Si bien la estrategia del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, es hacer del caso un hecho excepcional, focalizado en la responsabilidad de los tres efectivos, el asesinato de Lucas González volvió a poner en agenda el accionar de la Policía de la Ciudad, que en cinco años ya acumula 121 episodios de gatillo fácil. Detrás de los números hay historias invisibilizadas; familias que sufrieron la pérdida de un hijo, un hermano, o una pareja. Rostros que dan cuenta de que cuando hay algo que se repite tanto, no es una excepción. Ya es un tema político e institucional.
“A mi hijo lo mataron por la espalda con un tiro en la nuca”, dice a Tiempo entre lágrimas Mónica Mendoza, mamá de Nahuel Acosta. A sus 19 años, Nahuel había empezado a trabajar en una panadería con el tío. Tenía ganas de terminar la primaria y luego seguir con la secundaria. “Todas las mañanas me traía las facturas, y con el tiempo dejó de traérmelas. Más tarde me enteré de que mi hijo amanecía en la calle con los amigos. Él me juró que nunca hacía nada malo, yo trabajaba todo el día”, se lamenta Mónica, quien realiza tareas de maestranza en el edifico de Gendarmería Nacional en Retiro. El asesinato ocurrió el 7 de diciembre de 2019 en el barrio conocido como Estación Buenos Aires. “Me enteré de que mi hijo estaba muerto mientras trabajaba, a las 6:45 de la mañana”. La policía aseguró que Nahuel le quiso robar la moto. Varios testigos afirman que en ningún momento el agente se identificó antes de disparar. La causa tramita en el Juzgado Criminal y Correccional Nº 19. El acusado es el oficial Alejandro Lucero Quiroga. Sigue libre y en actividad.
A Federico Godoy le gustaba jugar a la pelota. Cursaba el 5° año del secundario y estaba contento porque había conseguido un trabajo en medio de la pandemia. A los 16 años, su sueño era ser contador público. El 28 de diciembre de 2020, como otras tantas veces, fue a la casa de su amigo de toda la vida, Franco. Iban a alquilar una canchita para un partido de futbol, “porque jugaba mucho, siempre por los clubes del barrio acá en Lanús Este. Ese día lo llamo y no me contesta, era tarde ya”, cuenta Patricia Souza Valente, su mamá. “Recién a la madrugada me informaron que Fede estaba muerto, que había recibido un tiro en la cabeza y otro en el pecho”. A Federico lo mató el policía porteño Gastón Lorenzo Cortez. Además de no estar identificado como efectivo, en ese momento estaba fuera de servicio y muy alejado de su jurisdicción. El argumento de haber disparado fue que quisieron robarle, “pero quienes conocían a mi hijo saben que eso era mentira”, agrega Patricia.
Esa noche, el mismo oficial de la comisaría 4C de la Ciudad también asesinó a Franco Valentín Bugallo Orellano de 17 años, el amigo de Fede. “Siempre muy amigo de sus amigos, solidario. Estaba ahorrando plata para comprarse un auto para llevarme a pasear a todos lados, era muy familiero. No salía prácticamente, siempre estaba estudiando y trabajando”, recuerda Karina, su mamá. Franco trabajaba en la construcción de placas antihumedad. “Él siempre tenía que estar haciendo algo, ayudaba a un hombre que dormía en la calle, le llevaba ropa y comida todos los días. Me ayudaba económicamente porque yo no tenía un trabajo estable”, acota su mamá. La causa se encuentra en instrucción en la Fiscalía 5 de Lanús. El acusado sigue ejerciendo su actividad como policía de la Ciudad.
Los agentes porteños Alejandra Beatriz Manzanelli, Daniela Isabel López y Darío Ramón Pérez esperan en libertad con procesamiento firme el juicio oral en su contra por el homicidio calificado del remisero Claudio Romano. “Esto no es encubrimiento –le confió un oficial a Lucía cuando iba a declarar–, tenés que entender que cuando un compañero se manda una macana…”. Lucía Sánchez Cáceres es veterinaria y viuda de Claudio, fusilado el 1 de octubre de 2019. Vivía en Berazategui y llevaba pacientes de la ART de Provincia a CABA. “Ese día veníamos mensajeándonos y me dijo que se iba a cargar gas al auto, y al rato dejó de contestarme los mensajes. Veo una noticia por la tele, que había habido un accidente de tránsito donde murió una persona. Le mando un mensaje para que evite pasar por ahí, sin saber que él era la víctima”, recuerda. No hubo accidente. La Policía de la Ciudad le aseguró que su esposo murió en un confuso episodio. Ella salió a recorrer Villa Crespo, donde ocurrió el hecho, y obtuvo información de vecinos y comerciantes que lo conocían, por trabajar en la zona durante dos años y medio. “A Claudio lo atacaron dentro del auto, todavía no se sabe quién”. Las imágenes del video muestran que llega ensangrentado hasta el móvil policial en el que estaban Manzanelli y Pérez, “ataca” a uno de ellos con una navaja a través de la ventana y la primera respuesta policial fue un disparo en la pierna. Claudio intenta levantarse, recibe una patada en la cabeza y siete disparos más. “La policía recorrió todas las veterinarias de Berazategui para amenazar a mis colegas, se metieron en mi casa y borraron los 15 minutos de las cámaras de seguridad donde debía verse quién fue el que atacó a Claudio. Hicieron un peritaje trucho al auto y borraron todas las huellas. Buscaron hacer figurar que mi marido se quiso suicidar”. «
Una ley para el control parlamentario de la policía
El asesinato de Lucas sigue su curso judicial, pero también político. En la Legislatura porteña, la oposición apunta a la responsabilidad institucional. Aducen que no se trató de un hecho aislado. E insisten con que el ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, acuda al recinto para ser interpelado. A su vez, el Frente de Todos avanza en un proyecto de ley para que haya control parlamentario del jefe de la Policía de la Ciudad. “Hasta que no tengamos un control real por parte de la ciudadanía de lo que hacen las fuerzas policiales, nunca vamos a tener una ciudad justa donde vivir”, señaló el auditor porteño, Lisandro Teszkiewicz. El objetivo es que todos los años rinda un informe en la Legislatura en el que dé cuenta dónde estuvo cada efectivo, quién estaba de civil y quién uniformado. Teszkiewicz remarcó: “La Ley de Seguridad Pública es de avanzada, pero nunca se aplicó. La Policía de la Ciudad nació conducida por un delincuente, el ‘Fino’ Palacios; tenemos una policía que hace tres años tiene un agente desaparecido (Arshak Karhanyan) y ninguna autoridad pública da explicaciones”.