Frente a la inflación cotidiana, el centro comercial de Haedo ofrece precios bajos en 13 rubros diferentes. En la carnicería sobresale Alberto Samid, que asegura: "acá no hay misterios, no hay intermediarios". Del kilo de pan a 400 pesos, al vacío por 2499. Una recorrida por el oeste.
Estamos en el corazón del oeste. Partido bonaerense de Morón. Y una iniciativa novedosa: el Mercado Morón, una alianza entre los diferentes niveles del Estado y el sector privado, sobre todo local, para que los consumidores se abastezcan de productos de buena calidad y a un buen precio, que tuvo apoyo del programa de la Provincia «Mercados Bonaerenses». Un oasis en el que se refugian visitantes de todas las clases sociales.
Enclavado estratégicamente en la localidad de Haedo, en Presidente Perón (ex Gaona) al 3800, y con estacionamiento propio, el predio abrió a la comunidad el 18 de mayo y consta de 750 metros cuadrados cubiertos, donde conviven unos 13 locales: carnicería, pescadería, panificados, productos de almacén, frutas y verduras, pastas frescas, lácteos, productos sin TACC, veganos, dietéticos, hasta alimentos para mascotas.
La cola de gente que se forma en el fondo despeja cualquier duda: la diva del mercado es la carnicería. “Acá se vende carne premium. Razas bovinas shorthorn tarquino”, reza el cartel del negocio por el que todos los días desfilan cientos de clientes.
“Los precios, obvio, son bajos; pero lo importante es la calidad del producto. Es imbatible”. Así lo sentencia su dueño. ¿Quién puede ser? Sí, Alberto Samid. Se siente en terreno familiar. Le cuenta a Tiempo el secreto: “traemos las vacas de nuestro campo. Tenemos la mejor raza del país. Además de vaca, tenemos cordero y cerdo. Lo pedís, lo tenés, los 363 días del año, porque los únicos días que no abrimos son el 1° de enero y el 26 de diciembre”.
Betty y Esther refrendan los dichos del matarife. Son vecinas de Haedo. Casi todos los meses vienen a hacer una compra grande para freezar. “Nos llevamos lo básico, carne picada, milanesas, productos de la granja. La calidad es muy buena, la carne es tiernita y mucho más barato que la carnicería del barrio”, coinciden.
Hablan de una detallada ingeniería económica semanal en la que se entrelazan otros descuentos, como los de Cuenta DNI y de Banco Nación, que según el día pueden ser del 40% o 35%. Samid simplifica: “nosotros vendemos a un 40% o 50% menos, a eso sumale los descuentos de la tarjeta. Acá pagás un 80% menos. ¿Qué significa esto? Que lo que vale 100 pesos, lo pagás 20 pesos”.
A pesar de amagues a escala nacional en los últimos años, exceptuando el Central, los mercados populares hoy son mayormente potestad de municipios y provincias. Gozan de un plus: la llegada directa del comerciante o productor al público.
«Acá no hay ningún misterio. No hay intermediarios que son los que le ponen por lo menos el 50% de aumentos. Somos productores. Está Yatasto, el de la leche; está (Víctor) Fera que es el dueño de Maxiconsumo, Marolio y Molto y es productor mayorista; lo mismo pasa con el pan, que se vende el kilo a 400 pesos”, añade Samid. Destaca «al compañero Lucas Ghi» y cuenta que intentó replicar la iniciativa en varios municipios: «en algunos me pidieron hasta un millón de dólares. Acá no nos pidieron nada, nos dan todo”.
Mauro es de Miramar. Hace unos meses que vive en Devoto con su pareja. Atiende el negocio de alimentos de mascotas y confiesa que aumenta los precios lo mínimo posible, a pesar de la reciente devaluación. A regañadientes le dice a sus clientes (a quienes conoce por el nombre) los incrementos.
“Los entiendo. A veces no llegan con la plata y le guardamos la mercadería. También nos pasa que hay personas mayores que les cuesta caminar y cuando cerramos, les cargo las bolsas en el auto y se las llevo. Le ponemos onda”, resume.
Eduardo es un jubilado del barrio que está curado de espanto luego de haber atravesado varias crisis económicas. Viene al mercado una vez por semana. Recomienda unas hamburguesas de carne que acaba de comprar, que se suman a unos medallones de zapallo y queso para probar en un local de rebozados. Hoy prefiere evitar la carnicería porque está «llena de gente». Uno de los 14 empleados del local le confiesa que a las 15 afloja un poco, pero para él es la sagrada hora de la siesta.
Cada dos o tres semanas, Jorge –un jubilado bancario de Castelar–, llega para abastecerse de ciertos productos como huevos, algo de pescado y artículos de limpieza. Confiesa: “Mi mujer, docente, siempre está atenta a la feria del barrio y como se me pasó y colgué, me tocó venir hoy hasta acá”. El viaje vale la pena: por ejemplo, con los descuentos, el maple que cuesta 2000 pesos, se lo lleva a menos de $ 1200.
“No puedo quejarme, todavía somos de los privilegiados que estamos con la nariz un poco arriba del agua”, dice Carlos, ex empleado de comercio, quien también vino al mercado por “sugerencia” de su familia. Quiso comprar galletitas que no encontró y se tentó con unas prepizzas.
Otro de los comercios que se destaca es el de productos para celíacos y veganos, un rubro que de por sí consta de alimentos caros. Los encargados del local hacen «un esfuerzo» para mantener los precios bajos, según relatan. Detrás del mostrador está Brenda a cargo del stock y la facturación, y Luna atenta a la reposición de la mercadería, mientras Mateo levanta pedidos en la calle.
“El local nació como punto de ventas de alfajores La Recova, un emprendimiento que hacía la dueña con el hijo, hasta que fue creciendo y se expandió a otros productos sin TACC y cosas veganas”, expresa Brenda. “Por lo general, vienen clientes celíacos que se llevan premezclas, las tapas de empanadas, pascualina, lo que es panificados. El hecho de que sea todo de fábrica, es más barato”.
De manera didáctica, Samid detalla que hace unos 60 años se le solía aplicar un 20% extra al producto original: 10% por los gastos y el otro 10% de ganancia. Según su mirada, luego se sumó «un 40% o 50% más de costos».
Pero hubo un punto de inflexión: las empresas extranjeras que terminaron por comprar a los supermercados que “trabajaron a dumping y vendían más barato que el costo, hasta que cerraron todos los almacenes de los gallegos, los italianos, los turcos y los judíos; y ahora que se quedaron solos los supermercados grandes y los chinos, no le agregan el 20%, ni el 30%, ni el 40%. Le ponen el 500%”.
Medallones por kilo:
merluza $2100; acelga y queso $2200; de zapallito y queso $2200; de pollo $2500; de jamón y queso $2600; doble queso $2600.
Hamburguesas por kilo:
de carne $2600; cerdo y pollo 2500; acelga $2100.
Ofertas de panadería:
1 kg. de pan + docena de facturas $1200; 2 prepizzas $400; 48 sándwiches de miga surtidos $4200. Pan $400; tarta de ricota o chocolate $1800.
Para la cena:
Tapas de empanadas por 12 unidades $250; dos planchas de sorrentinos $770; tres tapas de pascualina $700; 2 prepizzas $300; doce pizzeras $300.
Carnicería:
Pollo (kg.) $950; tres kilos pata y muslo $2650; nalga (kg) $2899; bola de lomo $2399; cuadrada $2399; vacío $2499; entraña $2799; pechito $1599; bondiola $2799.
En verdulería:
maple con huevos agroecológicos $2300, zapallitos $420, papas a $550 y tomates $600.
En limpieza:
detergente a $490 y combo jabón líquido + suavizante $4230.
A todo se le suman los descuentos de BN+ y Cuenta DNI, que llegan hasta al 40%.
Mercado Morón está administrado por la Sociedad Anónima con Participación Estatal Mayoritaria (SAPEM), “un instrumento que el municipio puso en marcha hace años con el fin de llevar adelante proyectos que impliquen la articulación estatal y el sector privado”, precisa a Tiempo Augusto Ferreyra Vacis, el presidente del organismo que está a cargo también del Parque Industrial Tecnológico Aeronáutico Morón (PITAM), la Terminal Morón y del desarrollo junto a la ENACOM del tendido de fibra óptica en barrios populares. “Esto lo logramos a través del programa Mercados Bonaerenses, por el cual la Provincia aportó 64 millones para la obra y con fondos del municipio terminamos en una inversión total cercana a los 90 millones de pesos”, describió.
Luego de una convocatoria pública, el organismo seleccionó a aquellos operadores con cierta trayectoria que podían garantizar buen precio y calidad. Además, la municipalidad subsidia parte de ciertos costos como el alquiler y los servicios. “Estamos sumamente satisfechos con los resultados. El caudal de gente que cotidianamente pasa por el mercado nos sorprende. Tenemos picos de 400 personas diarias”.
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