Parecen resabios de una época olvidada, pero no. Todavía hay quienes consideran de buen gusto y hasta motivo de orgullo colgar cabezas de animales en su living. Son sus botines de caza deportiva, una actividad que está permitida en la Argentina. Mientras crece el reclamo por una ley que la prohíba, el impulso de las organizaciones conservacionistas consiguió que Aerolíneas Argentinas decidiera dejar de transportar, a partir de este mes, esos «trofeos de caza» en sus vuelos nacionales e internacionales.
La aerolínea de bandera es la número 46 en el mundo que toma esta decisión. Las que la antecedieron lo hicieron a partir de la caza del león Cecil, en Zimbabue, África, que causó indignación a nivel mundial.
“Un estadounidense fue con un jeep y arrastró un pedazo de carne para que el león lo persiguiera. Cuando salió de la reserva, donde estaba prohibido, lo cazó. Era un león de 13 años, que llevaba un collar satelital para ser estudiado por más de diez universidades. Además de lo cruel, fue un desastre a nivel investigación”, recuerda Kai Pacha, desde la reserva de Pumakawa, en Villa Rumipal, Córdoba. Es la principal referencia en la protección de pumas en el país, y fue una de las impulsoras de la medida, junto con Fundación Cullunche, la Red Argentina Contra el Tráfico de Especies Silvestres (RACTES) y Humane Society International.
“Este tipo de políticas son importantes, significan un progreso y tienen por objetivo avanzar hacia un mundo más consciente en el cuidado de la fauna y la flora”, dice Pablo Ceriani, presidente de Aerolíneas Argentinas. La iniciativa apunta a proteger la vida de los animales silvestres que habitan el país y se enmarca dentro de estándares de conservación como la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Si bien abarca distintas especies, tiene especial impacto sobre los pumas, que son el emblema de la cultura de la caza en la región.
“La caza del puma es un clásico. Es un animal icónico, y es como un logro que el extranjero se lo lleve. La Argentina es el séptimo país en exportar y en diez años han salido como 400 cabezas. En importación de ‘trofeos de caza’, es el número 23: llegan al país cabezas de elefantes, de leones. Si bien no son autóctonos, se intentará prohibir también eso”, cuenta Pacha. “Lo matan y se llevan un pedazo embalsamado para colgar en la pared. Es por diversión y no justifica el sufrimiento del animal”, lamenta. Hay cuatro criaderos especialmente para esta actividad en La Pampa, pero además “en distintos lugares, como Santiago del Estero, hubo o hay un lugar donde cazaban pumas con arco y flecha, estilo medieval. Así sufren más”.
Kai Pacha es el nombre quechua que eligió la trabajadora social Karina Maschio cuando decidió dedicar su vida a la protección de animales. Se hizo cargo de la reserva El Edén, que tenía su padre y había sido asolada por los incendios forestales de 2009. Reflotó la iniciativa como Pumakawa, una ONG dedicada a la conservación de especies autóctonas en riesgo.
“El puma es un depredador tope, es indispensable para el ambiente”, define. “Tienen la mala fama de ser perjudiciales porque comen ganado, pero en realidad necesitamos de los depredadores tope para controlar plagas, por ejemplo, y en la medida en que se apliquen técnicas adecuadas no impactan en el ganado”, aclara.
La prohibición de los traslados de «trofeos de caza» en Aerolíneas Argentinas representa un avance, pero no alcanza. “La cacería es legal, por eso necesitamos el cambio de leyes. Es algo más lento, pero queremos eso. Es un tema que se relega y significa enfrentarse a una cultura que puede llegar a reaccionar, la cultura del cazador –define Pacha–. Somos un país cazador, pero creo que hasta ahora ha sido bien recibida la campaña, porque no vamos en contra de la cacería en general. Por ejemplo, el jabalí tiene que ser controlado y cazado, no vamos en contra de eso. Solamente defendemos al puma y a las especies nativas”. «
Reclamo en Chubut
La caza deportiva de pumas y otras especies autóctonas no solo es legal, sino que en algunos casos es fomentada oficialmente. Así sucede en Chubut, donde se promueve y premia económicamente la obtención de pieles y cráneos de pumas y zorros colorados.
La Fundación Vida Silvestre le reclamó al gobernador Mariano Arcioni la derogación de la Ley XVII-Nº 52 (ex 4100), señalada como una “ley que atrasa”. Desde esa organización cuestionan que la normativa vigente “no incorpora las nuevas formas de producir en armonía con la conservación de la naturaleza” y “utiliza fondos públicos para matar animales silvestres nativos”. Iniciaron una campaña de recolección de firmas que respalde el reclamo.
Enriqueta
12 September 2021 - 17:54
Es atroz. Hay que sacar ya una ley que proteja a los animales autóctonos y a la naturaleza en general. Sólo permitirse la caza para comer.