“Mucho talco, poco Eficient-E”. Ese fue el juego de palabras que utilizó a modo de título en un tuit la ministra de seguridad Patricia Bullrich para anunciar el 6 de octubre que la Gendarmería había detenido en Mendoza a un hombre con dos kilos de cocaína que había intentado esconder en envases de talco. Ahora, se sabe que el «sospechoso» estuvo detenido 21 días injustamente. “Hicieron todo mal, no hubo una cosa que haya sido más o menos como manda un reglamento”, se quejó la víctima del procedimiento.
«Un hombre intentó burlar un control en Mendoza, llevando más de 2 kg de cocaína ocultos en envases de talco dentro de un micro de larga distancia. Pero la Gendarmería lo descubrió rápidamente gracias a su nerviosismo y actitud sospechosa. ¡La seguridad de nuestro país va a un paso adelante de los delincuentes! Las hace, las paga”, posteó irónicamente la funcionaria, que aún no se animó a desmentir.
Nada más alejado de la realidad. Ariel Maximiliano Acosta, oriundo de Mar del Plata, había viajado a Mendoza por trabajo. Sin demasiada suerte, decidió volver a sus pagos vía Buenos Aires. En eso estaba cuando viajaba en la madrugada del 2 de octubre en un ómnibus y fue requisado por el Escuadrón 64 Mendoza en La Paz, al límite entre esa provincia y San Luis.
Al parecer notaron que tenía una actitud sospechosa y le pidieron que bajara del transporte. Al abrir su equipaje los uniformados se encontraron con 18 envases de talco, que luego se sabría que los compró a un vendedor ambulante. La tesis de los gendarmes habría terminado de cuadrar cuando el «test orientativo» o “narcotest» dio positivo. Instantes después, la fiscal María André, con esos datos, le imputó los delitos de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
Este hombre de 42 años y sin antecedentes estuvo preso en la Unidad 32 de Mendoza y en el penal federal de Cacheuta. Ajeno a ese ambiente, le robaron su campera y no la pasó bien. El calvario terminó el miércoles de la semana pasada, cuando el juez Alberto Carelli dictó su sobreseimiento y ordenó dejarlo inmediatamente en libertad tras los resultados finales de las muestras, que concluyeron que se trataba de talco.
Al límite de los tiempos procesales, los peritajes en el laboratorio demoraron tres semanas. Ahora será todo materia de investigación, siempre y cuando la justicia quiera avanzar sobre qué pasó realmente esa madrugada.
“Compré frascos de talco a $500, frente a la Terminal, y los estaba vendiendo a $1.000“, contó el muchacho en diálogo con la emisora Radio Con Vos. “Son sucesos que se podrían haber evitado en cuanto a tiempo y costos”, agregó. “Yo sabía que no era cocaína y me los quedé mirando”, continuo Acosta, quien lamentó: “Nadie me pidió disculpas. Me dio mucha bronca”.