Organizaciones feministas debaten en la exEsma un documento común para aportar la conferencia de la CEPAL que se realiza el 8 y 11 de noviembre.
Durante la jornada 2000 feministas de organizaciones de toda la región se reúnen para discutir las demandas más urgentes. El resultado de estos debates se sintetizará en un documento que será presentado ante los gobiernos de los países reunidos en la XV Conferencia sobre la Mujer de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas.
Norma Sanchís preside la Asociación Lola Mora y una de las participantes fundamentales en el foro que este año tendrá como eje el tema de los cuidados.
En diálogo con Tiempo Argentino, Sanchis explicó los puntos más importantes de lo que se está debatiendo en el foro que tuvo su inauguración a las 10 de la mañana.
“Las feministas venimos acompañando históricamente estas reuniones regionales de la CEPAL. Son reuniones de organismos de gobiernos donde la CEPAL juega un rol muy interesante, un rol técnico pero que tiende en general a ser progresista. A plantear temas centrales, cruciales en el contexto de la época y del momento, y que tienden a empujar la agenda de los derechos de las mujeres hacia adelante”, explica la socióloga. “Depende de las coyunturas del momento de los gobiernos. En general, se lleva adelante cada tres años todo un proceso de negociaciones donde se va conversando con los distintos gobiernos y sobre todo hacia los últimos tramos más cerca de la conferencia se tiende a negociar algún documento que sale por lo general por consenso”, aclara.
De acuerdo a lo que cuenta Sanchís, en la conferencia de Quito en 2010 o la de 2016 en Montevideo se avanzó en postulados y planteos. Pero también hubo otros momentos con gobiernos más reacios, y lo que se busca es que al menos no haya retrocesos respecto a los consensos anteriores.
Poco después de la conferencia mundial de las mujeres, en 1977 comienzan las conferencias de la CEPAL, cuando la región empieza a hacer sus propias conferencias. “Las feministas tendieron a acompañar como sociedad civil estas reuniones de los gobiernos para impulsar, apoyar y a veces cuestionar cuando se trataba de gobiernos muy reaccionarios”.
Si bien la conferencia comienza oficialmente mañana 8 de noviembre, durante esta jornada ya hay varias reuniones no oficiales. En ese marco, tanto la CEPAL como ONU Mujeres saludaron el inicio de este foro.
-Hubo muchos avances en los últimos años a nivel político ¿cuál es el debate que urge profundizar?
-Nosotros hemos avanzado en muchos temas. Algunos países en la región también están avanzando como Uruguay que tuvo aborto antes que nosotros, ahora México y Colombia. Pero hay otros temas que son muy resistidos en la mayoría de los gobiernos como la aceptación de la diversidad sexual. El eje de esta conferencia, que es una propuesta de la CEPAL es abordar la cuestión nunca resuelta del todo, aunque sí conversada que es la cuestión de los cuidados que recaen en las familias y en las mujeres en toda América latina. No se han logrado cambios sustantivos en el tema y pareciera que fue la pandemia la que abrió la posibilidad de empezar a pensar este tema. Puso luz sobre qué pasaba en la familia en una situación como la que se vivía en la cuarentena, aunque toda la familia se tuviera que quedar dentro de la casa, fueron las mujeres quienes se hicieron cargo en una proporción muchísimo mayor de los cuidados de los hijos, de los enfermos, de los viejos de la familia, también del apoyo escolar de los chicos, preparar la comida, la ropa, etcétera.
-¿Por qué existe tanta resistencia en este tema?
-Las mujeres hemos avanzamos en el espacio público para ocupar lugares en el mercado de trabajo o en la política o en actividades sociales, pero no han tenido su correlato inverso de distribución de tareas con los hombres. Tampoco con otros espacios como las contribuciones desde el sector privado desde las empresas. O con mayores y mejores servicios del Estado. Todavía tenemos un déficit muy importante y los cuidados siguen recayendo en las familias y siguen recayendo en las mujeres. Cuando, durante la pandemia las familias agotaron sus posibilidades de resolver sus necesidades más básicas y primarias, cuando el Estado era insuficiente ahí apareció la comunidad. Y aparecieron las vecinas con sus ollas populares y en los barrios más pobres empezaron a distribuir lo poco que se tenía, a gestionar más recursos, a exigir, a cocinar, a hacer viandas a repartir elementos sanitarios, ayudar que en las escuelas a los chicos que estudien. Pero siempre han sido las mujeres. Entonces el título de esta conferencia es “Hacia sociedades de cuidado”.
-¿Cuáles son las discusiones que se dieron para llegar al foro?
-La situación de los cuidados encubre un montón de planteos que pueden ser muy disruptivos. Cuando hablamos de sociedades de cuidado estamos hablando más allá de mujeres. Porque son muchos actores que incluyen al Estado, al mercado, a la comunidad que está participando y a los hombres. De alguna manera se está pensando en sociedades que puedan igualar las desigualdades sociales. La resolución del tema de los cuidados es muy diferente, según el nivel de ingreso de las familias, los recursos que se dispone. Y cuando hablamos de sociedades de cuidado estamos pensando en el cuidado como un bien común, como un derecho colectivo, como un derecho universal. Podemos tener una declaración con frases bonitas, con buenas intenciones, con buenos deseos por parte de los gobiernos, pero sabemos que, si no se coloca la vida en el centro y -esto significa desplazar al mercado- no es posible acercarnos realmente a la sociedad de cuidado. Significa de pronto desplazar el pago de la deuda y poner como prioridad el desendeudamiento de las familias, por ejemplo.
-En este contexto socioeconómico no sólo en la Argentina, también en la región ¿cuánto ¿es posible avanzar en este debate?
– Sin duda que hay muchos obstáculos, pero nuestro rol como sociedad civil es empujar hacia adelante. También lo es el de la Secretaría de Géneros de la CEPAL. A lo mejor no se va a poder cumplir ni en uno, ni en dos, ni en cinco años, pero queremos ir hacia un horizonte de mucha mayor equidad. Hace 50 años que venimos planteando que las mujeres nos hacemos cargo de una cantidad de tareas que no son reconocidas ni visibilizadas, que no se las valora porque se naturaliza como parte de nuestra forma de ser en la vida. Queremos ahora cambiar la vida y para eso hay que plantearlo como una aspiración y una utopía.
-¿Qué logró incorporar los feminismos en Latinoamérica a partir de estos debates?
-Fue siempre una adquisición progresiva de derechos y de avances. Hace no tantos años no podíamos soñar con tener acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en la Argentina. Sin embargo, creo que hubo persistencia, hubo lucidez, hubo una suma de voluntades y aspiraciones y convocatorias amplias y se logró. Creo que la persistencia es uno de los temas fundamentales y las estrategias para elegir el momento adecuado. Hay mucho para hacer, mucho para impulsar, mucho para plantear. Pero la fuerza y estos espacios ayudan mucho a generar una sinergia regional importante. No sólo desde las feministas que desde hace años tenemos redes regionales muy importantes, tenemos conexiones, tenemos intercambios, informaciones que circulan, si no también incluso desde los gobiernos. Estos espacios son importantes para construir alianzas y estrategias conjuntas. Es difícil que un gobierno pueda avanzar por sí solo si no cuenta con alianzas y ojalá el panorama empiece a pintar propicio para la articulación.
-Este foro también se da en un marco de discursos de odio que apuntan especialmente contra las mujeres y las diversidades, ¿cómo evalúan esta situación?
-Cuanto más avanzamos va a haber más cuestionamientos y van a surgir todas las fuerzas reaccionarias y conservadoras para mantener el statu quo. Pero también con mantener el poder de ciertas estructuras que no es sólo ideológico si no que tiene un valor económico, porque el aporte gratuito que se extrae del trabajo de las mujeres tiene un valor económico que está sosteniendo el mercado, a la economía que contribuye a pagar la deuda. En todos los países en los que se hizo una estimación al respecto, la contribución del trabajo no remunerado de las mujeres a través de las tareas del cuidado es en muchos países de casi un 20% del producto bruto interno. Que no se contabiliza, que no se valoriza. Es una extracción que hace el capitalismo y el capitalismo financiero de nuestro trabajo y de nuestras vidas. Entonces hay muchos intereses por mantener las cosas como están.
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