La comunidad travesti trans reclama desde principios del confinamiento por coronavirus soluciones habitaciones que todavía no llegaron. Según la Federación de Inquilinos Nacionales, el 90% de las travas y trans que viven en la Ciudad de Buenos Aires tienen problemas habitacionales.
El monto que da la Ciudad para asistir a las personas solas en situación de calle es de 4500 pesos, en una ciudad donde los alquileres más básicos cuestan entre ocho mil y doce mil pesos en cualquier hotel familiar, compartiendo baños y cocinas con los demás inquilinos. Con 4500 pesos ¿donde alquilaríamos las travestis? Y a esto hay que sumar un hecho demostrado: por ser trans todo te sale más caro. Y aunque nuestros sueños y derechos no son negociables, a veces pienso que no le importan a nadie.
Pasó un año y en mayo de 2021 la desidia habitacional travesti trans sigue siendo la misma. Parece que desde el punto de vista de leyes inclusivas y vanguardistas seguimos siendo pionerxs en Argentina, aunque a la hora de llevarlo a la práctica, las personas trans y travestis estamos lejos de ser iguales en términos de derechos.
Así como llamamos travesticidio a todo crimen de odio agravado por la identidad de género, llamamos travesticidio social al abandono histórico (de hace muchos años) de nuestras identidades por parte del Estado. El aislamiento social es privilegio de clase. Y la cuarentena está agravando ese travesticidio social que es la falta de acceso a derechos como el de tener un techo digno. Expulsadas del mercado laboral formal, en pandemia las travestis y trans no tuvimos tiempo para generar el hábito de saber ahorrar.
Para nosotras no habrá 15.000 pesos para bancar este momento, apoyos anunciados para otros grupos. Tampoco hubo iniciativa ni nadie que salga a preguntarse en la Ciudad de Buenos Aires ¿dónde van a alquilar las travestis? Todas las noches muchas de las nuestras salen en busca de la suerte. Al principio de la pandemia, cierta impaciencia en nosotras hizo difícil a algunas entender con claridad el uso del barbijo, o aprender a dar ese mensaje del cuidado cuando estamos paradas en la zona roja.
Porque: ¿cuántas veces con la única herramienta con la que vamos a llenar la olla o a pagar el alquiler va a ser con nuestros cuerpos? De todas las demandas y necesidades de nuestro colectivo, hoy quiero escribir sobre la necesidad de la vivienda. Más allá de la centralidad de esta ciudad, donde la ayuda habitacional categoriza a las travestis y trans al nivel de indigentes. Con 4500 pesos no te alquila nadie, pero casi siempre hay un plan B que nos salva. Y así las travestis y trans de la ciudad llegan a las villas y la villa las abraza a las travas. Desde ahí empezamos a tomar conciencia de lo importante que es construir redes, por eso primero nuestra lucha es de clase, hasta que cambie la suerte y la peste.
¿Qué pasa cuando no vivís en la ciudad mas rica del país? ¿Qué pasa cuando lo único que tenés al lado muchas veces es a una igual que vos, peleando codo a codo juntas? Qué importante es tener aliades y amigues que te acompañen y armen de tu necesidad habitacional y de vivienda, un plan para poder lograr avanzar con la construcción de una casa para las travas.
Es el caso de Mía Gabriela Benítez de Chaco. Mediante la ayuda y organización de un montón de compañerxs y compañeras, armaron un equipo, jugaron el partido y lo ganaron. Mía quería que el sueño de acceder a su casa no fuera solo para ella y decidió abrir un merendero. El premio a tanto esfuerzo se vio reflejado en el amor que Mía le pone a la decoración de su casa y a la gestión del merendero que funciona en el mismo lugar donde vive, con la idea de empezar a armar una unidad productiva para travas y trans de la provincia del Chaco.
Vivienda: sueño cumplido al servicio de otres
Mía tiene 28 años y es una chica trans de Barranqueras. Dice: “Con mucho esfuerzo logré comprar un terreno. Con mi pareja en aquel entonces logramos hacer un ranchito. Yo trabajaba en la calle en la prostitución y logré salir. Gracias a eso logré comprar el terreno, hicimos nuestro nidito de amor (pongámoslo así)”. Mía cuenta que su pareja empezó a estudiar. “Es un chico abandonado que vivía en la calle”. Ella lo apoyó para que él estudiara. Pasó el tiempo, él logró capacitarse, hoy es albañil y electricista. “Sabe mucho de plomería también. Y hoy me tocó a mi salir de la calle, gracias a Dios y a la Virgen, que me pusieron en el camino a grandes personas”.
Ella se las ingenió para gestionar un kit de materiales de construcción “para realizar una mejora que le faltaba a mi casa y terminarla. Tenía las chapas, me acerqué al Instituto Provincial de la Vivienda y logramos construir dos piezas con baño y una galería donde puedo dar la merienda. Mientras sigo avanzando, ayudo a que otres también puedan avanzar”, dice emocionada.
Mia cuenta que está agradecida a quienes le ayudaron a gestionar lo necesario para el merendero, donde trabaja hoy (a Wilson Morienaga, presidente de la fundación Mocedad de Resistencia, al delegado provincial Javier Zamudio, y a Diego Arévalo del Instituto Provincial de la Vivienda). Aunque está estudiando y trabaja en el merendero, “ no tengo respaldo económico ni un trabajo estable”, dice Mía.
El cuerpo travesti trans es un cuerpo naturalmente social, en sus desesperaciones y sufrimientos por sobrevivir en una sociedad que lo desea y lo esconde. La cuerpa travesti trans aprendió que nadie se salva solo. Aprendió a abrazar para dejar de sentir el frío que genera el abandono de nuestras necesidades sociales.
Alexia, una trans que se quedó sin techo en Mendoza
Hace un par de semanas en los grupos de Facebook y Whatsapp se viralizaba como noticia el caso de Alexia Biancorroso. En un video viral junto a su pareja, Marcos, una persona con discapacidad. Denunciaban manejos fraudulentos por parte del Instituto provincial de la Vivienda de Mendoza. En el mismo video, Alexia también denunciaba a un juez arbitrario que ejerció discriminación hacia ella y su compañero tratándolos de travesti y discapacitado, que los va a echar a la calle igual por usurpadores.
En el video Alexia cuenta: “Vivo en Godoy Cruz, Mendoza. Soy una mujer trans sobreviviente, pasé por la dictadura y post dictadura. Estoy casada con Marcos Gastón Pari, una persona con discapacidad motriz”. Luego comparte cómo se quedó sin techo. “Es por una casa que me dieron en la época en que Cristina Fernández de Kirchner era presidenta, en 2007, mediante un plan de recuperación de vivienda. Primero se la habían adjudicado a una familia que no la habitaba, por una situación familiar me la dieron a mi”. En 2011 el padre de Alexia sufrió problemas de salud. Su madre tenía 70 años, ahora tiene 80.
“La gente del Instituto le había adjudicado la casa a mi mamá. Después nos dijeron que estaba en comodato. Fue una mentira, también será porque me vieron mujer trans. A la casa la habitamos, vivimos con mis hermanas y sobrinos. Pagamos los impuestos, pusimos un portón, hicimos los arreglos, le pusimos muebles de cocina y baño. Teníamos que reacondicionarla para mis padres discapacitados, le hicimos una rampa”.
En 2013 Alexia se casó con Marcos y comenzó a trabajar en el área de adultos mayores de la provincia. “Un día con mi mama dijimos “vamos a ver cuándo tenemos que pagar la cuota, porque no nos llegaban las boletas. No dijeron que teníamos que esperar y nos quedemos tranquilas”. La historia es larga y complicada. En el camino hubo un cambio de gestión. Siguieron reclamando la adjudicación. Hasta que les dijeron: estaba cancelada.
“Seguí pidiendo una solución al Instituto, nunca me dieron respuesta”. En 2018 “aparecieron por mi casa un abogado violento, un policía amenazador y un notario. Nos dijeron que la casa no nos pertenecía. Que tenían denuncias de que estaba abandonada. Empecé a buscar abogados porque me llegó una notificación de que me llevaban a juicio a mi y a mi marido. En la audiencia con el juez Daniel Cobos, no me recibieron las pruebas. Me decían que en la casa no vivía mi mama, cuando por su discapacidad estaba a mi cargo.
Alexia recorrió secretarías de derechos humanos y diversidad y género de la provincia, al municipio de Godoy Cruz. “El juez se escudó en que ellos tenían la escritura. No le importa que yo sea transgénero y que mi marido sea discapacitado. Después vino la pandemia, al juicio lo perdí y me dieron dos meses para desalojar la casa. Por eso estoy desesperada , yo no tengo plata para pagar más abogados ni encontrar un lugar adonde ir”. Finaliza así su retrato de una situación de emergencia habitacional que es moneda corriente entre buena parte de las travestis y trans.
Las luchas de Morena: vivienda, trabajo, estudio
Morena Contreras es estudiante del Bachillerato Popular travesti trans Mocha Celis. Oriunda de la provincia de Tucumán, la mejor estrategia para huirle a “la peste”, cueste lo cueste, que encontró esta joven trans fue venir a la capital para encontrar un trabajo y terminar de estudiar. Mientras teje sueños de inclusión laboral travesti trans, Morena vive en el barrio 31 de Retiro ( antes Villa 31). Hace unos días la desalojaron. Una señora que la conoce le prestó una piecita, donde vive en estos días con lo mínimo.
Hace semanas que espera un llamado de alguna asistente social. Y reclama que desde el mes de octubre espera el alta para acceder al programa Potenciar Futuro. Mientras tanto, Morena recorre los pasillos de la villa y disfruta en las noches frías de ver la luna que se pierde por la autopista.
Según los datos publicados en La Revolución de las Mariposas (investigación sobre la situación de la población trans en la Ciudad de Buenos Aires, elaborado por el Programa de Género y Diversidad Sexual, la Fundación Divino Tesoro y el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis) en el año 2016 el 65 % de la población travesti trans en CABA se encontraba en situación de vulnerabilidad habitacional y más del 25 % en hacinamiento crítico. Y solo el 3l, 9% de la población se encontraba trabajando de manera formal.
Estos datos los sabemos pero además los vivimos. Y empeoraron. También se deterioró la situación económica con 4 años de gestión macrista a nivel nacional. En la ciudad y con la gestión larretista, nuestro colectivo no tiene más margen.
Vale resaltar que en el 2008 la justicia estableció que el Gobierno de la Ciudad autónoma de Buenos Aires debía tomar medidas de fondo para resolverla falta de acceso a la vivienda y al trabajo para la población travesti y trans. En julio de 2020, tres legisladoras porteñas –Ofelia Fernandez, Lorena Pokoik y Victoria Montenegro– presentaron un proyecto de ley para declarar la Emergencia Habitacional de las personas trans y travestis en la Ciudad de Buenos Aires.
Sabemos que no han tomado ninguna medida de fondo, todo pasa por poner los colores del arco iris en el Obelisco una o dos veces al año. Hasta la mas empobrecida de las nuestras sabe, que eso no llena nuestras ollas, ni garantiza nuestro techo. Necesitamos respuestas urgentes.
La desidia habitacional es travesticidio social. Nuestra lucha es de clase, de la mano con las calles, con las miserias propias y colectivas, a veces para tener que comer y otras para gritar donde está Tehuel. Nuestras luchas son con amor, ternura y furia. Aunque falte una solución. ¡Inclusión habitacional travesti trans ya!
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