Victor Ambros y Gary Ruvkun, científicos estadounidenses de Massachusetts y Harvard respectivamente, recibieron el Premio Nobel de Medicina 2024 por el descubrimiento del microARN en un gusano de un milímetro de largo denominado C. elegans. El hallazgo de los investigadores es de gran utilidad porque ayuda a comprender cómo se regula la actividad de los genes. Los microARN son moléculas diminutas fundamentales para el desarrollo y el funcionamiento de los organismos. Aunque el trabajo no fue realizado en humanos, los resultados de la investigación son útiles para entender todos los organismos pluricelulares, incluidas las personas.

“La regulación génica por microARN ha estado en funcionamiento durante cientos de millones de años. Este mecanismo ha permitido la evolución de organismos cada vez más complejos. Sabemos por la investigación genética que las células y los tejidos no se desarrollan normalmente sin microARN”, destacó el comunicado emitido por la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia.

La importancia de la regulación génica en general es lograr que cada molécula de nuestras células se genere en el tipo celular adecuado, y en un momento adecuado del desarrollo, para que cada célula realice sus funciones de manera correcta. En este contexto, los microARN cumplen un rol esencial”, explica María Laura Migliori, integrante del laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

La regulación anormal de los microARN puede contribuir a enfermedades autoinmunes, cáncer y diabetes, entre otras. Además, se encontraron mutaciones en los genes que codifican los microARN en los seres humanos y pueden causar afecciones como pérdida auditiva congénita, trastornos oculares y esqueléticos.

Tanto los tejidos como los órganos están formados por diferentes tipos celulares. Hay células neuronales, células musculares y células intestinales, entre otras. A pesar de que son células diferentes, todas tienen la misma información genética que está almacenada en el ADN. Es decir, toda la información genética de las células es la misma. Sin embargo, los distintos tipos celulares se distinguen gracias a sus genes, que están regulados.

“Lo que descubrieron Ambros y Ruvkun es que estos microARN, que son no codificantes y pequeños, participan de esa regulación génica de una manera conservada en todos los organismos. Si bien se lo descubrió en C. elegans, en todos los organismos multicelulares, gran parte de nuestra regulación génica está mediada por estas moléculas pequeñas”, afirma Migliori.

Y continúa: “La regulación génica es clave porque, cuando está desbalanceada, aparecen enfermedades como el cáncer. Por eso el hallazgo es importante, porque entender cómo se regula la expresión génica puede ayudar a entenderlas y tratarlas”.

*Artículo elaborado por Nicolás Retamar para la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Quilmes.