En 2023 hubo 250 víctimas directas de femicidio en Argentina. A su vez, una de cada dos mujeres sufrió algún tipo de violencia a lo largo de su vida por parte de su pareja o expareja y una de cada tres enfrentó ataques en redes sociales.
Estos datos dan cuenta de algunos ejemplos sobre el impacto de la violencia contra las mujeres, una de las violaciones de los derechos humanos más graves y extendidas en el mundo.
No es un hecho aislado: esta violencia es un problema estructural y multidimensional que debe ser abordado con políticas integrales con una mirada interseccional y de derechos.
Argentina cuenta con una legislación amplia y robusta para prevenir la violencia, pero es necesario fortalecer los sistemas de prevención y respuesta a nivel federal y en todos los rincones de Argentina, y para eso, se necesitan redoblar los esfuerzos.
También hay que mejorar el acceso a la justicia, especialmente para las mujeres que viven en contextos socioeconómicos desfavorables. Estas acciones deben incluir medidas efectivas para la prevención y erradicación de las violencias, no encubrir a los agresores y proteger efectivamente a las sobrevivientes.
Las mujeres están más expuestas a la pobreza, la sobrecarga de cuidados y el endeudamiento, lo que hace que se vuelva más difícil salir de una situación de violencia. Para ello es clave contar con vivienda, ingresos propios y una red de contención a la que acudir para pedir ayuda. Porque sin autonomía económica, no es posible acceder a un espacio seguro y cortar con el círculo de la violencia.
Esta transformación debe ir acompañada de la eliminación de los estereotipos. Necesitamos construir otro tipo de relaciones sociales basadas en la igualdad y el respeto , porque la cultura de la violencia se reproduce en muchos ámbitos: la política, el trabajo, los hogares, las escuelas, el deporte o la salud.
En el marco de los 16 días de activismo y el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres, UNFPA y ONU Mujeres promueven la campaña #SonMásQueNúmeros para resignificar las cifras de las víctimas en historias cotidianas que merecen ser honradas. Además, se visibilizan políticas públicas igualitarias, en los territorios, para la prevención y respuesta a la violencia contra las mujeres.
Tenemos un desafío enorme para cambiar las normas sociales y culturales, pero el único camino es con el compromiso y los esfuerzos de toda la sociedad para que las mujeres y niñas puedan vivir una vida libre de violencias y sin miedo.