«Yo estuve con alguien pero no voy a declarar hasta que esté mi defensor», dijo Marcelo Villalba, el principal sospechoso de haber abusado y asesinado a Anahí Benítez, al negarse a ser indagado el viernes pasado por las fiscales de la UFI 2 de Femicidios de Lomas de Zamora. A contrarreloj, los investigadores trataban de hallar vínculos entre Villalba y Marcos Bazán, el otro detenido que tiene la causa.
Mañana, lunes, se vence el plazo para que las fiscales Verónica Pérez y Fabiola Juanatey soliciten al Juzgado de Garantías N°4 la prisión preventiva de Bazán. Luego, el juez Sebastián Monelos tiene cinco días para resolver la suerte del imputado.
La informal declaración Villalba, más allá de que se asumió como una especie de confesión, se debió a que Roberto Fernández, el defensor oficial que lo asiste, está de licencia. Por esa razón, el viernes se presentó ante las fiscales con el defensor subrogante Juan Etchepare. Esta semana, una vez que se reincorpore Fernández, el imputado solicitaría ampliar sus dichos.
Por ahora, se sabe que las muestras de ADN levantadas del cuerpo de Anahí se corresponden con el perfil genético de Villalba, quien había quedado detenido luego de que los investigadores dieran con el celular de la víctima. El aparato estaba en poder del hijo del sospechoso, quien terminó confesando que se lo había regalado su padre.
La semana pasada se confirmó que en el cadáver de la adolescente había restos de Diazepam, un ansiolítico derivado de la benzodiazepina, que funciona como sedante y produce un letargo en la reacción.
Tanto Villalba como Bazán quedaron imputados por encubrimiento, privación ilegal de la libertad, abuso sexual agravado y homicidio agravado.
Los dos elementos que más complican la situación de Bazán son el rastreo del perro Bruno, que estableció que Anahí estuvo en su galpón, y la tijera encontrada durante un segundo allanamiento policial en su casa. Ese elemento pertenecía a un amigo de la víctima, pero el sospechoso dijo que se lo había llevado de un colegio donde había trabajado. Bazán basó su supuesta contradicción en que no le habían mostrado la tijera durante la indagatoria. Luego, desconoció la prueba y aseguró que se la plantaron. . «