La directora del Servicio Meteorológico Nacional es la primera mujer al frente del organismo y acaban de nombrarla vicepresidenta de la Organización Meteorológica Mundial. “Aún no terminamos de entender cuánto va a impactar el cambio climático”.
–¿Qué significa estar en la OMM como vicepresidenta?
–Es la organización de las Naciones Unidas que tiene como misión ocuparse del clima y de las problemáticas del agua a nivel global. Es un trabajo que se viene haciendo hace muchísimos años, de hecho es la entidad más antigua de la ONU, precisamente porque en meteorología lo básico es compartir: información, herramientas, pronósticos y buenas prácticas. Esta es una organización que tiene un espíritu de construcción colectiva de conocimiento, que busca compartir los recursos y achicar la brecha entre los países más y menos desarrollados. En ese marco, ser vicepresidenta de esta organización es un enorme honor y por otro lado un enorme desafío, porque está claro que, viniendo de la Argentina, lo que tenemos que hacer es tratar de que los países de nuestra región podamos acompañar los enormes desafíos que se presentan hoy en todo el mundo en materia de pronóstico y monitoreo del tiempo y el clima. Mi rol es ser una portavoz de las problemáticas de los países en desarrollo, sus fortalezas, y las deudas pendientes, para que la OMM abrace esta diversidad de necesidades y potencialidades.
–¿Cuál es el grado de desarrollo de la meteorología en la Argentina?
–En términos de recursos humanos, es muy bueno. Yo soy una exponente más de un conjunto de excelentes profesionales en el área, que nos formamos básicamente en la Universidad de Buenos Aires. Hace poco existe la carrera en la Universidad de La Plata, pero la UBA fue pionera entre los países de habla hispana en llevar la formación en meteorología al nivel universitario. En la calidad estamos muy bien. La cantidad siempre es escasa: hay unos 15 graduados por año. Son carreras muy duras: básicamente, matemáticas y física aplicadas a un sistema particular que es la atmósfera. No son elegidas mayoritariamente, por eso existen programas para alentar la formación en el área. Por supuesto, el país necesita muchos más meteorólogos que los que tiene, pero no es un mercado tan competitivo en la oferta salarial como otras áreas del conocimiento, aunque sí lo es a nivel mundial. La carrera va a crecer, porque todo lo que es cambio climático, problemas medioambientales, pronósticos, decisiones con impacto económico basadas en cuestiones de meteorología, necesitan de un background que sólo te lo da esta profesión. Soy ultraoptimista, y pienso que efectivamente en algún momento esta carrera va a tener la explosión que merece.
–¿Qué es lo que observan a nivel global del tan mentado «cambio climático»?
–Está demostrado que el cambio climático es resultado de la actividad industrial, de la acción del hombre y, fundamentalmente, de la emisión de gases de efecto invernadero que han tendido a incrementar la temperatura global. El órgano de referencia para esto es el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), que con cierta frecuencia genera reportes. El último alerta se refiere al riesgo de que se incremente la temperatura media global por encima de un grado y medio, y eso es muy peligroso para muchos ecosistemas, para un montón de variables que hacen a la calidad de vida en nuestro planeta. Como meteoróloga y científica, lo que me preocupa es que no veo acciones concretas hacia la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero. Todos los indicadores muestran que esto sigue incrementándose. Y son gases de muy larga vida, algunos de más de cien años, así que evidentemente lo que estamos haciendo ahora nos va a impactar más tarde. Y creo que todavía la ciencia no termina de entender cuánto nos va a impactar. Lo evidente es que ya está sucediendo.
–¿Cómo se manifiesta el cambio climático en la Argentina?
–En todo el mundo se manifiesta con una ocurrencia mayor de fenómenos extremos, para los cuales no estamos preparados, lo que denominamos «amenazas naturales». Evidentemente se están formando en el país tormentas, por decirlo en criollo, más severas que las que estábamos acostumbrados, y episodios de granizo muchísimo más importantes y frecuentes. En el mundo, hubo ciclones tropicales, por ejemplo, en Mozambique, para los cuales esa población no estaba preparada. Nos preocupa mucho la vulnerabilidad de las poblaciones. Por eso hay que trabajar con los países menos desarrollados, para tratar de atenuar de alguna manera el impacto que generan estos fenómenos. Ahí está el verdadero desafío: qué vamos a hacer para que esas comunidades estén mejor preparadas, y que estos fenómenos no las tomen totalmente desarmadas, y puedan proteger sus vidas, sus bienes y la infraestructura de esos países, que es en definitiva lo que podemos hacer en tanto servicio meteorológico: ayudar a las comunidades a anticiparse a todo eso. «El plan contemplaba el asesinato de Lula para impedir su vuelta al poder tras las…
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