El mayor galardón de la 17º edición fue para Juliana Cassataro por la primera vacuna contra el Covid-19 del país aprobada por la ANMAT.
El proyecto tiene como objetivo «promover el papel de la mujer en el ámbito científico, despertar vocaciones científicas entre las niñas, apoyar a jóvenes investigadoras y recompensar la excelencia en un campo en que las mujeres deberían estar mucho más presentes». Durante la ceremonia se puso en primer plano la situación de las mujeres en el sistema científico local: son el 63% del personal de los organismos científicos, pero muy pocas llegan a lugares jerárquicos. El ministro de Ciencia, Daniel Filmus, agregó otro punto, a días de que Javier Milei asuma la presidencia y la ciencia sea degradada dejando de ser Ministerio y con el Conicet en riesgo de ser privatizado: «para que haya mujeres en la ciencia tiene que haber ciencia».
El Premio Nacional L’Oréal-UNESCO ya lleva 17 ediciones y esta última estuvo enfocada en “Ciencias de la vida”. Este año, la ganadora de la Categoría Premio fue la Doctora Juliana Cassataro, investigadora en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas del CONICET y la Universidad Nacional de San Martín.
Su proyecto “Evaluación de la respuesta de anticuerpos contra antígenos de SARS-COV-2 en una subpoblación de participantes del ensayo fase ⅔ de la vacuna ARVAC Cecilia Grierson”, tiene por objetivo desarrollar y producir en Argentina una vacuna recombinante adyuvada para refuerzos y cambio de variante contra la COVID-19 que se conserve entre 2 y 8 °C. Se trata de la primera vacuna contra el Covid-19 del país aprobada por la ANMAT y que en poco tiempo ya podrá ser aplicada a la población.
«Venimos trabajando en este proyecto desde hace mucho, por lo que además de la satisfacción de haber completado todas las fases de una vacuna 100% argentina, nos queda el orgullo de contar con una capacidad instalada y las redes para encarar nuevos proyectos”, destacó Cassataro.
La ganadora de la Categoría Beca, fue la Doctora Mónica García, investigadora en la Unidad de Investigación y Desarrollo en Tecnología Farmacéutica del CONICET y la Universidad Nacional de Córdoba, por su trabajo en “Nanomedicinas biométricas para quimio e inmunoterapia del cáncer de mama”, con el que busca desarrollar alternativas terapéuticas prometedoras a través de nanomedicinas que permitan localizar el efecto terapéutico en el sitio de acción-tumor.
Su principal línea de investigación se centra en la nanomedicina del cáncer. “Las mujeres hemos luchado incansablemente para romper barreras y dejar nuestra huella en el universo de las ciencias; en especial, en el campo STEM, en donde enfrentamos mayores dificultades para nuestro desarrollo profesional. A pesar de los desafíos, prejuicios y etiquetas, nuestra contribución ha sido y es innegable. Aun así, todavía existen desigualdades en financiamiento, promoción y acceso a puestos de liderazgo. Esto pone en relieve la resiliencia increíble de las mujeres científicas y la importancia de premios como este que permiten visibilizar y poner en el centro de la escena a las mujeres que se desempeñan en el ámbito científico”, asegura sobre el rol de las mujeres en la ciencia esta investigadora nacida en San Rafael (Mendoza) el 25 de mayo de 1987, apasionada por la ciencia desde chica. Llegó a ser Abanderada Nacional en la escuela secundaria, recibiendo la Medalla de Oro al mejor promedio en 2004.
La científica distinguida en la categoría Premio recibió un apoyo económico de $3.000.000; mientras que a la ganadora de la categoría Beca se le otorgó $2.000.000. A ellas se les sumaron otras cuatro premiadas, sobre más de cien investigaciones evaluadas.
En la categoría Premio fueron reconocidas con menciones Ana María Laxalt, investigadora en el Instituto de Investigaciones Biológicas del Conicet y la Universidad Nacional de Mar del Plata, por su proyecto “Fosfolipasa C en Estrés: Control de Enfermedades en Tomates mediante Edición Genética y Uso de Arabidopsis como Modelo Experimental”, y la Gabriela Salvador, investigadora del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca del Conicet y de la Universidad Nacional del Sur, por su trabajo “Mediadores lipídicos de pro-resolución: relevancia en procesos de injuria neuronal disparadores de neuroinflamación”.
Por su parte, en la categoría Beca fueron distinguidas la María Julia Lamberti, investigadora del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud del Conicet y la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba, por su proyecto “Desarrollo de vacuna a células dendríticas estas con lisados tumorales generados por terapia fotodinámica para el tratamiento del melanoma”, y Melisa Olave, investigadora en el Instituto Argentino de Investigación de Zonas Áridas del Conicet, del Gobierno de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo. Fue distinguida por su trabajo “Bases científicas necesarias y urgentes para definir estrategias eficientes de conservación de la biodiversidad ante la sexta extinción masiva”.
En su discurso el ministro Filmus felicitó a las ganadoras: «sus proyectos son iniciativas que sirven para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente. La ciencia juega, sin lugar a dudas, un rol decisivo respecto del desarrollo del país”.
“Realmente las mujeres tienen una condición desventajosa en su desarrollo dentro de la ciencia –continuó–. En Argentina tenemos una característica particular: hay más mujeres científicas que hombres. Sin embargo, cuando uno mira los distintos escalafones encuentra que las mujeres tienen muchas más dificultades para acceder, y si se va por ejemplo a las direcciones de los institutos las mujeres son una proporción mucho menor”.
Y reconoció el premio, llevado adelante en conjunto por L’Oreal y Conicet, «que tiene una doble reivindicación: la de las mujeres, pero también para que haya mujeres en la ciencia tiene que haber ciencia. No conocemos ningún país del mundo, de los que admiramos no solo por su crecimiento sino también por la distribución de su riqueza, que haya crecido y que se haya desarrollado sin el aporte de la ciencia. Esos países son los que más invierten en ciencia y tecnología. Esperamos que este premio sirva también para reconocer el papel de la ciencia, y que para tener un país como el que soñamos necesitamos más ciencia, más científicos y más científicas”.
La presidenta del Conicet, Ana Franchi, acotó: “este premio dice que la ciencia necesita de las mujeres y las mujeres de la ciencia, y las mujeres necesitamos que esa ciencia sea más inclusiva. Tenemos un poco más de 63% de mujeres en nuestros organismos y muy pocas en los lugares de toma de decisión. También quiero rescatar que las mujeres somos tercas, y para mí la terquedad es una virtud. Somos tercas porque seguimos adelante y porque seguimos creyendo, hoy más que nunca, que la ciencia y la tecnología son el motor del desarrollo para un país inclusivo, y sabemos resistir y valorar».
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