El periodista y escritor Eduardo Silveyra, sufrió un sugestivo robo en su departamento del barrio porteño de Flores, en donde los delincuentes revolvieron todo el lugar y llamativamente solo se llevaron cuatro camisas y su notebook, donde tenía archivos sobre su más reciente investigación: el opaco nacimiento de la Policía de la Ciudad y sus vínculos con la desaparición del oficial de sus propias filas, Arshak Karhanyan, cuyo paradero se desconoce desde el 24 de febrero de 2019.
En agosto del año pasado, Silveyra publicó su último libro llamado La Gorra, en donde precisa que la fuerza de seguridad de capital, la última en ser creada en el país, perdió la oportunidad de quitarse de encima las malas mañas de sus predecesoras, La Metropolitana y la Policía Federal, a la que se sumaron exintegrantes de Gendarmería, Prefectura y La Bonaerense, entre otras. Pero no por ser la policía más nueva, es la más democrática: según el autor, esta fuerza fue concebida para perseguir a los pobres.
Silveyra había salido de su departamento el lunes a eso de las 15 y cuando volvió, a las 22, notó que no podía abrir con normalidad la puerta porque algo se lo impedía. “Estaba como trancada, tuve que empujar y ahí vi que había un baúl, que estaba debajo de la cama, que lo habían sacado. Revolvieron todos los papeles y eso estaba obstruyendo la entrada”, cuenta el hombre a Tiempo, desde Formosa, donde viajó por cuestiones laborales ya que trabaja en prensa en el Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena.
El ambiente era un caos, documentos y ropa por todo lados. “Lo único de valor que se llevaron fue mi computadora, además de un bolso que tenía preparado para viajar y que estaba a medio terminar, donde había cuatro camisas”, recuerda el periodista, quien reconoce que también “faltaban unos billetes viejos que colecciono. Me llamó la atención que dejaran camperas. Entiendo que se llevaron las camisas para amortiguar cualquier golpe de la computadora”.
Los delincuentes lograron acceder al departamento tras escalar un muro de un vecino, por donde alcanzaron el balcón del hombre, ubicado en un primer piso en una calle cortada que da a un paso a nivel, a pocos metros de las vías del Ferrocarril Sarmiento. “Me llama la atención semejante trabajo para robar solo una notebook, porque se podrían haber llevado más cosas y no lo hicieron. Tengo un estante, por ejemplo, con cosas antiguas de mediano valor que se las podrían haber cargado perfectamente en ese bolso”, insiste.
“Precisamente, -añade Silveyra– en la computadora tenía guardado el libro, archivos con información que me sirvieron para el mismo y otros archivos con datos para seguir investigando la desaparición del policía Arshak Karhanyan, un tema muy denso donde traté de entrevistar a gente pesada comprometida con el caso, apañados por el juez Alberto Baños, quien acaba de renunciar a la causa”.
La víctima confía a este diario que le llamó la atención que hace unos 10 días atrás, se instalaron dos parejas en situación de calle a “ranchear” en su cuadra en una carpa con dos colchones. Estaban muy bien vestidos, prolijos, siempre con ropa limpia, zapatillas nuevas; ellos con el pelo corto y ellas con las uñas bien cuidadas y pintadas. Se turnaban para no abandonar el lugar. Cuando las dos chicas se iban, llegaban los dos muchachos. Las rotaciones eran cerca de las 8 de la mañana. Desde el lunes a la tarde, los cuatro no volvieron a ser vistos en la zona.
Según pudo reconstruir Silveyra dialogando con encargados de edificios de la cuadra, el robo habría sido cerca de las 19, porque hasta ese momento nadie se percató de nada extraño. Lamentablemente, la víctima no pudo dar con cámaras de seguridad por la zona que pudieran haber registrado algún indicio de los sospechosos. Y, más llamativo aún, es que tras llamar al 911, los agentes de la Policía de la Ciudad que se apersonaron en el lugar no lograron levantar huellas porque los delincuentes habrían actuado con guantes de látex.
La denuncia quedó radicada en la Comisaría Comunal 7C y tramita en la Fiscalía Nacional en lo criminal y correccional número 54.