Son un ícono de la infancia de miles de argentinos que, a pesar tener origen germánico, lo adoptaron como propio. Simples pero únicos en un estilo que ante todo, deja el protagonismo a la creatividad y la creación de historias con sus personajes. En 2023 los Playmobil están cumpliendo 50 años. Aunque hay un reverso en el festejo: la empresa vive dificultades económicas y anunció cientos de despidos.

Fue creado por un carpintero: Hans Beck, que trabajaba en Brandstätter, una empresa fundada en Fürth (Baviera) para producir artículos ornamentales y seguros. De Futrh pasaron a otra ciudad, Zirndorf. Y arrancaron a hacer teléfonos y cajas registradoras. En 1954 probaron con juguetes de plástico: andadores, cochecitos y el hula hula integraban su catálogo. El tema se les complica con la crisis del petróleo en 1973. Entonces deciden achicar el tamaño de los juguetes. Beck da la idea de enfocarse en los personajes que iban adentro de los autos. El prototipo fue de madera. La idea: pocos elementos para ensamblar. Apenas siete.

Brandstäter presentó los primeros modelos de Playmobil en la Feria del Juguete de Nuremberg de 1974. Al principio tuvieron poco éxito: sólo se interesó un mayorista holandés. 

El diseño original se inspiró en los dibujos simples que hacen los más pequeños de la familia: cabeza y ojos grandes, sonrisa, sin detalles de nariz ni orejas, una figura humana simple y minimalista. Su dimensión se mantuvo igual en este medio siglo: 7,5 centímetros. «El tamaño ideal para guardar en el bolsillo del guardapolvo», graficó el mayor coleccionista argentino, Juan Dethloff, en diálogo con Tiempo años atrás, cuando expuso parte de su colección en el Museo de la Ciudad.

Exposición de playmobiles de la colección de Juan Dethloff en CABA en 2018.
Foto: Pedro Pérez

Ya se han fabricado 3000 millones de figuras de un catálogo que suma unas 25 mil piezas diferentes, entre ellas 400 cortes de cabello diferentes. Una de las claves es todo el repertorio de accesorios y complementos que trae cada playmobil, desde edificios o vehículos hasta plantas y animales. Horst Brandstätter, pope de la compañía juguetera, agregó otro concepto capital: más allá de piratas y vaqueros, la línea debía representar estilos de vida y oficios cotidianos.

Sencillo, fácilmente manipulable y con muchos agregados, permite lo que el juguete consiguió con éxito a nivel mundial: que su logro sea dejar volar la imaginación. Aquel o aquella que jugó con playmobiles creó historias. Por eso, entre otros motivos, siguen teniendo vigencia.

Playmobil: pasión nacional

Actualmente, Playmobil es el juguete extranjero más pedido en nuestro país: alcanza el 10% de participación en el mercado de importados. «Es una participación importante», destaca Julián Benítez, gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ). Y completa: «es una marca muy arraigada en el mercado argentino de juguetes, con mucha presencia, mucho más que Lego. Es una marca muy querida, y muy buscada también».

¿Qué la vuelve más requerida en nuestro país respecto a otros de la región? Responde Benítez: «Argentina siempre tuvo similitudes con el mercado europeo y además se fabricaban acá, entonces había más cercanía».

El epicentro de producción fue la fábrica de Antex, con sede en el Parque Industrial de La Rioja, que arrancó a elaborarlos apenas un par de años después de que comenzara en Europa. En los ’80 empezaron a coexistir con los Trol, copias de Brasil, que tenían cabeza, muñecas y pies más delgados.

Tras la crisis de la hiperinflación y los ’90, empezó el declive. Mientras en Europa sumaban numerosos accesorios y detalles, acá se los siguió haciendo más monótonos, de manera clásica, pero además con fallas en muñecas, incluso con la cabeza girando 360° (único país del mundo donde se hizo así).

Hasta llegó a haber algunos con cabezas y cuerpos intercambiados de diferentes series. En la década del 2010 dejaron de fabricar playmobiles propios. El paso al abismo lo dio la muerte del líder, Horst Brandstätter, tras la cual vinieron cierres de casas matrices. Hoy cuentan con cinco fábricas: dos en Alemania, y las otras en República Checa, Malta y España.

Ese fallecimiento profundizó una crisis de la que están lejos de salir. En el último verano europeo dimitió el CEO del grupo empresarial, Steffen Höpfner. A principios de este mes, el Grupo Horst Brandstätter, empresa responsable de Playmobil, anunció que va a despedir a 700 de sus trabajadores de acá a 2025: representan el 17% del total de empleados.

Dentro de una frágil situación económica que atraviesa Alemania en medio de la guerra de Ucrania, la firma anunció que pasó de 35 millones de euros de superávit en 2021, a menos de la mitad el año pasado. Hablan de aumento de costos de los materiales, de errores de comunicación y publicidad, y de malas decisiones, como la película que realizaron en 2019. El diario británico The Independent la definió como el «mayor fracaso en taquilla de todos los tiempos». De fondo, subrayan otro factor, como apuntó el Berliner Morgenpost: «los niños cada vez juegan más con dispositivos electrónicos».

Íconos

Benítez menciona «grandes íconos» como el barco pirata, el fuerte, las naves espaciales: «y es una marca que también se ‘aggiornó’ rápidamente a los cambios de paradigma, incluyendo diferentes tipos de colores, de razas, de diversidades. Marcó punta siempre y es muy versátil».

Los playmobiles fueron  símbolos, protagonistas de historias (como Los Rubios de Albertina Carri), incluso se los utiliza para terapias (ver recuadro). Pablo Mereb es escritor, autor del libro de relatos La sexualidad de los Playmobil. Desde su depto de Balvanera cuenta que los primeros que tuvo fueron en primer grado: «de más grande compré pocos, sobre todo los que fueron cambiando un poquito, modernizándose; cuando yo era chico las piernas no se movían; en cambio los pies en varios playmobil más modernos sí. Las manos tienen como más movilidad de la que tenían cuando yo los coleccionaba. Y también había algunos que no estaban cuando era chico, como el fantasmita».

Hasta el día de hoy, en cada video que hace promocionando sus libros siempre de fondo aparece algún Playmobil. Actualmente posee tres latas grandes colmadas de estos muñecos. A diferencia de otros coleccionistas, él prefiere mezclarlos. Como hacía de chico, cuando los ponía a interactuar con muñecos de He-Man, Lego y Thundercats: «todos entraban en el mismo juego, pero sigo pensando que los mejores eran los playmobiles, esos siete centímetros y medio son el tamaño ideal«.

Del fracaso inicial al barco pirata

Brandstäter presentó los primeros modelos de Playmobil en la Feria del Juguete de Nüremberg de 1974. Al principio tuvieron poco éxito: sólo se interesó un mayorista holandés.

Desde 1073 se crearon 4659 modelos de figuras y se fabricaron 3000 millones de estos pequeños personajes. Cada segundo se fabrican 3,2 (en ese mismo intervalo de tiempo nacen una media de 2,6 personas en el mundo).

Las primeras figuras femeninas aparecieron en 1976. En 1981 fue el turno niños y niñas, de 5,5 centímetros de alto. En 1982 las manos empezaron a ser giratorias. Y recién en 2012 salieron al mercado las primeras embarazadas.

El juguete estrella de la línea es el barco pirata. Se fabricaron más de 16 millones de unidades del buque corsario, preparado para soportar los más temidos abordajes. La nave espacial, el vaquero y los personajes medievales son otros de los más pedidos.

Parque temático en Alemania.
El indiecito con canoa

El indiecito con la canoa dentro de la tradicional cajita azulada fue el primer muñequito de Playmobil que tuvo Juan Dethloff entre sus manos. «Como todo chico, yo jugaba con animalitos y soldaditos de plástico, pero en 1978 llegó la novedad de los Playmobil. Tenía seis años, fue un regalo de mi mamá María Elena, enfermera del Hospital de Niños, que siempre se rompió el lomo para que no nos faltara nada, ni siquiera un buen juguete», recordó a Tiempo el hombre de 50 años en 2018. En aquel momento comandó la exhibición con 2500 de estos muñecos en el Museo de la Ciudad. Eran apenas un 40% de su pequeño gran tesoro privado. 

Junto a su esposa Mariana hicieron la luna de miel en la isla de Malta, donde está una de las fábricas centrales. “En el recorrido por la planta, tenía la piel de gallina y, aunque no hablo bien inglés, la agarraba a la guía y le decía: «I am Playmobil best fan’. La mina no lo podía creer. Me lagrimeé todo”. 

Como buen coleccionista, Dethloff disfruta al detallar la pieza que aún no ha conseguido. O mejor dicho, la que no ha podido recuperar: «Nunca encontré las figuras del bufón y el burrito que tuve de chico. Mi vieja las donó a la guardería del Hospital Gutiérrez. Una vez encontré un burrito en la feria de San Telmo, pero le faltaba una oreja, así que decidí seguir buscando». 

Terapia con playmobiles

Con los playmobiles no solo se juega. Hay una tendencia de la psicología, psicopedagogía e incluso de la medicina general que utiliza a los muñecos de esta marca para terapia.
Es algo que comenzó en Europa, con España como uno de sus máximos centros, pero que lentamente va llegando a estas tierras.
Los especialistas ofrecen pautas en el trabajo con los muñecos: escuchar «al máximo» el problema del paciente y proponerle que escoja los playmobiles necesarios para realizar el trabajo. Recordar que siempre debe haber un muñeco que represente a la persona: «quizás se parezca o quizás sea totalmente opuesto a su personalidad».
Utilizar las figuras necesarias para la sesión y saber que la única figura que se mueve es la del paciente: «cuantas más figuras o muñecos de Playmobil hay en un trabajo, más campos se pueden abrir, y ello no es recomendable porque puede conducir a dudas y confusiones. Es más sencillo, posicionar pocos playmobiles y a medida que va avanzando el trabajo, ir añadiendo más, hasta configurar una imagen más amplia».
También hablan de respetar el tiempo de la persona. Utilizar frases que ayuden y refuercen el paso que se está dando; y que siempre el mensaje debe ser en positivo.
Igualmente aclaran la terapia con playmobil «es una actividad complementaria. En ningún caso sustituye cualquier tratamiento sanitario, psicológico o psiquiátrico».