Algunas de las esquirlas de la guerra de Ucrania que atraviesan a Europa, también impactan en el Atlántico Sur. Al igual que los demás países del viejo continente, el Reino Unido está en el medio de la inesperada crisis que desató el encarecimiento global de la energía y los alimentos. Las dos commodities elevarán los altos costos de mantenimiento de la ocupación colonial que la Corona británica mantiene en las Islas Malvinas desde 1833, en uno de los cónclaves militares más australes del mundo con línea directa a la Antártida. Si la salida inglesa de la Comunidad Europea, a través de Brexit, debilitó a la economía isleña, el nuevo escenario geopolítico que impone el conflicto bélico pone en tela de juicio la capacidad que tendrá Londres para que sus contribuyentes sigan financiando la presencia en Malvinas, donde actualmente habitan 3000 personas junto con los 1500 efectivos acantonados en la base militar de Mount Pleasant (Monte Apacible), a 43 kilómetros de Puerto Argentino. Sin embargo, el imperio británico está concentrado en mantener escondido el blindaje bélico del archipiélago, ante cualquier variable que debilite su presencia.
La fragilización económica del vínculo colonial con Londres está en el radar del gobierno argentino. Si ese proceso se profundiza, crecerán los interrogantes sobre el futuro de la relación que tendrán las Islas con el continente. Frente a ese horizonte hay una incógnita aun mayor. A pesar de los reclamos argentinos, el gobierno británico nunca informó sobre la cantidad de armamento que tiene desplegado en las dos islas. En 2003 el Ministerio de Defensa inglés reconoció que hubo armas nucleares en el archipiélago durante la Guerra de Malvinas. Fue a partir de la insistencia del entonces presidente Néstor Kirchner.
A principios de este año esa información creció y aumentaron las sospechas sobre la presencia actual de armamento nuclear en Malvinas. El sitio inglés Declassified UK reveló un documento secreto de la cartera de Defensa británica del 6 de abril de 1982, cuatro días después de la ofensiva que impulsó la dictadura cívico-militar argentina para recuperar el archipiélago, en el que se exhibe la preocupación que tenían los militares ingleses de que esas armas cayeran en manos enemigas. En ese momento eran 31 armas nucleares repartidas en tres buques de guerra de la Marina Real. El HMS Hermes tenía 18 armas a bordo, el HMS Invencible 12 y el HMS Regent contaba solo con una.
«El Reino Unido avanza sin transparencia en el proceso de militarización y no brinda información respecto a la presencia de armas nucleares en las Islas. Esto viola las resoluciones de la ONU porque desconoce la prohibición de actos unilaterales para ambos países en una disputa de soberanía», explica Guillermo Carmona a Tiempo. El exdiputado nacional por Mendoza está al frente de la Secretaría de Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur del Ministerio de Relaciones Exteriores. Advierte que esas 31 armas nucleares tenían los kilotones de «varias bombas lanzadas contra Hiroshima» en 1945 y confirma «la falta de transparencia y buena fe con un hecho sumamente grave que aumenta las dudas sobre la presencia actual de ese armamento».
Un mínimo de conexión
A fines de febrero, el canciller Santiago Cafiero formalizó en Ginebra el reclamo y pedido de explicaciones a Londres. Lo hizo en la última sesión del Comité de Desarme de la ONU, donde recordó que «Reino Unido todavía les debe a la Argentina y al mundo la información sobre cuántos kilotones transportó exactamente al Atlántico Sur en 1982 y cuál fue el destino que le dio a ese material nuclear». Las 31 armas que tenían los tres buques de la Royal Navy «representaban en ese entonces el 65% de su stock de bombas nucleares de profundidad», denunció el jefe del Palacio San Martín.
En 2021, un año antes de las revelaciones de Declassified UK, la sombra nuclear pasó por el Atlántico Sur, con el ejercicio que hizo el submarino nuclear norteamericano USS Greeneville frente al Mar Argentino. Recibió apoyo en Malvinas de un avión de la marina británica y la operación se conoció por un tuit del comandante de las Fuerzas Submarinas del Atlántico de la Armada de los Estados Unidos. El movimiento fue a propósito y, según interpretan en la Cancillería, se trató de una señal para los planes de expansión naval de China y Rusia.
El planteo sobre las 31 armas nucleares será renovado en la próxima sesión del Comité de Descolonización de la ONU. Todavía no tiene fecha definida, pero está previsto para la segunda semana de junio. Tal como contó este diario en enero, no se descarta la presencia del presidente Alberto Fernández junto con Cafiero y el equipo diplomático que trabaja en la cuestión Malvinas.
Para entonces, según confiaron fuentes aeronáuticas, será inminente el reestablecimiento de una ruta de vuelos entre Malvinas y el continente. En el sector aseguran que a partir del 1 de julio la empresa LATAM Brasil retomará los vuelos entre San Pablo y Malvinas que comenzaron en noviembre de 2019 y tuvieron una escala mensual en Córdoba. Fueron suspendidos poco después por el comienzo de la pandemia. Las fuentes consultadas aseguraron a Tiempo que la firma por ahora tiene oficialmente planificado volar entre Brasil y Malvinas, aunque admiten que hay especulaciones sobre la habilitación de la escala cordobesa cada 30 días. Sería dentro del diálogo entre Buenos Aires y Londres.
En el Palacio San Martín no hicieron comentarios al respecto de esa ruta. «Nuestra propuesta son los vuelos de bandera nacional, entretanto creemos que el vuelo Punta Arenas-Malvinas con escala en Río Gallegos permite un mínimo de conexión, pero esto tiene como foco que los vuelos de Aerolíneas Argentinas sean regulares, algo que el Reino Unido no acepta», contesta Carmona. Ese vuelo también se encuentra suspendido desde marzo de 2020 por la pandemia. El planteo es claro: la Cancillería habló en el comunicado 116/22 del vuelo patagónico y no de las travesías que se realizaron desde Brasil cuando la administración del entonces presidente Mauricio Macri estaba por concluir su tránsito por la Casa Rosada.
Dos años después de la suspensión, y con los servicios aéreos normalizados, la reanudación de esa vía aérea «permitiría atender tanto las necesidades de los habitantes de las Islas como la de los habitantes del territorio continental, en especial la de los familiares, de visitar las tumbas de sus seres queridos caídos en el conflicto», sostuvo el texto oficial del Palacio San Martín.
La estrategia Global Britain
Hasta diciembre de este año Fernández será el presidente temporario de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe (Ceclac). La Argentina renovará su reclamo ante el Comité de Descolonización con ese respaldo continental. También lo hará con la atención puesta en el escenario global impuesto por la crisis en Eurasia, que pone a prueba la evolución de la estrategia «Global Britain». Es la iniciativa del Foreign Office (la cancillería inglesa) para impulsar un nuevo proceso hegemónico de la Corona en todo el mundo. La foto del presente es muy distinta a las aspiraciones que tiene la diplomacia británica. La nación caribeña de Barbados dejó la Commonwealth a fines del año pasado y crece la resistencia anticolonial en otros súbditos de la Corona, como Belice. Esos datos no pasan inadvertidos para la Cancillería argentina, que observa con detenimiento la evolución del nuevo escenario. «No están en un momento para las pretensiones, Malvinas les sale muy caro a los británicos», advierte Carmona. El funcionario considera que el impacto del autodenominado referéndum del 13 de marzo de 2013, planificado por Londres, fue nulo en términos políticos y diplomáticos. «Solo sirvió para profundizar el sentimiento antiargentino que impulsa el Reino Unido, pero no tiene ninguna validez legal», evaluaron cerca de Cafiero.
La estrategia argentina apunta a aprovechar los escenarios internacionales con una plataforma pacífica que no resigne los reclamos de soberanía. «Hay que ser persistentes. Esas situaciones no las podemos aprovechar si no estamos preparados», asegura. Para el secretario, llegar a esa preparación implica «la persistencia en el reclamo y reivindicación de soberanía», pero también que el país «fortalezca sus consensos y consolide» los apoyos internacionales: «La Argentina demuestra que cuida sus espacios territoriales y ejerce soberanía efectiva. No lo podemos hacer en la zona ocupada, pero sí en nuestro mar, en nuestra plataforma continental y en el territorio antártico, con políticas consistentes», detalló.
Uno de esos puntos tiene que ver con las licencias ilegales de explotación pesquera y con las operaciones de exploración hidrocarburífera que se realizan alrededor de las Islas. Todo ese despliegue es absolutamente sensible al escenario internacional por la remota ubicación del archipiélago austral. El gobierno prepara nuevos protocolos de control en el Mar Argentino, como parte de una estrategia que, según aseguran en la Cancillería, contará con nuevos hitos políticos y diplomáticos durante este año, en medio de un escenario global inesperado. «