Sociedades científicas buscan que sean considerados una medicación por su importancia en la prevención del cáncer de piel. Deberían cubrirlos las obras sociales y prepagas.
«A fines del año pasado lanzamos una campaña de fotoprotección y fotoeducación en todo el país, donde estuvieron invitados representantes de la industria. Y ahí les transmitimos nuestra opinión de que consideramos al protector solar una medicación y no algo estético», remarca a Tiempo el titular de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), Ariel Bernardo Sehtman. Y adelanta que este año presentarán «un proyecto de ley a nivel nacional, junto a otras sociedades científicas, para que eso esté regulado». Hay provincias y obras sociales que ya tienen a los protectores incorporados en algunos programas, pero la información no está sistematizada y sobre todo, su inclusión no es obligatoria. «Hace poco atendí a una paciente en el Hospital de Clínicas que me pidió que se lo prescriba, porque su obra social de Petroleros le cubría el 90 por ciento. También la de Luis Pasteur ofrece cobertura para pacientes oncológicos», detalla.
Sehtman explica que esta medida no solo sería importante por la eficacia que tienen en la prevención del cáncer de piel, sino que la industria también lo agradecería. «Los laboratorios venderían más, porque la gente los pediría todo el año y no buscarían usar el del año pasado, que seguramente está vencido», añade.
La radiación ultra violeta (UV) como un importante factor de riesgo para los cánceres de piel ya es una cuestión probada en el ámbito de la salud. Según la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer, en la Argentina el 52,8% de los casos de melanoma se atribuye a la exposición a rayos UV, ubicándolo entre los países de riesgo medio–alto. La tasa en nuestro país es de 212 casos de cáncer de piel por cada 100 mil habitantes, lo que hasta 2018 (último ejercicio del que se tiene referencia) representa unos 125 mil nuevos casos de melanoma por año, número que va en aumento en las últimas dos décadas.
Rubén Sajem, director del CEPROFAR y secretario general del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de CABA, remarcó que los protectores solares «constituyen una defensa de primera línea, siempre que reúnan las condiciones necesarias de eficacia, seguridad y calidad del producto». También destacó que la incidencia de rayos ultravioletas nos llega aún en días nublados y está formada por rayos invisibles que penetran la piel y pueden provocar diversos problemas. Entre las radiaciones ultravioletas se distinguen: las UVA, que causan envejecimiento de la piel y pueden causar cáncer; y las UVB, que causan enrojecimiento, quemaduras, y predisposición al cáncer de piel.
«El precio de los medicamentos es fijado libremente por el laboratorio elaborador», precisa Sajem. Una consecuencia es la disminución en su uso: actualmente sólo cuatro de cada diez argentinos lo utilizan todo el año, y menos del 70% lo hace en verano, de acuerdo a cifras de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD). Algo peor: el 77% de aquellos que apelan al protector no sigue la recomendación básica de colocárselo 30 minutos antes de la exposición al sol.
Los protectores solares carecen de descuento. No figuran en el PMO ni en Precios Cuidados. En el Congreso de la Nación se han girado proyectos de ley para promover que los protectores solares tengan cobertura médica, incluyéndolos en el Programa de Prestaciones del Plan Médico Obligatorio, por ejemplo el que presentó el diputado radical Fabio Quetglas en marzo del año pasado. Ingresó a la Comisión de Salud, pero no avanzó porque la comisión en el último semestre de 2019 nunca se reunió.
Sehtman destaca que los protectores son un elemento de prevención, pero no el único, y menciona las camisetas, anteojos de sol y sombrilla como ejemplos, muchas veces subestimados. Subraya que del sol hay que protegerse todo el año, no solo en verano, también los días nublados y completa: «Con que tengan factor 35 ya es una protección alta. La diferencia con uno de 60 o 70 es de sólo un 2%. Después conviene fijarse en el envase que diga que tiene protección UVA y UVB, y sobre todo repetir la aplicación cada dos horas. Aunque diga que es resistente al agua, no es así. La gente se relaja en la playa, a orillas del mar, te dicen ‘No pasa nada’, y no saben que está recibiendo casi un 9% más de rayos por abajo, porque la arena refracta». «
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