Los restos de medio centenar de personas de pueblos originarios, junto a sus ajuares, fueron enterrados en una lomada de Tres Arroyos, al sur de la Provincia de Buenos Aires. Algunos estudios indican que tenían hasta ocho mil años de antigüedad. Otras versiones apuntan a más de 10 mil, e incluso 14 mil años. De ser así, se trataría de los restos más antiguos del continente. Por estos días, avanza el proceso para que sean restituidos a las comunidades originarias, después de décadas de ser material de estudio antropológico.
La semana pasada, el Concejo Deliberante de Tres Arroyos aprobó la declaración del yacimiento Arroyo Seco como “Sitio de la Memoria y Sitio Sagrado de los Pueblos Originarios”, un paso más en el camino a la restitución. Antes, en marzo, el proceso había recibido una respuesta positiva del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Fue luego de un reclamo de restitución realizado por Domingo Catriel, lonko (jefe) de la comunidad “General de las Pampas Cacique Cipriano Catriel” e impulsado también por la Asociación Encuentro Indígena de Tres Arroyos.
“Planteamos que la restitución va a cambiar el paradigma sobre este espacio”, dijo Diego Slagter, presidente de la Asociación, en diálogo con Tiempo. “Hasta ahora no se ponía en discusión la idea de que ese lugar, más allá de un yacimiento, es un cementerio de ancestros y ancestras que por algún motivo histórico tomaron la decisión de dejar sus restos allí”, remarcó.
El lonko de la comunidad, Domingo Catriel, dijo en marzo a Télam: «Para nosotros es un orgullo tremendo seguir las huellas de nuestra abuela Modesta y mi madre Marta, que emprendieron junto al antropólogo Fernando Pepe (del INAI), reclamando por la restitución de todos nuestros ancestros y ancestras».
El año pasado, una asamblea de pueblos indígenas de la Provincia de Buenos Aires avaló el pedido de restitución. “Hubo un trabajo de articulación importante con Domingo Catriel. En conjunto con el INAI y la sociedad civil empezó este proceso. Primero para comprender que ese yacimiento debería considerarse de otra manera y analizarlo de otra manera”, apuntó Slagter. Por caso, el trabajo educativo que hasta el momento se hace en el lugar tiene que ver con su concepción como yacimiento, no como sitio sagrado: “Los cuartos grados de las escuelas van y visitan el sitio desde una mirada antropológica. Planteamos que la restitución va a cambiar el paradigma sobre este espacio”.
“Hay mucha adhesión, hubo junta de firmas, encuentros, se presentaron documentales. Hay una activación por parte de la comunidad. Hubo muchos intelectuales del país que se sumaron a visibilizar esto”, añadió. Procesos similares se dan en otros puntos del país, por parte de otras comunidades. A principios de este año, por caso, comenzó el proceso de restitución de los restos de 42 ancestros y ancestras de la Comunidad Indígena de Punta Querandí, de Tigre.
Por su antigüedad, no se sabe a qué grupos pueden haber pertenecido los restos enterrados en Arroyo Seco. Por la zona de lo que hoy es Tres Arroyos pasaron mapuches, tehuelches, querandíes, entre otros pueblos. En la década de 1970 los primeros arqueólogos comenzaron a trabajar sobre el lugar, que por la cantidad de enterramientos que contiene y por su antigüedad es uno de los más importantes y más estudiados de América. “Desde los 70 hay mucho trabajo sobre ese yacimiento. Es tiempo de que se cumpla la ley sobre restitución”, insistió Slagter.
La Ley 25517, sancionada en 2001, establece que “deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen, los restos mortales de aborígenes, que formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas”. La normativa da un año de plazo desde la formalización del pedido para la concreción de la restitución. En la comunidad de Tres Arroyos pretenden que la espera sea menor. Pero la comunidad científica pide más tiempo. En la actualidad, los restos permanecen en sede del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), con sede en Olavarría.
“Hay opciones para los científicos de tomar muestras, si las comunidades lo permiten, y seguir haciendo estudios. Acá como los estudios ADN y genéticos avanzan tan rápido, quieren buscar nuevas muestras y piden cinco años más de estudios. Así que tenemos una discrepancia con respecto a los tiempos de restitución, pero se va a saldar seguramente en alguna mesa de diálogo”, indicó Fernando Miguel Pepe, antropólogo del INAI. Advirtió que “la comunidad está preocupada por nuevas excavaciones arqueológicas. Es muy bueno el trabajo de organizaciones indigenistas de Tres Arroyos porque están visibilizando en el medio de la Provincia de Buenos Aires que los pueblos originarios están vivos y luchando por sus ancestros”.
Pepe destacó que “esto se enmarca en la política que Magdalena Odarda (presidenta del INAI) inauguró de declaración de sitios sagrados de enterramientos indígenas en todo el país”. Antes de la declaración de Arroyo Seco como sitio de memoria, el primer caso fue el de Napalpí, en Chaco, donde se cometió la masacre de 1924 que por estos días está siendo revisada con un inédito juicio por la verdad.
“Consideramos que toda restitución es importante, más allá del número o la antigüedad. En este caso, por la antigüedad, para los antropólogos sería la más importante del continente. Y además de restos humanos hay ajuares. Queremos que se sigan haciendo estudios, pero con el consentimiento libre, previo e informado de las comunidades. Y que después del plazo se entierren en el predio de donde fueron sacados. Esa es la misión del INAI: acompañar a las comunidades que reclaman la restitución y aplicar la ley”, planteó Pepe. Señaló, además, que hay un punto en común entre todas las culturas originarias de estas tierras: “El lugar de entierro es sagrado”.