Y, este año estará presente más que nunca, la exigencia por nuestro derecho a la vida. Ayer, el Observatorio Adriana Zambrano dio a conocer que desde el 1 de enero al 28 de febrero de 2021 se produjeron 50 femicidios, un transfemicidio y cinco femicidios vinculados de varones. No están allí las tres víctimas de marzo. El Observatorio Lucía Pérez y Ahora que sí nos ven coinciden en un femicidio cada 23 horas.
La situación supera la tolerancia. Las medidas judiciales de protección llegan tarde o no llegan nunca, y las denuncias tienen un recorrido administrativo tedioso. Mientras tanto, las mujeres padecen el miedo y se arman de estrategias para evitar ser violentadas. En la mayoría de los casos no lo logran, y hoy, mientras contamos un femicidio, se está produciendo otro. ¿Cuántas víctimas más tiene que haber? ¿Cuántas más tienen que morir para que de una vez crean en los testimonios de las mujeres?
La reforma judicial feminista es una necesidad urgente, porque además de los femicidios también están las causas por abuso sexual, por discriminación por motivo de género, por acoso laboral, entre otras cuestiones por las que una mujer se acerca a la Justicia y, en la mayoría de los casos, no recibe respuestas. La mención del tema que hizo el presidente ante la Asamblea Legislativa y luego la vicepresidenta durante su declaración ante Casación, generan cierta esperanza de que esta urgencia es advertida por el Estado. Los jueces deberán aprender, capacitarse, empatizar y entender que la Justicia sin perspectiva de Derechos Humanos jamás será justicia.
El que pasó desde el último 8 de Marzo fue un año duro para las mujeres, aunque también fue un año de conquistas. Desde las páginas de Tiempo escribimos una y otra vez sobre la urgente necesidad de tratar y aprobar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Acompañamos la lucha que se tejió por redes sociales cuando no se podía salir a las calles, y estuvimos en las históricas jornadas del 10 y 29 de diciembre, cuando el aborto se convirtió en ley.
Sin embargo, nos dejó la dura experiencia de las mujeres de los barrios populares que morían contagiadas de Covid-19. De ellas, que no podían dejar sus tareas en los comedores, que no podían abandonar a sus compañeras cuando buscaban el cobijo porque estaban conviviendo con un golpeador. Ellas, que se ocuparon de contener a los niños y las niñas que no accedían ni a la escuela ni a las clases virtuales, porque la conectividad democrática aún es un mito.
Las trabajadoras de Tiempo Argentino este lunes, por primera, vez vamos a parar. La cobertura será garantizada por nuestros compañeros. Nosotras saldremos a la calle para exigir igualdad, para reclamar por más derechos para las trabajadores. Pero, ante todo, saldremos para no seguir contándonos muertas. «
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