La muerte a balazos de Andrés «Pillín» Bracamonte, jefe de la barra brava del club Rosario Central, ocurrió apenas minutos después del final del partido que su equipo perdió contra San Lorenzo, el sábado 9 por la noche. La trama de relaciones entre el narcotráfico y los negocios ilegales que el referente de la hinchada del Canalla sostuvo por décadas abre múltiples teorías sobre los autores materiales e intelectuales del atentado. Pero sobre todo, según indican desde esa ciudad santafesina, abre un escenario de reavivamiento de la violencia que la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el gobernador provincial, Maximiliano Pullaro, anunciaron como permanente.
Bracamonte y su ladero, Daniel «Rana» Atardo murieron en plena calle a poca distancia del estadio Gigante de Arroyito. Según versiones de testigos, la camioneta 4×4 en la que viajaban fue interceptada y recibió la andanada de plomo que, por fin, se cargó la vida del jefe barra. Las luminarias de la esquina de Avellaneda y Reconquista estaban cortadas al momento de los disparos.
Durante una conferencia de prensa, los fiscales Matías Merlo y Alejandro Ferlazzo aseguraron que la investigación está relacionada “con otras circunstancias” que se agruparán como fue la tentativa de homicidio que se vio después del clásico frente a Newell´s en el mes de agosto como también “la balacera que sufrió en su domicilio y como otros atentados que pasó en años anteriores en la escuela de una de los hijos de Bracamonte”.
Ferlazzo aseguró que por el momento “no hay detenidos”, pero “se trabajó en la escena y hemos llevado a delante las medidas de recopilación de información, sobre todo las cámaras de seguridad”.
“Estamos precisando cuántas personas son, pero por el momento tenemos que son tres atacantes”, señaló ante la prensa y detalló: “Es un hecho que ocurrió a la salida del partido del estadio de Rosario Central a las 21.43 aproximadamente por tres personas. En esas circunstancias, fueron múltiples disparos, creemos que son más de 11 ya que cada uno tenía cinco impactos de bala, los motivos por el cual fallecieron ambos”.
Este lunes, Carlos Del Frade, periodista y diputado provincial por Santa Fe, brindó una interpretación del hecho en un texto publicado este lunes en la web de la agencia de noticias Pelota de Trapo. «El asesinato de Bracamonte, en definitiva, es una nueva postal de la parábola de la ciudad que supo ser el corazón del segundo cordón industrial más importante de América del Sur y que se convirtió en un paraíso de lavado de dinero, mano dura siempre para los de abajo e impunidad para los delincuentes de cuello blanco».
La última muerte de «Pillín» Bracamonte
Se trató del intento número 30 de segar su vida, según consigna El Ciudadano de Rosario. Semanas atrás, Pillín había logrado escapar de un ataque similar, también luego de un partido de Central, cuando abrieron fuego contra él y su pareja en la zona del parque Alem.
En ese último ataque recibido un motociclista se acercó al auto y disparó ocho veces. Escapó. El entorno del jefe de la barra reaccionó rápido, pero no logró dar con el tirador. A Pillín una bala le entró en la espalda; también salió. No afectó ningún órgano, dijeron después en el hospital. A su mujer las balas le dieron en la zona costal derecha y en el codo derecho. También está fuera de peligro.
Pillín estuvo al frente de la barra desde el comienzos del siglo XXI, aunque algunos lo ubican ya en ese rol desde 1999.
Siempre siguiendo la cobertura de El Ciudadano, el barra no podía entrar a la cancha desde 2018. Antes de un partido de Central por la Copa Argentina, Bracamonte fue detenido mientras repartía entradas de protocolo, destinadas a dirigentes, en las inmediaciones del estadio de Lanús, donde se disputó el partido. Sólo quedó unas horas demorado. Pero la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (APreViDe) dispuso su prohibición de ingreso a los estadios.
En junio de 2010 fue uno de los diez barrabravas argentinos que no pudieron ingresar a Sudáfrica y fue deportado a la Argentina. Bracamonte, quien tenía tres causas judiciales en trámite, había sido autorizado por la Justicia local a salir del país.
También cargaba con causas por presunto lavado de dinero, por un lado, y violencia de género contra su pareja, por otro.
El fin de la pax bullricheana
«Si el asesinato de Claudio “el Pájaro” Cantero, del 26 de mayo de 2013, inició el proceso de venganzas y luchas letales por los territorios, el de “Pillín” puede generar algo parecido o peor que se sufrirá en el club, la tribuna y la cancha grande de la realidad rosarina», afirma Del Frade. «Parece terminar el paréntesis de disminución de homicidios del cual tanto se ufanaban el gobernador Maximiliano Pullaro y la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich», agrega el diputado.
Luego de los impulsos no viabilizados por una modificación en la ley de seguridad interior, Bullrich festejó en varias oportunidades los efectos del Plan Bandera. El 26 de agosto, su cartera aseguró que desde el inicio del gobierno de Javier Milei, la baja de homicidios en Rosario era de un 60%, incluso en las zonas más conflictivas de la ciudad, donde bajaron un 70%.
La pregunta es, como marca Del Frade, si el asesinato de Bracamonte implica algo similar a la espiralización violenta que siguió al entierro del citado Cantero, de la banda Los Monos. Esa agrupación delincuente es la que controla el tráfico de drogas en la zona sur; Luis Medina, en el oeste; Esteban Alvarado en el centro y “Los pillines” en el norte de la ex ciudad obrera. Pillín Bracamonte fue parte del juego hasta la muerte.
El Ciudadano propone una tesis para explicar la masacre del sábado, que citamos aquí:
El asesinato de Samuel Medina, el Gordo Samu, yerno del Guille Cantero abrió una serie de hipótesis que hoy desembocan en la muerte de Pillín. Una daba cuenta de una pelea entre Los Monos y Bracamonte que sus allegados desmienten.
El Gordo Samu era allegado a Pillín, viajaban juntos y su muerte está orientada hacia una banda de un barrio periférico manejada desde Buenos Aires que la fiscalía tenía entre manos, según allegados a la investigación. Uno de los integrantes de esa banda fue golpeado personalmente por Pillín, algo que en la jerga se considera una especie de humillación.
Pillín lo sabía, pero llama la atención que estuviera tan regalado en la esquina de Reconquista y Avellaneda. También llama la atención que un rato antes del ataque a balazos cortaran la luz de la calle en el marco de un partido de Central. Lo mataron a oscuras; a él y a su sucesor.
Una versión da cuenta de que la pelea con el grupo del barrio periférico fue para evitar comercialización de sustancias en la cancha: Pillín no quería la Federal encima de ellos.