El Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires elaboró un cartel para exhibir en los espacios de atención a pacientes: “Estamos sufriendo problemas en la reposición diaria de medicamentos por causas ajenas a nosotros. Estamos atendiendo en emergencia, con el stock disponible”. El aviso tiene que ver con la situación que denunciaron la semana pasada, apenas tres días después de las elecciones primarias, en la que advirtieron sobre “serias distorsiones en la cadena de comercialización de medicamentos” al punto que “de mantenerse estas nuevas imposiciones comerciales y los tiempos de pago de la seguridad social peligra seriamente el servicio farmacéutico, la atención a la comunidad y la cadena de pago”.
El comunicado lleva la firma de Alejandra Gómez, presidenta del Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires. La farmacéutica alertó que las “distorsiones” en la comercialización de remedios parten de “los laboratorios productores (que fijan los precios) y continúan a través de droguerías y distribuidoras, hasta llegar a las farmacias”.
“A raíz de la coyuntura política, o por mera especulación, algunas de estas empresas pusieron tope a la cantidad de unidades de medicamentos que le venden a las farmacias, modificaron desfavorablemente las condiciones de compra y plazos de pago, recortando los recursos de las mismas, que en su mayoría son unipersonales o familiares, y afectando la posibilidad de seguir brindando un servicio de calidad a nuestros pacientes”, planteó Gómez en el escrito. Y agregó que la situación se agrava porque “la mayoría de las obras sociales mantienen plazos de pago ajenos a la crisis inflacionaria actual, con tiempos que van desde 45, 60 y hasta 90 días, un factor que impacta negativamente en la economía de las farmacias y hace inviable la atención a sus afiliados”.
El consejo del Colegio para pacientes: consultar con la o el farmacéutico de confianza “para sustituir la marca de su medicamento, si estuviera en falta, por un equivalente seguro y eficaz de acuerdo a la prescripción de su médico; como indica la Ley Nacional 25.649 de prescripción por nombre genérico”.
Por encima de la inflación
La suba de precios de los medicamentos por encima de la inflación no es una novedad post electoral. En el informe del primer semestre de este año elaborado por el Centro de profesionales farmacéuticos argentinos (Ceprofar) ya se advertía un incremento total del 60.8%, más de diez puntos por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec, del 50.7%.
Diez comprimidos del analgésico Ibuprofeno 600, por caso, costaban poco más de 900 pesos en enero, y casi llegaban a 1500 en junio. Un aumento del 62.9%.
Según Rubén Sajem, director del Ceprofar, el acuerdo establecido con el Gobierno hasta el 31 de marzo permitió que “más o menos los aumentos acompañaran a la inflación, pero durante los meses de abril, mayo y junio los medicamentos aumentaron mucho, muy por encima de la inflación. De tal forma que terminaron en promedio 10 puntos por arriba al 30 de junio”.
En julio volvió a repetirse una suba pareja con el índice inflacionario, en torno al 6%. “Pero en agosto la primera semana aumentaron otro 5-6%. Y el 15 de agosto hubo un aumento muy fuerte de entre un 20 y 22%”. Es decir, dos días después de las elecciones primarias cuyo resultado dejó en shock al Gobierno y alrededores. “Obviamente impactó en el sector, se notó en los pacientes que les costaba acceder a los tratamientos. Es un aumento muy grande. La gente más o menos tiene previsto cuánto va a gastar para los tratamientos, y ya con un 20% más a veces no le alcanza”, lamentó Sajem en diálogo con Tiempo. De todos modos, destacó que “se reaccionó rápido, con un congelamiento con acuerdos con la industria nacional que se van a mantener hasta el 30 de octubre. Si bien hubo aumentos, por lo menos hubo una reacción y se los detuvo al menos por dos meses”.
Se firmó con la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA) y la Cámara Empresaria de Laboratorios Farmacéuticos (COOPERALA), que engloban a laboratorios locales. En cambio no hubo representantes de la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), que nuclea a los productores de fármacos importados. Se trata de las drogas más caras, utilizadas para enfermedades inmunológicas o tratamientos oncológicos, entre otros.
“Es con laboratorios nacionales, con los que integran las cámaras de CILFA y COOPERALA. Entre los dos cubren 70-80% de los medicamentos que se dispensan sobre todo para enfermedades crónicas. Los laboratorios extranjeros distribuyen los medicamentos más nuevos, las novedades terapéuticas, los que están patentados, los de más precio. Pero se está conversando. Hoy (por ayer) hay una reunión para ver si pueden llegar a un acuerdo”, indicó Sajem. Desde CAEME ya habían difundido que no los habían convocado para la reunión mantenida el viernes 18 en la que se estableció el congelamiento, y manifestaron su “disposición” para conversar con las autoridades sobre precios.
“El acuerdo se sigue basando en costos ya puestos sobre el mostrador. Nunca hay un análisis de costos real”, criticó el médico sanitarista Jorge Rachid, director del Instituto Superior de Educación del IOMA, la obra social bonaerense. “Es la dificultad que tenemos con las tres cámaras en el país, porque (los precios) se discuten en Economía, no en Salud”.
Rachid dijo a este diario que, más allá del contexto actual, “los aumentos en los medicamentos en el año suelen ser superiores a la inflación, en especial los que tienen nombre de fantasía”. Lo ejemplificó con el antihipertensivo Lotrial: “Si uno va a comprar un blíster de la monodroga Enalapril, sale unos 180 pesos. Pero el que lleva el nombre de fantasía cuesta 700 u 800. Y esa diferencia la paga la seguridad social. Eso debemos recuperar algún día, que la seguridad social pague lo más barato”, planteó y lamentó que pese a la legislación sobre medicamentos genéricos, “la mayoría de los médicos prescribe por nombre de fantasía”.
Insumos (también) por las nubes
Otra advertencia sobre el impacto del contexto de crisis inflacionaria en el sistema de salud provino de la Cámara de Instituciones de Diagnóstico Médico (CADIME), que el viernes último denunció aumentos del 30% en los insumos “de un día para el otro”.
“Como consecuencia de la devaluación del peso posterior a las elecciones, los prestadores de la salud están recibiendo listas de precios de sus principales insumos con aumentos de hasta el 30%, de acuerdo con un relevamiento urgente realizado por la CADIME en las especialidades de laboratorio de análisis clínicos, diagnóstico por imágenes, oftalmología y odontología”, difundieron.
Detectaron las subas más fuertes en reactivos de diagnóstico para laboratorios de análisis clínicos, agujas de extracción, jeringas de 5 y 10 mililitros, guantes descartables, tubos de muestras, alcohol, algodón, gradillas para tubos, placas radiográficas y tomográficas, contrastes endovenosos, papel de printer térmico para ecografías, agujas de punción para procedimientos intervencionistas bajo control imagenológico, conectores de las bombas inyección de contraste endovenoso, jeringas de composite y papel fotográfico, que muestra el incremento más importante: “nada menos que del 80%”.
“Esta escalada del dólar de los últimos días y su impacto en el precio de los insumos estratégicos de la salud y en los demás costos profundizan la crisis estructural y el deterioro del sector, en particular de las pymes independientes prestadoras de diagnóstico y tratamiento médico de todo el país. En un escenario de gravedad como el actual, las actividades de estas empresas están llegando a una situación límite, después de años de permanente atraso de sus aranceles”, dijo Guillermo Gómez Galizia, presidente de la entidad, a través de un comunicado.