La foto que publicó en Facebook Cristian, profesor de Geografía en Santiago del Estero, se compartió más de 18 mil veces y tuvo cientos de comentarios. Lo muestra en el aula, frente al pizarrón, señalando un mapa. Su atuendo: una campera gruesa cerrada, guantes y gorro de lana. Además del barbijo, por supuesto. El tira y afloje en torno a la presencialidad en las escuelas ya no está sólo atravesado por cuestiones políticas y judiciales. También, climáticas. Los primeros días de frío dejaron en claro que la temperatura es otra variable en un conflicto que, como la pandemia, continúa.
El tema está presente en asambleas y reclamos, no sólo en la Ciudad de Buenos Aires, que por la decisión de su jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, mantiene la presencialidad en las aulas pese al alto nivel de contagios en el distrito. El frío y la disposición protocolar de mantener puertas y ventanas abiertas para garantizar ventilación cruzada y reducir el riesgo de contagios llevan la discusión a todos los puntos del mapa.
“El día anterior a la publicación de la foto (el martes 4) hubo un cambio importante con respecto a la temperatura. La máxima de ese día fue de 15 grados (veníamos de un par de días con temperaturas que pasaban los 30°). El día miércoles amaneció con 5° de sensación térmica”, contó a Tiempo Cristian, docente en la capital de Santiago del Estero. El camperón lo llevó puesto desde su casa: los guantes y el gorro los agregó en el aula, con la idea de compartir ese mensaje que se viralizó. “Me pareció oportuno mostrar la realidad, porque le verdad es que se sentía el frío”, resumió.
“El panorama para las semanas venideras no es muy alentador. Trabajo en siete establecimientos y en todos ellos es la temática recurrente: ¿Cómo se sigue? ¿Habrá nuevas normativas? Muchos/as docentes plantean la idea de volver a la virtualidad. Muchos/as trabajamos en el interior y se siente mucho más frío. Hay quienes dicen ‘siempre fuimos a trabajar y los/las estudiantes iban a clases con temperaturas bajas y nadie se quejaba’. La cuestión es que antes se llegaba al aula y la acondicionábamos para que no se sienta tanto el frío”, comparó Cristian.
Muy lejos, en la Ciudad de Buenos Aires, las temperaturas matutinas por debajo de los diez grados aceleraron una discusión que ya se anticipaba: qué pasaría con la ventilación y el protocolo cuando llegara el frío. “Es un frío que te cala los huesos, el de estar a la intemperie. Si bien el aula es como una habitación, tiene ventanas y puertas abiertas, no se cierran de ninguna manera. Y los niños por supuesto que se quejan del frío. Todos los días”, contó Belén, docente de la Escuela 13 del Distrito 11 y 11 del Distrito 19.
“Tampoco se puede tomar nada caliente, los niños no pueden tomar nada caliente ni comer porque así lo estipula el protocolo. La sensación es que el Gobierno de la Ciudad quiere mandar a enfermar a la población”, cuestionó. Y agregó que el frío también expone la desigualdad: niñas y niños con mucho abrigo, otros no tanto. “La realidad es bien dispar, incluso en el mismo barrio, en el Bajo Flores. Es todo un clima de mucho descuido y desprotección y esto no es continuidad pedagógica. Es una mentira”, sentenció, mientras compartía una jornada de luto en el Distrito Escolar 11 por el fallecimiento por covid de una vicedirectora, Silvina Flores.
Otra docente de la Escuela 14 del Distrito 2 contó que “la situación en la escuela es muy seria ya que todos los factores juegan en contra. Está ubicada en el barrio de Balvanera, es un edificio antiguo con techos y ventanales altos. Y está rodeada de edificios que provocan corrientes de viento. Ayer ya pasamos frío en exceso”. A los relatos de docentes se suman las fotos que comienzan a circular de niñas y niños con camperas cerradas, capuchas puestas y hasta mantas. Antes que llegaran las últimas restricciones, la profesora de inglés Karina Rosito, desde la zona Oeste del Conurbano, contaba que la sugerencia de la supervisión era que las y los chicos asistieran con frazadas para poder mantener las ventanas abiertas. Aún hacía calor y la recomendación sonaba a chiste. No lo era.
Lorena es maestra de cuarto grado en una escuela de Barracas en la que la mayoría del alumnado es de las villas 21-24 y Zavaleta. Desde esa comunidad educativa convocan a una caravana esta tarde, a partir de las 17, desde Iriarte y Luna. “Queremos mostrar con una caravana que las deficiencias son muchas. No solamente en el plano educativo. No se debaten problemas solamente pedagógicos”, remarcó y enumeró la falta de recursos en los hogares, la falta de conectividad, la falta de contención a familias aisladas y contagiadas. “La desprotección del Estado es grande. Tenemos a familiares de nuestros peques internados y no hay oxígeno”, alertó. Si bien sostiene el paro, se acercó a la escuela para participar de las asambleas: “Las compañeras estaban heladas por la ventilación cruzada”.