Los operativos se ejecutaron de manera simultánea en cuatro provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Algunas de las cientos de especies rescatadas se encuentran en peligro de extinción.
En los 18 allanamientos simultáneos que involucraron los operativos, rescataron a 600 animales de diferentes especies. Algunas de las especies se consideran en peligro de extinción y están amparadas por la Ley 22421 de Conservación de la Fauna y la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES).
Dentro de las especies secuestradas había 89 cardenales amarillos, 70 de los cuales permanecían en uno de los domicilios allanados en provincia de Buenos Aires. Además, un centenar de aves de más de 20 especies diferentes tales como cardenal de copete rojo, pepitero, corbatita, reina mora, piquito de oro, brasita de fuego, loro de frente roja, loro hablador, rey del bosque y sietevestidos.
A su vez, fueron rescatadas 155 tortugas de tierra, de las cuales más de 100 se encontraban en un domicilio de la provincia de Santiago del Estero, junto a ejemplares de otras especies, como lagartos overos.
Los operativos fueron encabezados por el Departamento Delitos Ambientales de la Policía Federal, en el marco de una causa originada en el año 2020. Los allanamientos fueron ordenados por el Juzgado Federal y Correccional N° 2 de Lomas de Zamora, a cargo de Ernesto Kreplak, y se centraron en las localidades bonaerenses de Lanús, Merlo, Mariano Acosta, Jaguel e Isidro Casanova, así como en CABA, Paraná, Tucumán, Santiago del Estero capital y La Banda.
Desde Ambiente contaron que «los cardenales amarillos fueron trasladados a la Fundación Temaikén para su rehabilitación, mientras que los ejemplares secuestrados en la provincia de Santiago del Estero fueron derivados a un predio provincial para su recuperación y posterior liberación».
La Brigada de Control Ambiental fue lanzada en 2020 por el Ministerio de Ambiente para aumentar «las facultades del cuerpo de inspectores del Ministerio». Está integrada por agentes especializados que, entre otras acciones, deben controlar el cumplimiento de la política ambiental, en concordancia con lo estipulado por la Ley General del Ambiente; las competencias referidas al suelo, subsuelo, agua, aire, biodiversidad, bosques nativos, flora y fauna silvestre.
También constatar «el estado de situación en zoológicos, criaderos y santuarios naturales, sus instalaciones, el estado del plantel faunístico», brindar asistencia en el tránsito interjurisdiccional de animales silvestres, y el rescate de animales silvestres que son hallados perdidos fuera de sus hábitats o lastimados.
«Luego de su recuperación y estabilización, y gracias al trabajo de veterinarios en el marco de una articulación interinstitucional, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se encarga de la translocación de los ejemplares, en lo posible, a su entorno natural», explicaron.
No es el primer operativo efectuado en este tiempo. En noviembre pasado rescataron monos salvajes que venían de Paraguay en la zona fronteriza de Corrientes y Formosa, y 330 aves halladas en Córdoba. En esos operativos hubo más de 20 especies diferentes: mirlo, trapiche, semillero, naranjero, piquito de oro, margarita, jilguero, paraguayito, rey del bosque, cabecita negra, luisito, vira vira, corbatita, vizcachita colorada, vizcachita gris, chingolo, brasita, aurorita, entre otras.
El tráfico ilegal de fauna, que va de la captura a la comercialización de especies prohibidas para su venta, genera entre 15 y 20 mil millones de dólares al año en todo el mundo. Es el cuarto comercio ilegal mundial después de la venta de drogas, la falsificación y el tráfico de personas. En Argentina no hay registro oficial, pero mueve millones y demanda la creación de fuerzas especializadas.
El mercado ilegal supone mecanismos como la falsificación, sobornos, empresas fantasmas, violencia, aprietes y corrupción. Según Vida Silvestre hay casi 600 especies amenazadas. En Argentina las más perjudicadas son más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 mamíferos: entre ellas, el loro hablador, monos, ciervos, felinos y tortugas (que a pesar de la costumbre extendida en hogares, su tenencia y tráfico está prohibido).
Los ejemplares suelen tener como destino a las grandes ciudades donde se produce la mayor demanda y oferta para ser usados como animales domésticos o tenencia particular. Muchos se compran en ferias (la de Pompeya en CABA, por ejemplo), veterinarias, sitios de e-commerce, redes sociales y rutas. Los compran turistas, empresarios, coleccionistas, o nuevos traficantes.
En nuestro país, la mayoría del tráfico silvestre se concentra en las provincias del noreste.
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