Si una persona que se desvanece y pierde el pulso es asistida en el primer minuto, tiene entre 70 y 80% de chances de llegar con vida al hospital, pero esas posibilidades caen un 10% por cada minuto que tardan las maniobras de RCP. En la Semana de Concientización y Prevención de la Muerte Súbita, advierten que no se aplica la legislación vigente para capacitación y equipamiento.
La muerte súbita se produce de forma natural, repentina e inesperada, la mayoría de las veces por causa cardiovascular. La Ley N° 27.159 de prevención integral de la muerte súbita establece que los lugares públicos y privados de acceso público con concentración o circulación superior a mil personas por día deben contar con al menos un desfibrilador automático externo y personas entrenadas en RCP. Sin embargo, a más de un año de reglamentada la normativa, desde la Fundación Cardiológica Argentina y la Sociedad Argentina de Cardiología reclaman que prácticamente no se cumple.
“La ley no rige plenamente porque para aplicarla además de la promulgación y reglamentación, que se hizo, se requiere que cada jurisdicción la apruebe. Necesitamos la instalación de DEAs en lugares públicos de alto tránsito. La mayoría de las muertes súbitas son por arritmias que requieren desfibrilación. Para eso sirven los DEA”, enfatizó la médica Ana Salvati, presidenta de la Fundación Cardiológica Argentina, en diálogo con Tiempo.
“La muerte súbita es frecuente y tal vez muchas de esas muertes no sean evitables, pero otras sí. Brindándoles asistencia inmediata, se puede cambiar el pronóstico de estas personas, con corazones muchas veces demasiado jóvenes para morir. Todos podemos y debemos dar esa asistencia. Las maniobras de RCP y manejo del DEA son herramientas imprescindibles para la atención temprana de la muerte súbita extrahospitalaria”, remarcó.
Desde el Servicio de Cardiología del Hospital de Clínicas de la UBA también advirtieron que “falta avanzar en materia de capacitación y equipamiento para asistir en este tipo de situaciones”, y destacaron la importancia de hacerse controles médicos periódicos para evitarlas, ya que 8 de cada 10 personas que mueren por esta causa tienen una enfermedad coronaria prevenible.
Desde este lunes 21 y hasta el domingo 27 de agosto, la FCA organiza la 8ª Semana de Concientización y Prevención de la Muerte Súbita, “con el objetivo de visibilizar esta problemática, concientizar a la comunidad y aprovechar para promover que más gente se entrene en RCP”. Por eso hasta el 29 de septiembre -Día Mundial del Corazón- la entidad otorga 1000 becas para tomar cursos de RCP gratuitos.
La formación es clave porque, ante estos casos, el tiempo es clave. Salvati explicó que “si la persona es asistida durante el primer minuto, tiene entre el 70 y 80% de chances de llegar con vida al centro asistencia; chances que van disminuyendo un 10% con cada minuto que se demora el inicio de las maniobras de RCP. Además, a partir de los tres minutos de ocurrido el paro cardíaco, la falta de aporte de oxígeno al cerebro provoca un daño irreversible, si la víctima no fue asistida con las compresiones torácicas para mantener la circulación de la sangre”.
Las maniobras de RCP sólo son noticia en el marco de casos rimbombantes como el crimen de Fernando Báez Sosa, asesinado por un grupo de rugbiers. Durante el juicio, la defensa de los acusados quiso instalar que el joven podría haber sido dañado por la realización de maniobras erróneas de quien quiso salvarle la vida, algo que los profesionales de la salud desmintieron.
“En la comunidad general existe mucho temor a ser ‘castigado por la ley’ si se provoca alguna lesión a la víctima durante la RCP, pero claramente está establecido que el buen samaritano que asista a una persona en paro NO es punible”, resaltó la cardióloga. “Nadie puede estar peor que muerto. Por eso las maniobras de RCP no lo van a empeorar. Por supuesto que para darle chances de sobrevida a la víctima hay que hacer RCP con la técnica correcta«.
«No se trata de saltar sobre un tórax de cualquier forma”, dijo, e insistió en que deben realizarse “en el lugar correcto, a la velocidad correcta, y con la profundidad de compresión correcta. Por eso se dictan cursos con simuladores que son tórax con igual resistencia a la que ofrece una persona y conectados a un software que analiza cada compresión y nos dice el porcentaje de compresiones correctas a lo largo del entrenamiento, para saber cuán aptos estamos para ayudar a una víctima”.
La especialista recalcó que “mirar un vídeo solamente no es un entrenamiento. Eso solo es el primer paso”.
“El incremento en las estadísticas (de muerte súbita) está relacionado al aumento en la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares y a su vez eso está asociado al envejecimiento poblacional”, dijo el cardiólogo Augusto Atienza, Jefe del laboratorio de Electrofisiología y Arritmias del Hospital de Clínicas de la UBA.
La muerte súbita puede ocurrir en personas de distintas edades, con o sin síntomas o patologías previas. Pero “8 de cada 10 personas que mueren por esta causa tienen una enfermedad coronaria que puede prevenirse. Sin embargo, desde la pandemia cuesta normalizar que el paciente retome el hábito de hacerse los controles periódicos que durante dos años quedaron postergados y hoy vienen con una enfermedad más avanzada. Todavía estamos viendo las consecuencias de esto”, lamentó Atienza.
Las personas con más riesgo de sufrir una muerte súbita son las mayores a 45 años, quienes tienen antecedentes familiares de muerte súbita, tuvieron un síncope, tienen alguna cardiopatía conocida o practican un deporte competitivo. De todos modos, según la FCA, la muerte súbita puede ocurrir a cualquier edad y puede estar relacionada, o no, con una actividad física o deportiva. Las causas y el nivel de incidencia sí varían con la edad: “En menores de 35 años obedece generalmente a enfermedades congénitas del corazón. En mayores de 40, en cambio, se produce generalmente como consecuencia de un infarto de miocardio”.
“El 80% de estas personas no tiene síntomas previos y el 20% tiene síntomas que no duran más de una hora antes de que se produzca el episodio. Entre los signos de alerta se encuentran los desmayos, palpitaciones fuertes y dolores en el pecho. Con relación al cuadro de muerte súbita en sí, la persona afectada se cae inexplicablemente, pierde la conciencia, deja de respirar normalmente y pierde el pulso”, describieron los especialistas.
Si bien la recomendación de profesionales es que todas las personas tomen el curso de RCP para poder actuar de forma correcta en caso necesario, la indicación ante una urgencia es que “en presencia de alguien que inexplicablemente cae inconsciente, que se lo llama y no contesta, el primer paso es chequear si respira. Si no lo hace, o lo hace con dificultad, es necesario llamar o pedir que alguien llame al número local de emergencias, y consultar por la disponibilidad de un DEA”.
Luego, “inmediatamente comenzar a realizar compresiones rápidas y fuertes en el centro del tórax, hundiendo el tórax como mínimo 5 centímetros y realizando entre 100 a 120 por minuto, el mismo tempo que la canción Stayin’ alive de los Bee Gees; luego, ante la llegada del desfibrilador, seguir sus instrucciones de uso, hasta el arribo de la ambulancia”.
Stayin’ alive, un clásico de los Bee Gees, tiene 100 beats por minuto. Y se convirtió en una de las herramientas musicales que pueden ayudar a salvar vidas. Fue hace poco más de una década cuando la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) tomó la iniciativa de uno de sus integrantes, el médico y profesor de la Universidad de Hawai Alson Inaba, quien descubrió que el ritmo de aquella melodía servía para que sus estudiantes hicieran las 100 compresiones torácicas por minuto que requiere la técnica de RCP.
La idea se replicó a tal punto que en 2018 y como parte de su campaña para difundir cómo realizar la maniobra de reanimación, el Hospital Presbiteriano de Nueva York publicó en Spotify una lista de canciones que tienen el ritmo preciso para hacer las compresiones.
Así, además de Stayin’ alive, se empezaron a usar luego otros temas con ritmo similar, con entre 100 y 120 bpm. Incluso la Argentina tuvo su propia canción en ese sentido: Bailemos todos, ideada para este fin y difundida por Red Solidaria. Fue compuesta por Ale Sergi y Cachorro López, e interpretado por Miranda, Soledad Pastorutti, Kevin Johansen, Lali Espósito y Marcelo Moura.
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