Las noticias climáticas y ambientales siguen multiplicándose. Y no suelen ser positivas. Y si tienen relación con la Antártida, peor aún. En medio de un contexto mundial de sequías y olas de récord en el Hemisferio Norte llevando la temperatura promedio de julio del planeta al mayor número registrado en la historia, ahora se suma que hay un pedazo de hielo que desapareció en el Continente Blanco que tenemos al sur de nuestro sur. Un «pedazo» puede sonar a poco: lo que falta es del tamaño de la Argentina.
El hielo antártico es clave para regular el ambiente, las mareas y el clima del resto del planeta. Lo que suceda en el continente más prístino del mundo repercutirá en los otros. Normalmente el hielo antártico marino desciende en febrero y retoma sus niveles en invierno. Aunque esta vez no volvió a los valores anteriores. Y es el más bajo desde que empezó a registrarse sistemáticamente, hace 45 años.
Disminución de la superficie de la Antártida
Según datos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC), el hielo está unos 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord anterior del invierno de 2022, cuando ya había sido un mínimo histórico. Casi el tamaño de nuestro país.
Hay hechos que permitan graficar las consecuencias. Por ejemplo al norte. Un estudio reciente mostró que Groenlandia registra el clima más cálido de los últimos 1000 años. El deshielo que terminó sobre el Ártico generó el 40% de la subida del nivel del mar en 2019. Especialistas remarcan que las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida están perdiendo el triple de volumen que hace 30 años por el calentamiento global. Y ese deshielo polar podría duplicar la subida del nivel del mar.
Así es el calor
El geólogo y profesor de la UAM, Jerónimo López, que desde 2012 preside el Comité Científico Internacional para la Investigación en la Antártida, contó días atrás a la Fundación Aquae que el nivel de CO2 está aumentado de forma muy importante y genera aumento de la temperatura en el planeta, «y la Antártida es la zona que tiene más repercusiones negativas de ello. La temperatura promedio de la superficie del planeta ha subido aproximadamente 1.1 grados Celsius desde finales del siglo XIX. Este cambio es principalmente consecuencia del aumento de dióxido de carbono y otras emisiones a la atmósfera hechas por los humanos».
Relata que la mayor parte del calentamiento global ocurrió en los últimos 35 años, con 16 de los 17 años más cálidos registrados desde 2001. Y apunta que el clima en la Antártida aumentó 3ºC, «lo que significa que todas aquellas plataformas que un día fueron estables, ahora corren peligro. Desde la década de 1950, esto es una pérdida de 25.000 km2 de plataforma de hielo».
Advierte que aunque la Antártida está a miles de kilómetros de la mayoría de nuestros hogares, el impacto del cambio climático no solo se dejará ver en las costas de este continente helado: «Hay un gran consenso y temor de que el agua que actualmente está almacenada en el hielo se pueda derretir y, como consecuencia, aumentar significativamente le nivel del mar.
Según los análisis realizados con satélites desde principios de la década de los 90, se sabe que que el nivel del mar está aumentando a un ritmo de alrededor de 3 mm por año. Si no se pone freno, el aumento del nivel del mar podría afectar a millones de personas en 2100, que se verían obligadas a abandonar sus lugares de residencia. ¿El motivo? Que serían tragados por el mar».
Vigilar
En el informe emitido en marzo de este año, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) soslayó que la temperatura en la Antártida aseguirá en aumento y la masa de la capa de hielo disminuirá.
La Agencia Meteorológica de la ONU ya viene alertando en los últimos años que el continente más frío, ventoso y seco del mundo, suele ser considerado un «gigante dormido» de gran estabilidad, «pero las temperaturas cada vez más extremas, junto con las inusuales lluvias y los desplazamientos de sus plataformas de hielo, nos recuerdan que no debemos darlo por sentado».
El año pasado, durante la tercera semana de marzo, las estaciones científicas de la Antártida Oriental registraron temperaturas sin precedentes de hasta 40ºC por encima de la media del mes.
Investigadores como Florence Colleoni, glacióloga del Instituto de Oceanografía y Geofísica Experimental (Ogs) de Trieste, aclaró igualmente que no es la misma pérdida de hielo como en el Ártico (que se calentó cuatro veces más que el resto del planeta desde 1979), aunque «la situación debe ser vigilada».
Dos factores son claves: la contaminación y el calentamiento global. Y abogó por optimizar el uso de la energía para evitar que la situación siga empeorando.
El mar
“El océano se ha calentado de manera acelerada, pero estamos subestimando esta velocidad. Todavía no sabemos cuál es la influencia del calentamiento global, pero ciertamente amplifica el impacto de algunos fenómenos”, añadió.
La Antártida contiene el 90 por ciento del hielo mundial. Ese “manto de hielo” de origen terrestre lleva miles de años de acumulación de nieve, rodeada de océano.
El aumento de la temperatura genera otros problemas. Por ejemplo en la llamada «retroalimentación hielo-albedo». El aumento de la temperatura cerca de la superficie promueve fusión del hielo, lo que a su vez aumenta la temperatura. El albedo –es decir, la fracción de energía solar que es reflejada por una superficie– del océano y del suelo subyacente es inferior al del hielo.
La masa del manto de hielo viene cayendo desde 1990, y la tasa de pérdida más importante ocurrió en la última década. Desde el IPCC alertaron que el derretimientos completo del manto de hielo de la Antártida Occidental llegaría a causar un aumento de 3,3 metros del nivel global del mar.