De las violencias que día a día sufren las mujeres, la digital es una que creció en forma significativa y que no tiene en la Argentina un marco legal que la regule.
Las víctimas en su mayoría son mujeres, y sobre ellas cae además una condena social, mientras que el victimario puede cambiar de cuenta, esconderse en el anonimato y continuar violentando sin ninguna consecuencia.
Depresiones, secuelas psicológicas, dificultades sociales y sexuales y hasta suicidios son provocadas por esta violencia de la que urge normativizar, hablar y educar.
“Vivimos en una cultura que siempre ha consumido el cuerpo de las mujeres como si fueran un objeto de consumo, un trozo de carne”, dice a Tiempo la abogada Florencia Zerda, integrante de la organización Género y TIC y especialista en violencia digital. “Por eso las conversaciones y los comentarios desagradables que se hacen sobre los cuerpos de las chicas que están siendo intercambiados en grupos de chat. Eso es parte de la cultura masculina de cosificación de los cuerpos. Viene hace siglos. Hoy, en el plano digital, se da de esa manera, pero siempre ha sido así”, agrega Zerda.
La organización, junto a Ley Olimpia Argentina, redactaron los proyectos que se presentaron en agosto en el Congreso de la Nación Argentina, que continúan sin ser tratados. De acuerdo a lo que afirman desde las organizaciones, hay algunos planteos con respecto a las leyes y tienen que ver con penalizar a quien reenvía y con que las condenas “son demasiado altas”.
Vía libre para ejercer violencia
Mariana Benítez es abogada. Hace unas semanas afirmó a Tiempo: “El grueso de las consultas son de violencia machista digital. Son situaciones que una misma no imagina, porque una de las características de la violencia digital machista es que mutan las tecnologías u ofrecen entornos digitales novedosos. Y la violencia machista los utiliza. Entonces está en constante transformación, actualización y recrudecimiento”.
Benítez agrega: “otra de las características de la violencia digitales es que normalmente no se lleva ante las autoridades públicas porque tenemos un retraso palmario en el Estado con el abordaje de estas cuestiones, y las mujeres lo sabemos”.
En ese sentido, la abogada Zerda afirma: “Estamos gestionando en el Congreso para que las leyes Olimpia y Belén se traten antes de que termine el año legislativo. Nos queda un mes para que la Comisión de Derecho Penal le dé dictamen, para penalizar la difusión no consentida de material íntimo. Eso nos dará herramientas para empezar a accionar sobre todas estas personas que intercambian material íntimo sin consentimiento. Pero hoy no tenemos herramientas”.
Los grupos que se multiplican
Sobrevivientes de violencia de género digital se insertan a veces en grupos de Telegram, donde se intercambia material íntimo de niñas, mujeres y adolescentes, sin su consentimiento. Eso es lo único que pueden hacer para tratar de frenar un poco esta violencia.
Una de ellas dice que por cada grupo que logra cerrar por esas denuncias, se abren al menos diez que difunden este material.
En el caso de Telegram, hay una ley para los grupos y conversaciones cifradas. Sin embargo, no son responsables de esos contenidos ni pueden identificar a los usuarios. “Un marco legal nos da la posibilidad de que muchas víctimas puedan acercarse, aunque sea para que se tome la denuncia y que se llegue a investigar. Con una ley sí tenemos respuesta y contención a esas mujeres”, dice Zerda.
“Cafecitos”, “Mejores amigas”, “Mamás luchonas”, “Pibitas Nashes”, “Egresadas argentinas” son algunos de los grupos de Telegram donde se reparte material. Por ejemplo, amigas que pidieron permiso para bañarse en su casa, o están con una chica que se quedó dormida, sin que ella sepa. También hay fotos de viajes de egresados o fotos de cumpleaños de 18, es decir que se trata de menores de edad. En otros casos, suben fotos de sus primas o de sus hermanas.
Celeste integra la organización Ley Olimpia y Ley Belén. Es sobreviviente de violencia digital y milita junto a otras víctimas para impulsar esta ley que no sólo tiene una parte penal, si no otra fundamental que es la parte de la necesaria educación.
“Parece que necesitamos que mueran tres o cuatro Belenes más. Hasta que no haya más muertes y sangre, no cambia nada, no entienden la urgencia que tenemos con esta ley. La viralización de imágenes íntimas sin consentimiento no está penalizada. No hace falta que yo me siente a explicarle a una persona con un pizarrón por qué es un delito. Es una cuestión moral. Todos sabemos que no puedo difundir ni generar material sexual”.
El cambio que falta
Cuando se abordan los casos, cuando se escuchan los testimonios de las víctimas queda claro que el cambio más importante que se debe dar es cultural. Por eso las leyes apuntan a la penalización pero también a aportar en el plano educativo.
«La cultura machista y patriarcal es la que juzga la vida moral de las mujeres y siempre tenemos la culpa», dice Zerda. «La pollerita corta en el plano digital es señalar a la mujer que se ha filmado. De ninguna manera ella tiene la culpa. Por eso, desde ley Olimpia queremos dar un cambio educacional sobre la sociedad y plantear políticas públicas que lleven a educar a las personas, y dejen de creer que los cuerpos de las mujeres se consumen. Leyes que penalicen no alcanza. En México, a partir de Ley Olimpia, la gente sabe que está mal difundir material íntimo y ese es el cambio que tenemos que dar».
En Diputados, afirman que se está tratando de avanzar y generar los acuerdos para que se aprueben los proyectos. La necesidad de su tratamiento y aprobación hoy es urgente.