A un costado del ingreso de la fábrica Ternium (Siderar), la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y otros organismos colocaron carteles que explican que la empresa formó parte del entramado de complicidades con la dictadura cívico militar que concluyó con el asesinato de cinco trabajadores y la desaparición de otros 21.
“Propulsora Siderúrgica (Grupo Techint): Aquí se cometieron crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado”, señala el cartel ubicado a un costado del ingreso a la fábrica Ternium (Siderar), un largo camino asfaltado bordeado de columnas de alumbrado y algunos árboles que termina, al fondo, en la icónica torre con punta en forma de cebolla de las afueras de la ciudad de Ensenada. Esa cartelería fue repuesta este lunes e indica que esa empresa formó parte del entramado de complicidades con la dictadura cívico militar que concluyó con el asesinato de cinco trabajadores y la desaparición de otros 21, así como decenas de detenidos desaparecidos, presos políticos y exiliados.
La reposición de la señalización fue realizada en conjunto por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, la subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia, el Municipio, y el Colectivo Propulsora Memoria, Verdad y Justicia, ex trabajadores, familiares e investigadores, en un concurrido acto realizado en el acceso de la empresa ubicado sobre Avenida Almirante Brown, que une Ensenada con Punta Lara.
Además de familiares de las víctimas, ex trabajadores y trabajadoras, ex detenidos y detenidas, hijos, hijas y nietos de los desaparecidos y asesinados, estuvieron el intendente local Mario Secco, el Secretario Horacio Pietragalla, su par provincial, Matías Moreno, y el intendente de la vecina localidad de Berisso, que junto a La Plata conforma el conglomerado industrial de la zona.
“La idea es que cuando los trabajadores vengan a trabajar vean el cartel. Sabemos que es muy difícil y que dentro de planta que hay muchas resistencias. Pero creemos que también la presencia del Estado, en sus distintos niveles, el compromiso de estar, de hablar, de contar, de decir lo que pasó acá, ya es un acto de reparación”, dijo a Tiempo Argentino, Alejandra Esponda, hija de Carlos Esponda, trabajador de Propulsora Siderúrgica desaparecido el 29 de junio de 1977, y una de las articuladoras del acto.
Esponda, que también es parte de la Unidad Especial de Investigación en Delitos de Lesa Humanidad Cometidos con Motivaciones Económicas de la Secretaría de Derechos Humanos, remarcó la importancia de que los operarios de la empresa hoy puedan saber que la firma “fue capaz de realizar todos esos delitos y que sigue siendo la misma empresa, la misma patronal, e incluso los trabajadores siguen luchando por las mismas cosas que luchaban hace casi 50 años”.
Tras descubrir el cartel, los ex trabajadores Roberto Lopresti, Carlos Sander, Daniel De Santis y Beatriz Horrac, recordaron la organización gremial de los trabajadores y los conflictos que enfrentaron en los años previos al golpe de Estado, y denunciaron la complicidad empresaria con la dictadura cívico militar y la colaboración con el plan sistemáticos de secuestro, asesinato, tortura y desaparición de personas.
Horrac con su testimonio dejó en claro la complicidad de la empresa. En el escenario, montado de cara al Río de la Plata y de espaldas a la empresa, la mujer recordó que fue secuestrada por un grupo de tareas cuando al llegar a su oficina, donde trabajaba como secretaria de uno de los gerentes, un grupo de personas la estaba esperando con una foto presuntamente extraída de su legajo laboral. Contó que fue sacada de la fábrica delante de sus compañeros de trabajo esposada y rodeada por hombres armados que la cargaron en el baúl de un coche. Sufrió el cautiverio en el Batallón de Infantería de Marina (BIM) de Ensenada.
La señalización marca esa complicidad empresarial. “Desde finales de 1975 y con mayor intensidad a partir de la última dictadura cívico militar (1976-1986), trabajadores de esta planta fueron secuestrados por miembros de la Fuerzas Armadas y de seguridad con participación de la empresa. Muchas de las víctimas fueron detenidas dentro de Propulsora Siderúrgica”, indica.
El acto estuvo teñido por el reclamo a la justicia para que avancen en las causas por complicidad empresarial. Esponda recordó el reciente fallecimiento del testigo Leonardo Nardini, un ex detenido desaparecido que fue secuestrado en el comedor de la empresa. En el Juzgado Federal N°3 de La Plata existe un expediente surgido de la sentencia del juicio que condenó a cinco marinos y tres prefectos de la Fuerza de Tareas N°5 en octubre de 2015 que manda a investigar complicidades de empresas de la región, entre ellas Propulsora, y a reparar los legajos de los trabajadores. Nada de eso aún ha pasado.
“Es una deuda”, remarcó Esponda. Y agregó: “en las empresas estatales hay un poco más de posibilidades, pero por parte de las empresas privadas es constante la negativa de tener políticas de memoria y a poder de alguna manera reparar lo que pasó y sentar posición respecto de que no van a volver a cometerse los mismos delitos”.
La Propulsora Siderúrgica, actual Siderar del grupo Techint, comenzó a funcionar en 1969 y llegó a ocupar 1500 trabajadores de la región. Hacia 1973 el peronismo, socialismo y la izquierda tenían expresión en las luchas gremiales por salarios y condiciones de trabajo, en mayo del año siguiente protagonizaron una toma de la planta en lo que se conoció como la huelga grande, y en 1975 integraban la “coordinadora de gremios en lucha”.
La represión comenzó en propulsora antes del golpe, con asesinatos perpetrados por las bandas parapoliciales Triple A y CNU. A partir del 24 de marzo de 1976 recrudeció: la planta fue militarizada por varios meses (se instaló una carpa militar con ametralladoras antiaéreas en el predio fabril), se prohibió la comunicación entre trabajadores, la actividad sindical y de representación fueron suspendidas. Hubo detenciones dentro de la fábrica y los sobrevivientes y familiares denuncian que la empresa entregó información que permitieron los secuestros.
Por eso, durante el acto el Subsecretario Matías Moreno remarcó que para pensar la dictadura hay que pensar en sus objetivos: “Está claro que una de las causas del golpe fue imponer un modelo económico de hambre, miseria y desocupación, que muchos y muchas describieron como el inicio del modelo neoliberal. Y para eso tenían que disciplinar la fuerza de trabajo, y lo hicieron con el sistema nacional de represión”, dijo.
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