El caso de la puma Lola Limón, declarada por la justicia como “animal no humano sujeto de derechos”, reflotó el debate en torno al derecho animal, los avances en la materia en la Argentina y lo mucho que falta para que esa perspectiva se instale y generalice a nivel global. Tiempo consultó al respecto a la jueza Elena Liberatori, autora de un fallo pionero que reconoció los derechos de la orangutana Sandra, hace siete años. “El cambio está por venir. Estamos en los comienzos, con muchos retrocesos y unos pocos avances”, consideró la especialista, jueza en lo Contencioso Administrativo, Tributario y de Relaciones de Consumo de la Ciudad de Buenos Aires.
Tras el fallo por Lola Limón –emitido el 6 de julio por la titular del Juzgado de Primera Instancia en lo Penal, Penal Juvenil, Contravencional y De Faltas N°3 Carla Cavaliere-, la jueza Liberatori remarcó que “interesa mucho porque socialmente hay que crear una masa crítica con respecto a esto y tener una ley que busque un trato digno desde el punto de vista jurídico con respecto a los animales. Es positivo”. Al mismo tiempo, advirtió: “En este caso de la pumita veo que hay un problema. Se la declara persona no humana pero no está claro para qué, porque se habla de la propiedad de ella que pasa al Ecoparque. Entonces, ¿es una cosa o una persona no humana?”.
Abandonar el antropocentrismo
Sandra fue el caso emblemático, pero no el único. Antes de Lola Limón, estuvieron la chimpancé Cecilia y la elefanta Mara. “Hay que partir previamente de una cosa conceptual teórica muy importante: cuando estamos diciendo de un animal que es un ser sintiente, en sentido de ser un sujeto de protección, ¿de protección ante quién? Ante nosotros. Esto implica muchas cosas. Como abandonar el antropocentrismo, que considera que todo lo demás está al servicio del ser humano o para su diversión”, apuntó Liberatori. “Ver al animal como persona no humana quiere decir que no es una cosa, como dice el Código Civil. Lo trascendente es la cuestión de asumir por parte del ser humano una posición de humildad y convivencia con el resto de los seres del planeta”.
El asunto aplica no sólo para animales en cautiverio. Pone en cuestionamiento gran cantidad de prácticas tradicionales, locales y de otros puntos del mapa, como las jineteadas o las corridas de toros. “Hay cosas culturales. La comida es una de ellas. Desde lo cultural se terminan justificando espectáculos de violencia absoluta como las jineteadas. Hemos intentado que la TV pública no transmita esos espectáculos de violencia, porque entramos en un terreno terrible de la sociedad que es la violencia naturalizada. ¿Qué distancia hay entre el rebencazo al caballo y luego ir a la casa y golpear a la mujer? No hay distancia. Hay que verlo con preocupación y tratar de que esto cambie”, definió.
Liberatori no sólo sentó precedente en derecho animal con el caso de Sandra, también milita la causa desde una perspectiva que atraviesa su vida personal. “Cuando uno avanza en esto se da cuenta que no hay otra salida. Si soy anti especista tengo que ser coherente y tengo que ser vegana. No tienen que venir animales a mi plato. En especial, con las granjas industriales, algo que debería producir repulsa porque todo lo que se industrializa supone una manipulación. La industria es para manejar un artefacto, y las granjas industriales ponen a ese nivel a seres sintientes”, planteó, e hizo referencia al trabajo de la periodista especializada Soledad Barruti.
Otra deconstrucción necesaria
“Esto exige primero un aprendizaje conceptual que está dicho por filósofos como Jacques Derrida, que habló en los ‘70 de la deconstrucción. Abandonar todo lo que a uno lo ha hecho ser como es y como piensa. Tengo que abrir mi mente, primero para ver qué es esto, porque lo que me han enseñado y lo que he incorporado por la cultura hasta hoy es engañoso. Por ejemplo lo vemos en los cuentos infantiles: la historia de los animales de granja que viven felices y van a parar al plato. De felicidad ahí no hay nada”, sentencia la jueza, quien tomó la definición de ‘persona no humana’ del jurista italiano Valerio Pocar y destacó que fue clave para su fallo sobre Sandra haber sido el único juzgado que contaba en su planta permanente con una antropóloga.
Liberatori y el “Equipo Judicial Sandra” que integra e impulsa fueron convocados recientemente desde Chile en calidad de amicus curiae en el caso por la liberación de un orangután. La magistrada destacó que en ese país se intenta incluir la perspectiva del derecho animal a nivel constitucional: “Tenemos esperanza y un poco de angustia por si se va a aprobar o no. Sería revolucionario que estuviera en una constitución la declaración de animales como seres sintientes, y la obligación del Estado de propiciar contenidos educativos en post del respeto a los animales”.
A nivel global, indicó también que “hay avances muy interesantes en Europa, y en países como Pakistán e India. Pero hay otros países que uno ve que están más férreos en esto. Japón, por ejemplo, que tiene historia trágica con la caza de ballenas”. En cuanto a las Américas, consideró que “hay que destacar la tarea de las cortes supremas y altos tribunales de Ecuador, Colombia y Costa Rica, empezando por el fallo de la corte de Colombia declarando sujeto de derechos al río Atrato. Cuando uno lee esos fallos se da cuenta el desastre que previamente hicieron los humanos en esos ambientes”.
Aunque falta mucho por hacer y todo está en materia de discusión y deconstrucción, Liberatori resaltó que “en América podemos estar muy orgullosos” por los pasos dados hasta ahora en materia de derecho animal.