El Carnaval Porteño es mucho más que un festejo; es un legado de voces, risas y tradiciones que resuenan en cada barrio de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, durante la presentación del presupuesto, la Ministra de Cultura Gabriela Ricardes ofreció un panorama muy distinto. Al ser consultada por el diputado Juan Pablo Modarelli sobre el futuro del carnaval en Buenos Aires, afirmó sin reparo: «El Carnaval molesta al vecino de la Ciudad. Tenemos muchísimas quejas y da lugar a otras cuestiones a su alrededor». Sin mostrar incomodidad, Ricardes expuso su postura ante una tradición que, en 2025, celebrará su 157ª edición. Esta declaración generó indignación en la comunidad murguera, que percibe en sus palabras una falta de sensibilidad hacia uno de los festejos más antiguos y representativos de la ciudad.

Felipe Fiscina, delegado de las agrupaciones artísticas del Carnaval Porteño, expresó la preocupación de las murgas frente a esta situación. «La situación actual de las murgas y del carnaval en general es muy preocupante. A tres meses de la 157ª edición del carnaval, aún no hemos tenido una reunión con el Gobierno de la Ciudad», señaló. Tras meses de pedidos, finalmente lograron gestionar un encuentro para el martes próximo en el Ministerio de Cultura, donde serán recibidos por Alejandra Cuevas, Subsecretaria de Gestión Cultural. «Este encuentro es producto de nuestro estado de alerta constante. Queremos ser escuchados y recordarle al Gobierno que las murgas son patrimonio de la Ciudad», subrayó Fiscina.

El malestar de los artistas no es nuevo. En 2024, los recortes en el presupuesto y la reducción de murgas encendieron la alerta. Fiscina agrega: «No debemos olvidar que durante el 2024 se recortaron fondos para el carnaval y se redujo la cantidad de murgas». A pesar de los recortes, las agrupaciones siguen apostando por la permanencia de esta expresión cultural, que Picina destaca como «el festejo más grande de la Ciudad de Buenos Aires, un dato irrefutable».

La comunidad carnavalera denuncia también lo que interpreta como un vaciamiento de la Comisión de Carnaval y exige que se cumpla con el Decreto 2047/2004, que regula la inscripción y organización de los corsos barriales. Desde la última reunión en julio, los delegados de las murgas no han recibido ninguna convocatoria oficial, aunque la Ministra afirmó en su exposición que «se está trabajando con las murgas y con la comisión de carnaval».

En una reciente asamblea realizada el 28 de octubre, las murgas analizaron esta situación y señalaron que expresiones culturales como el carnaval, que no siguen la línea del Gobierno de Jorge Macri, parecen enfrentarse a un clima de hostilidad. Para las agrupaciones, el carnaval no es un «exceso» ni una molestia, sino un patrimonio vivo de la ciudad que aporta color y música a las calles desde hace más de un siglo.

Finalmente, Fiscina resaltó el rol fundamental que cumplen las murgas en la vida social de Buenos Aires. «El carnaval porteño no solo es el festejo más grande y antiguo de la ciudad; las murgas son patrimonio de la ciudad», concluyó, reafirmando el compromiso de estas agrupaciones con la identidad y el tejido cultural de los barrios.