La última tarea de Javier Castrillo fue la de coordinador de Investigación y Desarrollo del Plan Nacional de Inclusión Digital Educativa (PNIDE), lanzado en 2015 en pos del objetivo de lograr la brecha digital cero en la Argentina. Lideró el equipo que desarrolló Huayra, el sistema operativo libre con el que se equiparon las netbooks de Conectar Igualdad, y hoy explica cómo se vació el programa. Tenía cuatro patas: ANSES, que se encargaba de la gestión; el Ministerio de Educación, con los contenidos y la capacitación de los profesores para el uso en el aula; Planificación, que se encargaba de la conectividad, porque las máquinas venían con Televisión Digital Abierta (TDA); y Jefatura de Gabinete. Planificación desapareció, y todos los que dependíamos de Educación, unas 1100 personas entre el equipo central y los equipos territoriales de las provincias, los que iban todos los días a las escuelas, fuimos despedidos. El plan se desmanteló, literalmente: después de tres meses de tenernos sin directivas y sin cobrar, vinieron con un camión y se llevaron todo. Cuando fuimos a protestar al Ministerio, nos reprimieron. Dicen que Conectar Igualdad sigue, pero es mentira. Lo único que sigue es el reparto de máquinas que fueron compradas el año pasado, con el software que le cargamos nosotros. Algunas provincias, como Buenos Aires, decidieron mantener los equipos territoriales; otras, como Córdoba, se quedaron con un tercio del personal; y otras los desafectaron directamente. Conectar Igualdad, que ya no existe como programa educativo. Primaria Digital, el plan que entregaba un aula digital móvil a las escuelas primarias, también se desmanteló.Respecto de la inminente desaparición de Huayra, para Castrillo el problema no pasa tanto por el negocio que pueda hacer el Estado con Microsoft, sino por un tema de soberanía, de dejar los recursos de tecnologías de comunicación e información en manos de una corporación monopólica extranjera. Repartir máquinas no es inclusión digital educativa. Por las reuniones de Macri en Davos vislumbramos que el programa va a ser manejado por Microsoft, que ya le regaló un software llamado Shape the Future, con código cerrado. Si el desarrollo de Huayra estaba en consonancia con la recuperación de YPF, los ferrocarriles o la Ley de Medios, este es el proceso inverso: es entregar la educación pública a las corporaciones, como ya está sucediendo con la energía o con las comunicaciones. «