15, o la madre e hija chaqueñas que regresaron de España con el virus e hicieron vida normal. Hoy, Chaco tiene más de 800 contagios y es la tercera con más casos.
«Generalmente por períodos breves, de 24 a 48 horas, los supercontagiadores son capaces de generar gran cantidad de infecciones, como sucedió en marzo en un coro de Washington, donde un coreuta infectó a 52 personas, el 87% del grupo», resalta Leda Guzzi, de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI). Aclara que no se puede predecir quién es supercontagiador: «Por eso las únicas medidas eficaces son la cuarentena y la higiene, debemos darnos cuenta que de esto no salimos solos, necesitamos el compromiso social y colectivo».
Un aumento del 2% de supercontagiadores podría traducirse en un crecimiento del 20% en las tasas de infección en una población. Montero destaca que, a diferencia de otros coronavirus como el SARS y el MERS, este «tiene mucha más contagiosidad pero mucha menos letalidad, inferior al 3%, cuando aquellos tuvieron del 18 al 30%, aunque éste usa un truco sucio: comienza a contagiar entre 24 y 48 horas antes de la fiebre, mientras la persona aún está sana. Te colapsa el sistema de salud de la noche a la mañana y se te empiezan a morir personas por no poder atenderlas».
«Un supercontagiador es un hospedador del virus que está a la altura de este biothriller mundial», publicó Javier Sinay, periodista y escritor, ganador del Premio Gabo de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, y lo describe como «una mezcla de exterminador, víctima y tonto; es un obrero silencioso, capaz de hacer producción en masa para el virus sin saberlo porque, además de la negligencia respecto a las precauciones que él no toma, los científicos sospechan que en algunos organismos hay un componente bioquímico que hace que alguien, lo quiera o no, se vuelva más que un mero contagiador».
La paciente 31
Desde que tuvo su primer caso, importado de Wuhan, Corea del Sur surfeó dos meses con apenas 30 contagios. Hasta que llegó la paciente 31: una mujer perteneciente al grupo religioso cristiano Shincheonji que, ya teniendo los síntomas, asistió a dos misas masivas, una boda, un funeral, comió en un hotel con amigos y hasta recorrió hospitales. Ella sola multiplicó por 30 la expansión del virus en Corea en apenas ocho días: se calcula que provocó el contagio de 1160 personas.
Un trabajo reciente de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres estima que el 80% de los nuevos casos en la actual pandemia proceden de un 10% de los infectados. Claro que la rápida extensión del virus no se puede explicar sólo por supercontagiadores. La globalización, la desigualdad y la falta de urbanización agregan leña al incendio sociosanitario que ataca al mundo: la primera infectada en Villa Azul fue una señora que trabajaba en Recoleta como empleada doméstica de una mujer que trajo el Covid-19 desde Alemania. En menos de tres días, ese barrio vulnerable del sur del Conurbano ya contaba con 22 infectados.
Los niños, grandes vectores con pocos síntomas
El rol de los niños en los contagios es una cuestión aún en estudio. A pesar de que se los considera grandes vectores de enfermedades infecciosas, menos del 2% de los casos reportados en China, Italia y los Estados Unidos pertenecieron a menores de 18 años. Según un estudio de la Universidad de Queensland, Australia, que analizó estadísticas de 20 países, en sólo el 8% de los casos fue un niño la primera persona en traer la infección al hogar.
En la región china de Shenzhen analizaron domicilios con casos confirmados y descubrieron que los niños menores de 10 años tienen la misma probabilidad de infectarse que los adultos, pero muchas menos chances de sufrir síntomas graves. Mientras que en los Alpes franceses, otro estudio, publicado en Science, reveló que un niño de 9 años que había asistido a tres escuelas diferentes y a una escuela de esquí con Covid-19, no infectó a nadie.
Las invasiones biológicas
La propagación de virus como el Sars-CoV-2 y la dispersión de especies exóticas invasoras tienen más aspectos en común de lo que se cree, emparentadas por el peso de las intervenciones humanas sobre la naturaleza y la creciente conectividad global. Así lo plantea el trabajo publicado en la revista Trends in Ecology and Evolution por Martín Núñez, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente, del que también participaron científicos de Chile y Canadá, y que llama a un trabajo conjunto entre especialistas en ecología, investigadores biomédicos, epidemiólogos y sociólogos con el objetivo de limitar futuros brotes pandémicos.
“Aunque resulte infrecuente, hay razones para abordar la dispersión de virus que infecta a los seres humanos como si se tratara de invasiones biológicas. Se trata de un nuevo organismo que emerge de forma repentina, seguramente como consecuencia de la interacción del ser humano con la naturaleza y, en apariencia, en un entorno (huésped) distinto al de su origen; prolifera a gran velocidad gracias a su capacidad de adaptación; se distribuye globalmente de forma veloz a través de las redes de transporte que conectan el mundo; y tiene un impacto fuertemente negativo sobre el bienestar y la salud humanas”, señala Núñez.
“Creemos que el actual aumento de la conectividad global, en combinación con la continua alteración de los ecosistemas y la explotación de la vida silvestre, incrementa las posibilidades de que emerjan nuevas enfermedades infecciosas que se dispersen rápidamente a nivel mundial”, apunta el investigador. Y completa: «La hipótesis de que el SARS-CoV-2 apareció y evolucionó en especies silvestres (como los murciélagos) y llegó a los seres humanos como consecuencia de la caza y la venta ilegal, o de otras intervenciones humanas sobre la naturaleza, refuerza la analogía. Del mismo modo, los pinos no resultan dañinos en donde son nativos y frecuentemente se transforman en invasores al ser plantados fuera de su hábitat, con impacto negativo para lo biodiversidad”.