Lunes. 7 AM. Miles de guardapolvos blancos recorren las entrañas de una enorme mole de cemento que sobresale en el siempre olvidado sur porteño. Deberían estar atendiendo la demanda cada vez más creciente de salud mental que vive la sociedad argentina, pero ahora están yendo todos y todas para afuera.
El motivo: un abrazo simbólico del Hospital Laura Bonaparte. El centro nacional de referencia en salud mental. El ex CENARESO. El que días atrás se quedó sin guardia, internación y demanda espontánea, por decisión del flamante ministro de Salud de Nación, Mario Lugones. El que el gobierno busca cerrar en una supuesta «reestructuración» por baja demanda. Algo que la comunidad médica refuta con números. El que lucha y resiste, mientras sus trabajadoras y trabajadores siguen atendiendo, a pesar de la medida del Ejecutivo. Porque la salud es un derecho humano, a pesar de lo que dictaminen funcionarios en nombre de una Libertad que Avanza cerrando hospitales.
Noelia es médica generalista del servicio de Salud Integral, desde que se creó hace 4 años dentro del Bonaparte. Actualmente atiende principalmente a población LGBTTIQ+, acompañando procesos de modificación corporal, hormonización. «Garantizando derechos y acceso a esta población bastante vulnerada durante mucho tiempo –relata a Tiempo–. Hacemos controles de salud, garantizamos acceso a anticoncepción, salud sexual integral, garantizamos el cumplimiento de la ley IVE, y la apertura del servicio en 2020 que permite el acceso a la comunidad no solo para la atención en cuestiones de salud mental sino a la salud en general, garantizando derechos básicos».
Define a la situación con una palabra: «pésima». El viernes les avisaron que cerraba guardia, internación y demanda espontánea. Así arrancaron el plan de lucha, esperando hoy qué sucede, si llega la notificación del gobierno nacional del cierre total. «El hospital tiene las puertas abiertas, estamos trabajando, y sostenemos la lucha con trabajo», afirma.
«Es un hospital nacional de referencia en salud mental, sería catastrófico si el hospital cierra. Los números que dan no son reales. Trabajamos con mucha población, quedarían miles sin atención, sin sus derechos garantizados», enfatiza.
Y completa con una reflexión: «Más allá de lo profesional, estoy anonadada como persona humana, no puedo creer que exista la posibilidad del cierre de un hospital, esto no sucede desde la dictadura militar, es gravísimo y atrasa mucho».
Un Hospital modelo a nivel nacional
Amelia Rébori es trabajadora desde hace 11 años, de cuando se llamaba CENARESO: «Somos hospital modelo, referente en todo el país, alineado a la Ley de Salud Mental, entendemos y trabajamos desde un paradigma de derechos humanos, entendemos que los padecimientos subjetivos de los pacientes que llegan tienen que ver con derechos humanos, por eso lo abordamos de manera interdisciplinaria».
No solo ofrecen psicología, psiquiatría o trabajo social. Sino también musicoterapia, nutrición, kinesiología, pediatría, acompañantes terapéuticos, incluso odontología y salud integral, cubriendo demandas espontáneas.
Desde el viernes está la amenaza de que hoy lunes llegará la publicación del Boletín del cierre total. «Por eso decidimos permanencia total en el hospital, tenemos 40 pacientes internados, ademas de más de 500 personas por día para consultorios externos y todos los que se siguen acercando a la guardia, incluso hoy. Hasta seguimos con el 0800 que trabaja las 24 horas y siguió funcionando este fin de semana con nuestra permanencia acá. Es mentira que no estamos trabajando», aclara.
A las 15 volverán a realizar una asamblea para analizar cómo sigue el plan de lucha. No tienen más noticias oficiales desde el viernes. «Estamos sin contrato –agrega Amelia–, por que en septiembre finalizaron. Nos encontramos en condiciones inciertas, hace un mes y medio despidieron a 33 compañeros, y el gobierno cerró de un plumazo un área muy sensible, el abordaje territorial en Maciel, así que solo continúa el trabajo en territorio en Zavaleta, Fiorito, Carcova».
Y añade: «un fuerte de nuestro abordaje es lo ambulatorio, los consultorios externos. Porque concebimos que la lógica de manicomialización va en contra del derecho humano. Por eso no entendemos los números falaces que da el gobierno, y para nosotros la salud mental y los pacientes no son cuestión de números, son una cuestión de derechos humanos«. Sostiene que esta medida no solo implicaría dejar 662 trabajadores en la calle y gente sin atención, sino también una comunidad sin hospital.
Remarca que ayer hubo más de 150 organizaciones que vinieron a una asamblea solidaria que llevaron adelante, tras un festival para infancias: «Nos acompaña la fortaleza de la comunidad, también se da porque hacemos un trabajo silencioso y muy articulador, tenemos un área de formación donde capacitamos gratuitamente profesionales de todo el país».
«Si mi mente anda mal, todo anda mal»
Marial Espeche sostiene un cartel donde aclara que ella es paciente. También se acercó al abrazo, como muchos otros: «acá estamos en la lucha, para que no nos cierre el hospital».
El Bonaparte, remarca, significa su vida, su familia, su salud mental: «que es muy importante, si mi mente anda mal, mi cuerpo anda mal, mi familia anda mal, todos andamos mal».
Viene desde 2019. «Acá me escuchan, tuve un par de internaciones, me dieron y me siguen dando contención. Aún con la lucha siguen atendiendo por guardia, como pueden. Es mentira que no están atendiendo, también es mentira que hay pocos pacientes, los médicos no dan abasto, acá hay atención por adicciones, laboratorio, clínica, tiene todo. No pueden cerrarlo. Nos dejan a todos en la calle. Yo mañana tengo que retirar medicación, y no sé si me la van a dar. Y sin medicación no duermo, se me vuela la cabeza. Pero anticipa: «esto no termina acá, esto recién empieza».