Organizaciones socioambientales mandaron a analizar muestras de suelo, agua, sangre y orina y confirmaron el hallazgo de moléculas de plaguicidas. “Tenemos que rediscutir seriamente la matriz agropecuaria en la Argentina”, advierten.
RELEA, Acción Ambiental Baradero y Baradero Verde, con el apoyo de la Red Federal de Docentes por la Vida, impulsaron el análisis de los suelos, el agua y muestras de orina y sangre con el objetivo de saber más sobre la salud, tanto ambiental como humana, de los vecinos y vecinas.
El primer paso de la campaña “¿Qué agua tomamos? ¿Qué aire respiramos?” fue crear una cuenta de Mercado Pago donde la comunidad de Baradero comenzó a transferir dinero para pagar, entre otros gastos, las muestras que serían enviadas a los laboratorios. También se realizaron eventos para recaudar y se dejaron “cajitas tipo alcancías” en algunos comercios de la ciudad para sumar aportes. En simultáneo hubo donaciones, como la del químico ambiental Damián Marino, quien al enterarse de la campaña se ofreció a analizar gratis las muestras en el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA) dependiente de la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET.
El informe detalla que “a medida que se conocía la campaña, fuimos recibiendo los aportes de la sociedad interesada y sensibilizada por esta problemática hasta recaudar finalmente durante los cuatro meses que duró el trabajo de coordinación un total de $96.557,37, que fueron utilizados en su totalidad para los gastos de toma y remisión de muestras, logística de envíos, acompañamiento profesional, gastos operativos y presentación de informe final”.
El análisis se dividió en tres etapas. En la primera se tomaron muestras de suelo y agua de pozo en escuelas rurales y casas del periurbano, como también de la red de agua. Luego se continuó con el análisis de orina de alumnos de la Escuela Provincial República Oriental del Uruguay EP N°8 y de sangre de su directora; por último se tomaron más muestras de suelo y agua en escuelas, casas y hasta en el Club Regatas y se enviaron al laboratorio de plaguicidas del INTA Balcarce.
Además de la participación de Marino, el proyecto contó con la colaboración de profesionales reconocidos como Virginia Aparicio (doctora en Ciencias Agropecuarias y responsable del laboratorio de plaguicidas del INTA-Balcarce); Rafael Lajmanovich (doctor en Ciencias Naturales. Investigador Principal de Conicet y profesor titular de la Cátedra de Ecotoxicología en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral); Damián Verzeñassi (especialista en medicina integral y director del Instituto de Salud Socioambiental (InSSA) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario) y Delia Aiassa (doctora en Ciencias Biológicas. Profesora de Citogenética y Toxicología e investigadora del Departamento de Ciencias Naturales en la Universidad Nacional de Río Cuarto), entre otros.
Representante de un modelo
Los resultados recibidos del laboratorio Fares Taie de Mar del Plata confirmaron “la presencia en orina de glifosato y ácido aminometilfosfónico (AMPA), que es uno de los principales productos de degradación del herbicida glifosato” en tres de las ocho muestras, es decir, casi un 40% de positividad.
“El hallazgo –continúa el informe– de ocho moléculas de plaguicidas y metabolitos en la primera etapa del trabajo en pozos de agua de distintas locaciones y de 17 sustancias en las de suelo correspondiente a la misma etapa, sumadas a las 18 moléculas en las muestras de agua y 12 moléculas de plaguicidas en las muestras de suelo de la segunda etapa del trabajo, determina una presencia alarmante”.
Mauro González, integrante de Relea, afirma que “presentamos este primer informe ambiental en Baradero para dar cuenta de la presencia de plaguicidas en agua, suelo y hasta en el cuerpo de niños y de una docente”
González destaca que “la idea es continuar realizando monitoreos constantes optimizando los recursos del Estado y poniendo en funciones sus obligaciones” porque “no se puede permitir la presencia de glifosato y AMPA en el cuerpo de niños y niñas, como tampoco la presencia de moléculas de plaguicidas en suelos que no son agrícolas ni en agua de pozo o de red”.
Baradero, anclada en lo que se conoce como “zona núcleo sojera” representa, según el informe, “un modelo agrícola basado en un paquete de transgénicos, agroquímicos y fertilizantes sintéticos con miras a producir commodities”.
“Esperamos –concluye González– que el municipio tome nota al respecto y podamos verdaderamente trabajar en conjunto en lo que significa esta problemática de salud pública y ambiental para el partido”.
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