En 2011, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) diseñó el Mapa de Arsénico para detectar y monitorear los niveles de este componente y hacer recomendaciones respecto a la calidad del agua que consumen las personas a lo largo y ancho del país.

La recopilación de datos se convirtió en un Mapa virtual que señala si el agua es segura o no para consumo. Llegaron a señalizar 350 localidades, con colores verde para las que dan buenos valores, amarillo y rojo. El último es el caso de ciudades como Lobos y Junín, en Buenos Aires, o el Departamento de General San Martín en Córdoba, donde está Villa María.

Pero como pasó con muchos proyectos, desde la pandemia la colaboración de la población bajó. Por eso decidieron relanzar la web (mapa-de-arsenico.web.app/) y mejorar su calidad incorporando recursos de Google Maps. Una estudiante pronta a recibirse de ingeniera informática, Lucía Digón, asumió el desafío y a comienzos de octubre, llamaron a la comunidad para acercar nuevas muestras.

“Arrancamos apuntando a una preocupación histórica que hay en lo que concierne a las aguas de consumo subterráneas en Argentina, que es la presencia de arsénico. Hay que decir que es algo totalmente natural y data desde hace muchísimos años”, explica Jorge Stripeikis, doctor en Ciencias Químicas y director de Gestión Académica del ITBA.

El origen del arsénico

Todo comenzó con los choques de las placas de la corteza terrestre que generaron la Cordillera de Los Andes. En la primera etapa, ésta tenía mucha actividad volcánica y se partían cenizas por varios kilómetros a la distancia. Las cenizas tenían sales de arsénico que luego crearon sedimentos en el suelo. “Con el paso de los años se generaron trampas geológicas donde se acumuló agua que hoy son los reservorios de agua subterránea. Y con el tiempo, parte de esa cenizas volcánicas se disolvieron –explica–. Eso es lo que muestra la presencia de arsénico”.

La Organización Mundial de la Salud lo incluyó en la lista de las diez sustancias químicas más preocupantes para la salud pública. “La gravedad del asunto nos llevó a dar esta alternativa a cualquier habitante de la Argentina que tuviera dudas sobre el nivel de arsénico en el agua que estaba consumiendo, para que pudiera acercar su muestra al ITBA, y nosotros hacer el análisis”, detalla.

Se trata de un análisis gratuito y los resultados se encuentran disponibles para que cualquiera pueda verificar en el mapa cuál es la situación del agua en la región donde reside. En coincidencia con estudios previos como el de Centro Cochrane Argentino IECS (donde se afirmaba que al menos cuatro millones de personas consumen agua con arsénico), las provincias de Salta, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires son las más críticas. CABA no figura en el mapa que tiene como plus que son los propios habitantes quienes voluntariamente envían las muestras.

Los colores del arsénico

Los valores se definen de acuerdo a las recomendaciones de la OMS. En verde, los niveles menores a diez Partes Por Billón (PPB) de arsénico. Es agua segura. Por ejemplo, Mina Clavero, Concepción del Uruguay y Merlo (GBA). El rango que va de diez a 50 PPV –marcado en amarillo– requiere precaución y estudio para establecer si en estos casos hay riesgo de que se generen enfermedades. Es el caso de Mercedes, Areco y casi todo el conurbano.

Por último, en rojo figura la medición de un nivel superior a 50 PPV, lo cual implica que no es agua segura para consumo y que la ingesta continua durante muchos años puede desencadenar enfermedades. Allí sugieren «no consumir el agua para ingesta directa o cocción de alimentos, el resto de las actividades cotidianas que se hacen con el agua como limpieza o higiene personal se puede seguir utilizando con normalidad».

En la actualidad, según contó Stripeikis, muchos centros de investigación en universidades nacionales y privadas trabajan sobre prototipos o dispositivos para quitar el arsénico del agua que podrían ser aplicados en situaciones remotas o poblaciones rurales, con muy poca información técnica: “sería bueno que el gobierno o las empresas privadas que quisieran colaborar con estos desarrollos tecnológicos se acercaran”.

El Mapa de Arsénico recibió hasta marzo de 2020 casi mil muestras desde su inicio y tiene cargados los datos de 350 en la nueva web, ya que muchas corresponden a la misma localidad. Según comprobó el proyecto, la Patagonia –por debajo del paralelo 42– no tienen arsénico en el agua salvo algunas zonas termales.

Stripeikis revela que firmaron un convenio con el Hospital Garrahan: “a veces llegan nenes con una sintomatología que podría ser compatible con intoxicación de arsénico. Ellos nos envían las muestras de lo que están consumiendo para saber si se da un nexo epidemiológico”. «

Enfermedades

“La ingesta continua, prolongada de niveles de arsénico por arriba de 50 PPV puede desencadenar, con el paso de los años, enfermedades. Vale la pena aclarar que no es una intoxicación aguda sino crónica que se suele dar después de muchos años, quizás 10 años”, resaltó Stripeikis. El especialista expresó que se manifiesta en un conjunto de sintomatologías que aparecen, en primer lugar, en lo dérmico. “Se nota en la piel queratosis y úlceras y en los casos más graves puede llegar a ocasionar tumores o problemas renales o en general consecuencias multiorgánicas”, detalló. 

Y aclaró que el cuerpo humano tiene un sistema de defensa contra estos niveles de arsénico y que la tasa de incidencia de quienes desarrollan esta sintomatología es muy baja, entre 1% y 2 %.

Cabe mencionar que el arsénico puede generar la enfermedad crónica llamada Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACER) cuya falta de tratamiento ocasiona otras patologías como el cáncer de pulmón, cáncer de laringe, tos crónica o persistente y fibrosis pulmonar.

Cómo enviar una muestra
  • Lavar 3 veces una botella plástica chica de agua mineral con el agua que se va a enviar a analizar.
  • Llenar la botella con el agua y controlar que cierre bien, sin pérdidas.
  • No exponer la botella al calor ni al sol.
  • Completar el formulario cuyo link está en la web.
  • Entregar o enviar la muestra en la sede del ITBA en Iguazú N° 341, CABA.