“Queremos una mamá y un papá que nos quieran, que nos den de comer y que nos cuiden. Que sean divertidos. Tener muchos juguetes, peluches y rompecabezas. Queremos tener tíos, abuelas y primos. Y que cuando nos portemos mal nos ayuden a cambiar, que nos hablen. Que no nos peguen ni nos dejen mucho tiempo solas”. Así escribieron sus deseos Ofelia y Hebe. Son hermanas y tienen 13 y 10 años. Viven en un hogar convivencial, a la espera de ser adoptadas.
Su mensaje fue leído en voz alta –y entrecortada por la emoción– por la actriz Inés Estévez, en el marco de la campaña Les Niñes Grandes Dicen. Una iniciativa gestada por el colectivo de familias Adopten Niñes Grandes (ANG) para visibilizar los anhelos de chicas, chicos y adolescentes que ansían tener una familia. Personalidades de la cultura, los medios y otros ámbitos se sumaron para dar voz a esos textos.
“Queremos una familia que nos cuide. Puede ser de mama y papá, o dos mamás o dos papás”, escribió en su carta Juana, de 16 años. Quiere una familia que la adopte junto a su hermana Flor, de 14, contó en la voz del físico y divulgador científico Andres Rieznik. “Me gustaría tener una familia que me quiera, que me tengan paciencia. Que podamos salir a andar en bici, a patinar y a pasear. Que les guste mucho ir al cine pero también ver pelis en casa. Que me ayuden con las tareas del cole y también poder seguir dibujando mucho, porque me encanta”, dijo Luciana, de 10 años, y su carta fue leída por la conductora Carla Conte.
Ofelia, Hebe, Juana, Flor y Luciana forman parte de los 2200 chicos y chicas en situación de adoptabilidad en la Argentina. Es decir, que el Estado ya agotó las instancias posibles de revinculación con su familia biológica. Y su única posibilidad de crecer en familia es que las y los adopten. Pero la gran mayoría de quienes se inscriben para hacerlo eligen a bebés o niñes de muy corta edad. Las y los más grandes crecen en soledad, en hogares. El colectivo Adopten Niñes Grandes, creado hace poco más de un año, busca derribar mitos sobre adopción en el país y visibilizar la situación de esos chicos y chicas que necesitan ni más ni menos que una familia.
Cartas a Papá Noel
Todo comenzó con el comentario de una trabajadora social. Contó en redes sociales que chicas y chicos en hogares escribían cartas en Navidad, aunque no creyeran en Papá Noel, para plasmar sus deseos. Específicamente, para decir cómo les gustaría que fuesen sus familias adoptivas. “Eso nos conmovió a todos. Y empezamos a decir ‘¿esas cartas dónde están?, podríamos visibilizarlas’. Primero pensamos leerlas nosotros, pero después a alguien se le ocurrió gente con más visibilidad. Así empezó todo”, contó Mariana Pittaluga, miembro del colectivo y mamá de una nena de 13.
Mariana conoce el peso de esas cartas. Su hija también escribió una, antes de ser su hija. “Recuerdo que cuando leyó la carta la trabajadora social éramos varias familias en una reunión virtual. Quedamos como en un silencio estremecedor –relató- Siempre recordé esa carta. Cuando me informan que yo iba a ser la mamá, en el hogar me prepararon una carpetita con sus cosas y ahí tengo la carta original”. Allí la nena pedía, entre otras cosas, una mamá o un papá joven. También decía –igual que el resto- qué cosas no quería que le volvieran a pasar. “Se cumplió mucho de lo que pedía en esa carta”, celebró la mujer.
“No es que esperan que los adopte un multimillonario con una casa con pileta. No. Quieren una familia que los quiera, hacer una salida al cine, ir a la plaza, tener tíos, primos con los que compartir”, enumeró Diego Monrroy, miembro de ANG, uno de los impulsores de la campaña y papá de una nena de 13.
Diego explicó que se difunden tres videos por fin de semana, más algunos entre semana. “Ya tenemos más de 20 publicados. Unos 10 videos más listos y después tenemos un montón de famosos que tienen cartas, que dijeron que sí y estamos esperando. La idea es llegar a unos 100 videos. Llevamos entregadas 65 cartas. No estamos tan lejos”.
“Hace bastante tiempo que espero una familia”
“Si hacemos hoy una búsqueda para alguien de un año, el 86% de los inscriptos respondería. Si hacemos la búsqueda para niñes de 6, solo el 43%. Y para 12 años, un 1,69%. Esta es la realidad. Y más se complica si se trata de grupos de hermanos. Siempre se escucha que es imposible adoptar, pero si alguien se inscribe para 12 años lo llaman enseguida de varios juzgados”, dijo a Tiempo Juan José Jeannot, director de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de la República Argentina (DNRUA), en abril del año pasado. Por entonces, la organización que fomenta la adopción de niñes “grandes” daba sus primeros pasos.
Poco más de un año después, el colectivo logró dar visibilidad al tema y también desde el Estado se impulsaron en este tiempo medidas por los derechos de estos chicos y chicas “grandes”. A partir de la campaña Les Niñes Grandes Dicen, los puentes se tendieron también con figuras de los medios y la divulgación, porque visibilizar e informar contribuye a derribar mitos. El principal: que es muy difícil y largo el proceso para adoptar en la Argentina.
La gran mayoría de las familias que integra el colectivo evidencia que no es así. Que si se inscriben no sólo para esperar la adopción de bebés sino también de niñes en edad escolar primaria o más –y si aceptan también la posibilidad de adoptar hermanites o chiques con discapadidad- todo puede darse en cuestión de meses.
“Hola, mi nombre es Joel y tengo 14 años. Hace bastante tiempo que espero por una familia. Me gustaría que sea muy grande, tener muchos tíos, primas, abuelas. Festejar los cumples todos juntos y reírnos. Me gusta aprender, así que quisiera que me anoten y me acompañen a hacer muchas actividades. Quisiera que a mis papás les gusten los juegos de mesa, en especial el uno y el ajedrez”. La carta del adolescente fue leída por Marcelo José Molina, exjuez de familia en Santa Fe y responsable del proyecto ¿Cuánto tiempo es un tiempito?, que apunta a reflexionar sobre los derechos de la niñez y las personas vulnerables.
“La niñez con derechos vulnerados no es algo que se instala todos los días para la consideración pública. Esto de visibilizar la necesidad de adopción sobre todos los niños es un laburo muy de hormiga de grupos de padres adoptivos”, resaltó. Y contó que, durante la década que trabajó en el fuero de Familia, podía tener “cinco o seis legajos en la mano” para la adopción de un bebé, pero en otros casos como “chicos grandes, grupos de hermanos o con discapacidad” había que hacer convocatorias públicas o colaborar entre jueces porque no había personas interesadas.
Ante la difusión de las cartas hubo quienes se contactaron con Adopten Niñes Grandes con la intención de ahijar a tal o cual niño o niña firmante de las misivas. Desde el colectivo les explicaron que no es así el mecanismo. Que la única vía posible es desde el Estado, a través de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos.
Que la campaña es para visibilizar deseos que representan a todo un universo de chicas, chicos y adolescentes. Pero que Ofelia, Hebe, Juana, Flor, Luciana, Joel y tantos más ni siquiera son nombres reales. Sí lo son sus cartas. Con deseos de lo más diversos, pero uno en común: crecer con una familia que las y los quiera.