Como adelantó Tiempo el lunes, la Comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de Mendoza presentó un proyecto de ley para cambiar la hora oficial en el país y modificar el huso horario de -3 a -4. La Argentina tiene su horario atrasado, entre lo que marcan los relojes y lo que marca el sol. Según argumentan políticos y científicos, estamos arrancando el día más temprano de lo que deberíamos.
«Expusimos con la Doctora Andrea Pattini, directora del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE-CONICET) sobre la necesidad de ajustar nuestro horario a la geografía que nos corresponde», remarcó uno de los invitados a exponer: el biólogo, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Quilmes, Diego Golombek. El también asesor presidencial explicó que en un comienzo los horarios eran locales: «cada ciudad basaba su mediodía en el horario del sol estaba en su punto más alto. La llegada del ferrocarril cambió todo: no podían estar cambiando el reloj a cada rato, y se instauraron las primeras zonas horarias, por ejemplo en EEUU».
«En 1884 se estableció un sistema mundial de husos horarios, con Greenwich como meridiano de referencia; cada huso horario son unos 15 grados de longitud. Argentina adoptó el sistema en 1920. A casi todo el territorio nacional le corresponde el huso horario -4 (o sea, 4 horas al oeste de Greenwich). Hay una franja al oeste que incluso queda en el huso -5. Sin embargo, todo huso es político, y los países van cambiando las líneas y horarios de acuerdo con consideraciones que cambian con el tiempo», continuó.
«Así, Argentina comenzó en 1930 a alternar horario de verano (zona horaria -3) con horario de invierno (zona horaria -4), aduciendo beneficios energéticos. Pero hacia 1974 nos quedamos en zona -3 como permanente, e incluso alternando con zona -2 para horario de verano, cada vez más alejados de nuestro horario natural. Habernos quedado en -3 en lugar de -4 es un equívoco que no se logra explicar claramente», agregó. Contando las alternancias verano–invierno, en Argentina se cambió la zona horaria unas 57 veces.
«Lo peor es claramente la alternancia en verano a huso horario -2: si ya estábamos en la punta de Brasil, en el verano pasábamos a estar en medio del Atlántico. Como dijo algún periodista, estábamos ‘azorados’, pero no sorprendidos, sino en las islas Azores…», enfatizó Golombek. Y completó: «¿Y por qué la importancia de esta discusión? Estar en el huso horario adecuado a nuestro lugar en el mundo hace que nos expongamos a la luz adecuada para la salud, el sueño y el alerta. Los cambios de verano e invierno no tienen grandes beneficios (de hecho, todo lo contrario), y el presumible ahorro energético es complejo y depende mucho de las variables que se estén midiendo. Lo que se ahorra por un lado, se gasta por otro. Ojalá podamos continuar esta discusión a nivel nacional. Es un tema que está teniendo mucha importancia en el mundo. Para eso, también, sirve la ciencia: para colaborar en los debates sobre políticas públicas. Para eso estamos».
Desde el lado político, quien lleva la propuesta de Mendoza a nivel nacional es Julio Cobos. La idea es mover el huso de -3 a -4 en el horario de otoño a invierno para poder aprovechar más la luz natural: «Busca establecer como hora oficial en toda la Argentina la del huso horario de cuatro horas al Oeste del meridiano de Greenwich, que es en realidad la que nos corresponde dentro del Sistema Internacional de los Husos Horarios. El país tiene una de las mayores diferencias entre la hora solar y la hora oficial. Buscamos lograr una mayor coincidencia entre la hora solar y la oficial y así, activar el sistema circadiano de cada persona».
“El error grande que tiene la Argentina es tener un huso horario que está mal para su territorio nacional”, explicó hoy a la prensa la directora del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE) del Conicet, Andrea Pattini. Aseguró que el huso horario que debería tener toda la Argentina es -4, y actualmente está en -3: «Como tenemos menos horas de luz, se siente mucho más el error grande que tiene la Argentina. En el oeste esto es muy marcado, en Buenos Aires está corrido alrededor de 40 minutos, pero en Mendoza -por ejemplo- tenemos corrida una hora y 40. Creemos que está buena la iniciativa y es positiva, pero esto no es válido para una sola provincia, tiene que ser para todo el país. Esperamos que los diputados nacionales se prendan en esta movida y den lugar a la discusión”.