Días antes había sido demorado y golpeado por policías. Dos agentes de civil lo buscaban por el barrio horas antes de desaparecer. El CELS y el CNPT pidieron que se aparte a la policía de Misiones de la investigación.
A lo largo de este mes de búsqueda la Policía comenzó a circular una foto que muestra a Josías con un ojo golpeado y un patrullero de fondo. Llevaba la misma campera roja que vestía la última vez que su mamá lo vio, cuando salió de su casa para ir a la peluquería. La sospecha sobre el rol policial en la desaparición tiene que ver con eso y con que “el día 29 (de abril) dos personas de civil buscaban a mi hijo. El 30 desaparece. Esas personas son policías y siguen trabajando, me enteré por un vecino que los vio merodeando y preguntando por mi hijo”, contó a Tiempo Carolina Ramírez, mamá del adolescente desaparecido.
“La foto hasta el día de hoy no sé de donde salió, si fue cuando desapareció o fue antes. No tengo conocimiento de esa foto. Ningún efectivo me informó de cuándo es. Por eso insisto que por ahí hay personas que tienen más poder que yo, que soy una mujer de bajos recursos, para que pidan las cámaras de seguridad. Quiero recuperar a mi hijo sano y vivo. Pero con todas estas especulaciones que hay ya no sé ni qué pensar”, lamentó la mujer. Pide cámaras porque sabe que las hay: la foto se tomó en el cruce de Gobernador Barreyro y Erasmie, pleno centro de Oberá, donde las cámaras abundan.
Días antes, esas personas habían demorado a Josías: lo acusaban de haber robado un celular. “El 11 de abril estas dos personas vinieron a mi casa por un aparente hurto de celular. Lo tuvieron como cinco horas en una comisaría. Lo golpearon, lo maltrataron”, relató la mujer. Y agregó: “Él me decía ‘ayudame mami, porque me van a pegar’, cuando lo sacaron de mi casa. Esta fue la única vez que lo llevaron de mi casa. Otras veces lo veían por la calle y lo demoraban porque sí”. Según Ramírez, “la Policía maltrata mucho a los chicos” en Oberá.
El CNPT constató que, en los días previos a la desaparición, Josías había estado detenido en las Comisarías Seccionales 2° y 4° de la Unidad Regional II de Misiones. El 26 de mayo, esa entidad envió una nota al juez Horacio Alarcón, a cargo del Juzgado de Instrucción N° 2 de Oberá, pidiendo información sobre la investigación y que se tomen medidas “para garantizar que su búsqueda y la investigación de eventuales responsabilidades se realice ajustada a los estándares internacionales en materia de desaparición forzada”.
El CELS realizó un planteo semejante ante la Fiscalía. Y pidió –entre otras coas- el “inmediato apartamiento de la Policía de la Provincia de Misiones en las tareas de búsqueda del niño Josías Ezequiel Galeano” y “que se comunique el caso al Sistema Alerta Sofía”, el sistema de alertas que difunde, de manera inmediata, la imagen y la información sobre un niño, niña y/o adolescente que esté desaparecido a través de celulares, redes sociales y medios de comunicación nacionales.
“No tuvimos respuesta hasta ahora y lo que nos parece importante tener en cuenta son cuestiones que tienen que ver con que ante la sospecha de un involucramiento de la Policía de Misiones en la desaparición, es una medida necesaria el apartamiento. Porque se puede entender como un obstáculo para encontrarlo. Debería ser la medida inicial, sobre la que insistimos que la justicia tiene que intervenir”, recalcó Victoria Darraidou, coordinadora del equipo Seguridad democrática y violencia institucional. También abogó por el “involucramiento de la familia y el núcleo afectivo en el proceso de la búsqueda. Brindarles información, que puedan conocer los pasos que está desarrollando la Justicia. Es necesario”.
Darraidou cuestionó que, pese al pedido de los organismos, “la Policía de la Provincia no se expidió sobre la información que fue requerida. Hay una falta de atendimiento por parte de la Policía a los requerimientos que están en la causa y los involucra”. Además del CELS y el CNPT, también hizo presentaciones sobre el caso la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes de la Nación.
“Pedimos que el proceso de búsqueda se haga conforme a las recomendaciones de los organismos nacionales y también según los principios rectores de búsqueda de personas desaparecidas de Naciones Unidas. Que se haga una investigación exhaustiva y seria”, resumió Darraidou.
En la noche de este miércoles y pese a la ola de frío que también se siente en Oberá, más de un centenar de personas marcharon por Josías, según consignó el diario local El Territorio. “No tengo palabras para agradecerles lo que están haciendo por nosotros, venir con este frío y ayudarnos. Pero hoy es por Josías y mañana puede ser por un hijo de ustedes. Nadie está libre. Lo único que pido es ni un Josías más. Ni un Josías más”, dijo a ese medio Cristian Galeano, padre del adolescente. “Cada día que pasa es un calvario”, definió el hombre, que además es policía.
Josías vive con su mamá y dos hermanos menores, de ocho y diez años. Alrededor de los 13 dejó el colegio. Solía entrenar en un gimnasio, pero también había abandonado el deporte. “Todo lo aburría. Hacía algo un mes y dejaba. Todo el tiempo estaba conmigo, salvo cuando por ahí salía los fines de semana con sus amistades. Un chico con muchas energías”, lo describió su mamá.
La mujer entregó su celular para peritajes a pedido de la fiscal de Instrucción Dos, Myriam Silke. Porque Josías no tiene teléfono propio, y se conectaba en las redes sociales a través del de su mamá. “Mi hijo no tiene celular, entonces usaba el mío para el Facebook. Yo entregué el teléfono sin problemas porque no tengo nada que esconder. Pero me llama la atención que miren mi teléfono y no hagan nada con los policías sospechados. Eso no entiendo. No sé qué esconden”, cuestionó Ramírez ante la prensa local.
En diálogo con el periodista de Misiones Daniel Villamea, la mamá de Josías contó: «Una vez en la Seccional Segunda un oficial me dijo: ‘Su hijo es un delincuente, y donde le encontremos le vamos a levantar y le vamos a cagar a palos’. Como que para ellos mi hijo no tiene derechos y le pueden maltratar porque ellos son policías. Yo no niego que mi hijo tiene problemas, que se droga desde los 10 años y ya cometió delitos. Pero también es cierto que golpeé un montón de puertas en busca de ayuda y nunca me ayudaron. Me sentía desbordada, sola y discriminada. Por eso nunca antes denuncié lo que la Policía le hacía a mi hijo porque pensaba que igual no iban a hacer nada o hasta que iban a tomar represalias con él. Ahora me arrepiento de no haber denunciado antes lo que él me contaba y lo que yo escuché de los mismos policías».
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