«¿Dónde tiro el aceite que acabo de usar?». La pregunta se puede repetir en las casas de varios lectores y lectoras. Algunos tienen suerte y se toman el tiempo de ponerlo en una botella, llevarlo a algún punto de reciclado de aceite, si es que su ciudad o barrio cuenta con eso. Algo que por ahora no es masivo. Pero hay otra variante que pensó una empresa junto a investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI): solidificar el aceite. Y así poder tirarlo a la basura.

Con la idea de convertir el aceite usado en un residuo sólido «para arrojarlo al tacho» sin producir contaminación en los sistemas de drenaje, la firma DROAR SRL desarrolló un compuesto de origen vegetal, renovable y sustentable que, según informaron desde el INTI, hasta el momento no existía en el país. 

Fue Martín Brochier de DROAR SRL quien se acercó con la propuesta al organismo estatal, buscando también coordinar acciones con la campaña verde de recolección de aceite de uso domiciliario para destinar a la producción de bioenergía. Así lo cuenta: «me acerqué al INTI en busca de ayuda para desarrollar este producto que imaginé dentro de un marco de economía circular para contribuir a reducir el impacto ambiental que produce el aceite de fritura una vez que es descartado”. 

Foto: Prensa INTI

El primer paso del desarrollo estuvo a cargo del departamento de Tecnologías en Nuevas Formulaciones del INTI que dirige la doctora María Victoria Defain. Ahí se encargaron de realizar el estudio de prefactibilidad del proyecto. Luego avanzaron en el trabajo analítico para caracterizar la formulación del nuevo producto, donde entró a colaborar el departamento de Metrología en Ambiente y Salud del Instituto. Lo que demuestra todo lo que interviene en el proceso de crear un producto nuevo en el ámbito científico.

Aún así, el trabajo fue a gran velocidad. Sólo cuatro meses tardaron desde la consulta de Martín hasta la entrega del informe final. “Desde nuestro laboratorio trabajamos en el fortalecimiento de las pymes a través del desarrollo de nuevas formulaciones de productos industriales para la sustitución de importaciones y en la optimización de sus productos promoviendo la innovación en el proceso productivo”, apunta Paulina Lloret, integrante del Laboratorio de Formulaciones de Productos Industriales del INTI.

Foto: Gentileza Prensa INTI

Escamas

“La intención es que principalmente se pueda cocinar tranquilo sin que tape las cañerías. Un litro de aceite contamina mil litros de agua, para cocinar en una sartén podés usar medio litro. Por ejemplo, lugares donde crece el turismo, también crece la demanda de contaminantes y uso de alimentos y productos como el aceite. Eso daña si se lo tira. Por eso la idea es llevar una solución complementaria para tratar ese tema”, cuenta Martín a Tiempo.

¿Cómo funciona? “Es muy simple –describe el autor–. El producto es un sobre con ‘escamas’ de origen vegetal, como si fuera sal gruesa. Cuando terminás de cocinar, echás las escamas de Eco-frit sobre la sartén con aceite caliente. Esperás a que se enfríe, ya solidificado lo tirás a la basura. En seis meses se hace tierra y se biodegrada, sin contaminar napas ni cañerías”.

El lanzamiento oficial del producto será a principios de abril, y se podrá adquirir en la web, desde cualquier punto del país. Acaban de cerrar una primera producción de 10.000 sobres. “Con eso salvaríamos 333.000 litros de agua potable”, enfatiza.   

Previo a realizar el trabajo, hicieron un estudio de mercado que les hizo confirmar algo que pensaban: a la mayoría de la gente no le importa qué sucede con la basura una vez que sale de su casa. Relevaron personas De diferentes clases sociales y edades que tiraban el aceite a las cañerías y todas coincidieron en que les importaba las consecuencias solo cuando se les tapaban las cañerías. Desconocían el daño que produce en el agua.

“Es concientizar”, remarca el empresario pyme radicado en la Ciudad de Buenos Aires. Ahora están trabajando en otra arista: qué se puede hacer con el aceite solidificado. Para eso por un lado están gestionando para que haya tachos amarillos en los que se recolecten estos residuos, y a la vez se juntaron con ONGs de Santa Fe: “buscamos que sirva para emprendimientos sociales. Esta cera se puede usar para hacer velas, la idea es donarle el producto a las organizaciones sociales para que puedan juntar gente que utilice la cera y con ella fabrique velas para comercializarlas”.

Un contaminante más peligroso de lo que se cree

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) estima que se vuelcan al mercado doméstico unas 800 mil toneladas de aceite por año, ya sea comestibles, mayonesas, catering y productos procesados. El consumo de aceites vegetales per cápita llega a los 20,3 litros por año. Si este residuo llega a un curso de agua, provoca la formación de una película en la superficie que afecta al intercambio de oxígeno y perjudica al ecosistema, e incluso a las instalaciones internos. «El vertido del aceite en el drenaje domiciliario contribuye al bloqueo de las cañerías y a la proliferación de bacterias y malos olores», advierten en el INTI.

Desde el INTI remarcan que el aceite comestible es un factor altamente contaminante, sobre todo cuando se arroja por la cañería una vez utilizado. Un litro de aceite puede contaminar hasta mil litros de agua. En países como Japón, Estados Unidos y España avanzaron en la toma de conciencia sobre el impacto negativo que produce el aceite de freír usado en los desagües, aunque en América Latina aún faltan campañas, inversión en infraestructura y equipamiento en municipios, y educación ambiental.

«Entre los principales daños que provoca sobresale la obturación de cañerías y la degradación biológica de los cursos de agua –resaltan desde el Instituto–. Hasta el momento, en nuestro país, sólo algunos municipios cuentan con postas comunitarias de recolección de aceites de freír, que es otra alternativa para su tratamiento responsable». 

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