La ONG Basta de Demoler encabeza la iniciativa para que el terreno lindero al histórico Monasterio Santa Catalina sea expropiado para espacio verde. El oficialismo lo rechaza.
La posible plaza para el microcentro se ubicaría sobre el antiguo cementerio y huerta del Monasterio Colonial de Santa Catalina de Siena, en el predio de Av. Córdoba al 400, en la intersección con Reconquista y Viamonte, entre los barrios de San Nicolás y Retiro.
El proyecto es impulsado por la ONG Basta de Demoler e insta a que se declare de utilidad pública y sujeto a expropiación el terreno. Casi malas palabras para el diccionario macrista y de La Libertad Avanza, virtualmente fuerzas separadas, en la práctica un monobloque. Para la Comuna 1, en la que se inserta el sitio, sería un alivio verde.
Actualmente la Ciudad de Buenos Aires afirma tener (según datos oficiales de la Dirección de Estadísticas y Censos) unas 2063 hectáreas de espacios verdes. Serían 6,8 m2 verde por habitante, no tan lejos de los 10 m2 que sugiere la OMS como un mínimo para vivir en un mejor entorno. Pero al mirar en detalle, esas hectáreas incluyen veredas, canteros como los de la General Paz, el Ecoparque, y hasta cementerios. En ese cambalache urbano, la Comuna 1 figura con 463 hectáreas verdes, pero 343 de ellas corresponden a la Reserva Ecológica Sur, bastante alejada del microcentro, y poco frecuentada.
El licenciado en Diseño del Paisaje (UMSA), Fabio Márquez, conocido en redes como “Paisajeante”, expresa que CABA “tiene un mínimo dramático de espacio verde público, por lo cual todo espacio verde que se pueda conseguir, palía un poco el tremendo déficit que tiene, aunque estemos lejísimos de los estándares internacionales”.
Considera que el predio detrás de Santa Catalina de Siena es una oportunidad no sólo de crear espacio público: “para atenuar los efectos de cambio climático, producto del calentamiento global, necesitamos naturalizar lo más posible las ciudades y generar las superficies de la mejor cantidad y calidad posible en términos ecológicos de verde público. Además, ese predio es uno de los más antiguos de la ciudad y se considera que en su subsuelo hay también mucha cuestión arqueológica. En el área microcentro casi no hay opciones de poder aportar un poco más de espacio verde público por el nivel de ciudad consolidada”.
Y añade que las políticas públicas del gobierno porteño “nunca fueron claras con respecto a introducir, incrementar, mejorar la calidad de los espacios verdes públicos y donde sucedió algo en general fue por movimientos vecinales. Esta semana se aprobó el Código Urbanístico donde aparece nada del verde público”.
“¿Plaza o profanación?”. Con esa pregunta comenzó su fundamentación del proyecto Basta de Demoler (BdD), antes de reunirse con legisladores porteños para reclamar por la creación de la plaza.
El terreno, que estuvo ocupado por un estacionamiento privado, “sigue amenazado por la especulación inmobiliaria, a pesar de que alberga un sitio arqueológico, cultural e histórico de gran valor –advierte la titular de BdD, María Carmen Arias Usandivaras–. La plaza evitará la profanación del camposanto por futuras construcciones y es el mejor homenaje para las monjas y afrodescendientes que descansan tras el monasterio colonial de 300 años de antigüedad”.
Según se supo, el terreno va camino a concretar su venta a una orden mormona. Según la ONG patrimonialista “es inviable que haya dos iglesias en la misma cuadra”. Las miradas apuntan a un negocio inmobiliario.
El reclamo no es nuevo. En 2016 el Tribunal Superior de Justicia de CABA falló en contra de un permiso del GCBA para la construcción de una torre de 22 pisos y 4 subsuelos que hubiese puesto en riesgo a todo el conjunto del año 1745.
“Los vecinos del área –remarcan–, ya declarada de protección histórica (APH) pedimos una plaza que acompañe la refuncionalización del Microcentro tras la pandemia”. Y apuntan que la creación de este espacio verde y público “ofrecería múltiples beneficios”: un marco adecuado para preservar el conjunto colonial, para reducir el efecto isla de calor urbana y contribuir a disminuir el déficit de espacios verdes en una de las zonas más densamente pobladas de la ciudad.
El artículo 6° del proyecto de ley 238 de la Ciudad estipula, para la denominada “Plaza Santa Catalina”, la generación de un mínimo del 80% de su superficie como espacio parquizado, verde y absorbente; la incorporación de especies de arbolado de porte proveedor de sombra; y “la compatibilidad de los solados, las veredas perimetrales, y el mobiliario urbano con el Monasterio”.
Entre los fundamentos, mencionan tres ejes:
El histórico. La ubicación de la plaza proyectada se encuentra en un corredor histórico que se extiende entre dos importantes espacios verdes (Parque Lezama en el sur, Plaza San Martín en el norte) y que en su línea de trazado ya hoy contiene otras dos plazas, la de Mayo y la de San Pedro Telmo: “la Plaza Santa Catalina vendría a incorporarse a esta sucesión, desde el lado norte, completando de este modo un conjunto de espacios públicos mayormente ubicados sobre el eje de Defensa-Reconquista y dotando de simetría a un esquema con centro en Plaza de Mayo y sendas plazas y parques en dirección norte y en dirección sur”.
El cultural. La plaza proyectada se encuentra cercada por dos instituciones académico-universitarias de primer orden, una pública, el Rectorado de la Universidad de Buenos Aires y otra privada, el Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA): “en las inmediaciones se halla también el Centro Cultural Borges. El antiguo Convento funciona como Centro de Atención Espiritual abierto a todos los credos. Este entorno permitirá otorgar a la plaza que se proyecta un uso asociado al carácter de las instituciones que la rodean, ofreciendo espacios que permitan organizar actividades como conciertos al aire libre. Se podría incluso considerar la conexión del patio de Santa Catalina con la nueva plaza, lo que restablecería la situación de la época colonial cuando fue un único solar”.
El ambiental. De los 4 espacios verdes que conforman actualmente el eje Parque Lezama-Plaza San Martín, dos son plazas secas (Plaza de Mayo, Plaza Dorrego), con muy bajo porcentaje de terreno absorbente y plantado, el que se incrementaría con esta iniciativa, tal como lo reclama el Gobierno de la Ciudad, utilizándose así el predio no construido más extenso de todo el Microcentro porteño”.
La iniciativa recuerda que ya en 1976, época en que comienza la lucha por la preservación del Convento y su entorno, el doctor Francisco Seeber sugería que el predio fuera destinado a una plaza, a fin de abordar la falta de espacios verdes en el microcentro porteño: «el proyecto presentado atiende también a esa necesidad fundamental, y se alinea perfectamente con el Plan Verde para sumar 110 ha de nuevos espacios verdes a la Ciudad de buenos Aires, que anunció el entonces jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, en octubre del año pasado, quien destacó especialmente que ‘la mitad del espacio verde nuevo está proyectado en el centro de la ciudad, donde más se necesita'».
Y dan ejemplos de expropiaciones, tanto internacionales como en Berlín para la reconstrucción del Palacio Real, o porteños como la Confitería El Molino, o dias atrás para un histórico predio de Platense en Núñez.
Pero la Legislatura desistió de tratar el proyecto de la Plaza Santa Catalina en Extraordinarias, y si no se avanza en 2025, perderá estado parlamentario. Mientras tanto, en el llano y el gris urbano, el ajetreo no cesa. Así lo manifiesta Basta de Demoler: “vemos con sorpresa y preocupación maquinarias prontas a iniciar movimientos de tierra sin el debido estudio arqueológico que corresponde en estos casos”.
Tras dos fallos judiciales el Gobierno de la Ciudad, en colaboración con la FADU, realizó un estudio donde se analizaron 140.000 edificios anteriores a 1941. Pero solo 4271 fueron seleccionados para su protección legal en la Legislatura, para lo cual se realizó una audiencia pública días atrás. «El bajo número a proteger explica la cantidad de demoliciones de diversas vanguardias y estilos arquitectónicos –advirtieron desde Basta de Demoler–. La falta de lugar a la participación ciudadana en las decisiones es evidente. Los proyectos de ley sobre edificios a proteger no se debaten en las comunas o pierden estado parlamentario».
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