El Parque Nacional El Impenetrable está compuesto por los nada despreciables 1289 kilómetros cuadrados de superficie. En medio de esa inmensidad, la yaguareté de cautiverio Tania se juntó con uno de los últimos yaguaretés silvestres del Chaco, Qaramta, y tuvieron nuevamente cachorros: esta vez fueron tres crías, y junto a la novedad de un huemul nacido en un centro de cautiverio en Chubut después de 70 años, constituyen dos noticias esperanzadoras para especies diezmadas por los humanos en el último par de siglos.
Las tres crías de yaguaretés nacieron cerca del 2 de febrero, cuando la madre se recluyó a su madriguera. Generalmente paren dos cachorros. Esta es la primera vez que en los proyectos gestionados por Rewilding Argentina ocurre un nacimiento triple. «Lamentablemente, uno de ellos —el más pequeño— falleció pocos días después de nacer, algo que sucede habitualmente en la naturaleza», aclararon desde la Fundación.
Es la segunda vez que la pareja tiene crías. Takajay y Nalá, los dos cachorros que Tania y Qaramta tuvieron en 2021, ya viven en corrales independientes «y continúan creciendo saludables en el Parque Nacional El Impenetrable hasta que puedan ser liberados», resaltaron.
En un futuro los ejemplares podrán ser liberados en un territorio en el que hasta septiembre de 2019 no se tenía certeza de la presencia del yaguareté. En ese momento se descubrieron las huellas de Qaramta a orillas del río Bermejo. Al poco tiempo lograron capturarlo, equiparlo con un collar satelital e iniciar un proyecto de recuperación de la especie «que si bien está en sus comienzos, ya está resultando muy prometedor», aseguran.
Hay un asterisco: no se conocen registros recientes de hembras en el Chaco argentino, por lo que la única posibilidad de que Qaramta se reproduzca, perpetúe sus genes y contribuya a aumentar la población de su especie en esa región es llevando hembras de cautiverio.
Desde la Fundación sostuvieron que estos nacimientos «son el resultado de un trabajo mancomunado entre Rewilding Argentina, la Administración de Parques Nacionales y el Gobierno del Chaco en pos de revertir la extinción de la especie en la región. Con una situación tan crítica como la del yaguareté en Argentina es imprescindible tomar decisiones activas y audaces que posibiliten recuperar las poblaciones restantes y enriquecer y aportar a su variabilidad genética».
Gerardo Cerón, coordinador de conservación del proyecto El Impenetrable de Rewilding Argentina, destacó que “al día de hoy, Qaramta engendró a siete yaguaretés gracias a estas acciones de manejo activo de grandes felinos, «como cruzar una hembra de cautiverio con un macho silvestre, algo que no se había hecho nunca antes en el mundo”.
Según indicaron, esta es una feliz noticia para el yaguareté y para todo el ecosistema: «con el progresivo regreso del depredador tope se recuperan interacciones ecológicas que son clave para su buen funcionamiento. Los ecosistemas naturales saludables contribuyen a paliar las crisis ambientales que sufre el planeta, como el cambio climático global y los incendios fuera de control».
También se refirió al tema el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié: “La vuelta del yaguareté tiene como objetivo recuperar la salud del monte chaqueño y también revitalizar a las comunidades en torno al Parque Nacional El Impenetrable. En este sentido, también estamos trabajando en la ampliación de la capacidad del camping a orillas del río Bermejo y en el desarrollo de un circuito turístico denominado Huella del Impenetrable a lo largo del río Bermejito”.
El yaguareté no es la única especie que buscan reintroducir en la región. Allí también están trabajando para traer de vuelta a la tortuga yabotí, el ciervo de los pantanos y la nutria gigante. «A su vez, el Parque Nacional El Impenetrable y su abundante e increíble fauna nativa se están convirtiendo en motores de desarrollo para las poblaciones locales: los habitantes de parajes vecinos, como La Armonía, Nueva Población o Fortín Arenales, de a poco comienzan a integrarse a una nueva economía basada en el turismo de naturaleza en espacios naturales y la observación de la vida silvestre», describieron.
Fuente de luz
Al mismo tiempo, miles de kilómetros al sur, ocurrió otro hecho de gran importancia para el mundo faunístico argentino. Sucedió hace casi tres meses pero se dio a conocer en las últimas horas: un huemul nació en la Estación Shoonem, un espacio de conservación y preservación en Chubut. Fue el primer nacimiento de esta especie en un centro de cautiverio en 70 años. Para darse una idea, hay que pensar que solo existen 1500 ejemplares en todo el mundo.
«El nacimiento ocurrió en noviembre, es macho y sigue creciendo bien, saludable y lleno de energía», explicó Werner Flueck, investigador del Conicet en el Parque Nacional «Nahuel Huapi», que depende de la Administración de Parques Nacionales, y es uno de los fundadores de la Estación.
El Parque Protegido Shoonem, creado en 2013, se ubica sobre la cuenca hídrica del Río Senguer que contiene a los lagos Fontana y La Plata, en la Municipalidad de Alto Río Senguer. Lleva el nombre del huemul en lengua aonikenk: Shoonem.
Contó que la Estación Shoonem tiene como objetivo la rehabilitación de huemules con problemas de salud encontrados por terceros o halladospor el proyecto Shoonem: «la estación permite disminuir los riesgos en el ambiente (como la exclusión de depredadores), el monitoreo del animal y la intervención veterinaria si es considerado necesario. Otro objetivo es la recría eficaz, para llegar a un número de huemules que permitirá la reintroducción de grupos en sitios donde históricamente estaban presentes».
La estación Shoonem es un sistema de semicautiverio, donde los huemules pueden desplazarse y acceder a agua y comida en grandes distancias. Si aún así, necesitan más comida, se les da alimentación suplementaria. Para eso los monitorean diariamente con radio–collares. «A veces nos acercamos para evaluar su salud y comportamiento», remarcó el investigador.
De los 1500 huemules que hay en todo el mundo, en la Argentina menos de 500, fragmentados en unos 70 grupos a lo largo de 1800 kilómetros de los Andes. Supieron vivir en praderas y algunos hasta en la Costa Atlántica, pero por la depredación y las cacerías quedaron recluidos en las zonas altas de las montañas andinas.
«Entre otras cosas, nuestros estudios comprobaron que al estar recluidos los huemules en zonas altas de los Andes se alimentan de forraje demasiado pobre en determinados minerales. Por esta razón desarrollan osteopatologías y pierden los dientes sin los cuales no pueden alimentarse bien», añadió el científico.
La Estación apunta a criar grupos de huemules y luego reintroducirlos: «Sería ideal que en el futuro se puedan reconectar subpoblaciones que hoy en día están separadas y aisladas, y puedan reproducirse. Una recuperación de este tipo conlleva la necesidad de convivencia con los humanos, particularmente porque el huemul tiene poco o nada de miedo de las personas, lo que ha causado su exterminación local por sobrecacería», acotó.
Y explicó el porqué del nombre del huemul nacido hace pocos días: «Bautizamos a la cría como Shehuen, que en idioma tehuelche significa ‘fuente de luz’, en alusión a la esperanza de que su nacimiento contribuya a la recuperación de la especie».