Galeano tenía 31 años cuando lo terminó, luego de cuatro años de recolección de datos y 90 días de escritura. El libro abre con una frase sin vueltas: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder”. La época de la edición inicial (a cargo de Siglo XXI de México) era de esforzadas redenciones y soñadas revoluciones. De esos propósitos tomaron veloz cuenta los poderes represores de la época que con violencias obturaron de cuajo todos los caminos de cambio. Apunta Galeano: “El Imperio, incapaz de multiplicar los panes, hace lo posible por suprimir a los comensales”. Con ironía, el autor reconoce lo que contribuyó con la difusión. “Al principio el libro superó el entendimiento de los dictadores y de los censores porque muchos de ellos pensaron que, por el título, se trataba de un libro de medicina. Claro, hasta que se dieron cuenta. Los comentarios más favorables no llegaron de ningún crítico literario, sino de las dictaduras militares que lo elogiaron prohibiéndolo o denunciándolo como instrumento de corrupción de la juventud”. El libro y su autor pasaron a ser nombres malditos en Uruguay, Chile y la Argentina. Ya lejos de su Uruguay natal y de la Argentina, exiliado en España escribió en 1978: “Desde la primera edición… el sistema ha multiplicado el hambre y el miedo; la riqueza continuó concentrándose y la pobreza difundiéndose”.
Grandes Hitos
Se sabe que apenas lo terminó, Galeano presentó el libro en el concurso de la Casa de las Américas, en La Habana. “Perdí”, se lamentó y agregó: “Según el jurado el libro no era serio”. Sin embargo, fue esta institución cultural cubana, de la que Galeano permaneció cerca siempre, la que editó por primera vez el libro, a la par de una editorial universitaria de Montevideo. En los tiempos iniciales el libro tuvo baja repercusión, hasta que desde distintos sectores se lo reconoció como un libro de historia inobjetable que en su introducción y dos partes abunda en la denuncia acerca de las acciones de lo que Galeano llamó “los proxenetas de la desdicha” y sus tremendas consecuencias, todavía vigentes: desocupación, analfabetismo, miseria, enfermedades, violencia, exclusión, colonización, explotación, dependencia, intolerables inequidades que persisten. Muchas de esas cosas son las verdaderas venas latinoamericanas aún abiertas. Desde el siglo XV y siguientes cuando los filones a arrebatar eran el azúcar, el café, la banana, el oro, la plata, el caucho, así como los de ahora son la soja, el litio, el petróleo, el agua, las tecnologías o las mismas vacunas anti-Covid que, ya se sabe, no serán para todos.
Este manual de las grandes tropelías de los imperialismos fue material formativo para miles de devotos lectores, como en su tiempo reconocieron haber sido Lula y Evo Morales. Muchos años después, en el marco de la quinta Cumbre de las Américas en 2009 en Trinidad y Tobago, el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez le regaló al presidente norteamericano Barack Obama un ejemplar del libro en inglés. En un par de días el libro superó miles de puestos hasta instalarse en la lista de los cinco más pedidos en el mundo. Carlos Díaz, actual director editorial de Siglo XXI en Argentina, reconoce que el audaz obsequio de Chávez también originó una gran remontada de ventas en nuestro país. “Por su calidad y por su alto nivel de demanda permanente un libro como este es el sueño de todo editor”, dijo, consultado por este diario.
La repercusión y vigencia de Las venas… acompañó toda la trayectoria de Galeano. Probablemente, hasta su último día (falleció el 13 de abril de 2015) debió referirse a él. Aunque jamás se arrepintió de su contenido, admitió que al momento de terminarlo, “no sabía tanto de política y de economía”. No es infundado ver al resto de su cuantiosa producción siguiendo los ejes ideológicos fundamentales del libro inaugural. Galeano dejó para la posteridad no solo una cantidad de libros (el catálogo de Siglo XXI ofrece 22 títulos) sino preguntas relevantes dignas de ser revisadas y respondidas a partir de una relectura de su libro convertido en clásico: “¿Es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza?; ¿Condenada por quién?; ¿Culpa de Dios? ; ¿Culpa de la Naturaleza?; ¿El clima agobiante, las razas inferiores, la religión, las costumbres?; ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser desecha?”.
*Tema compuesto e interpretado por León Gieco. Se sugiere su escucha, antes, durante o después de la lectura de esta columna.
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